Crítica de 'Breve historia de una familia': Como un segundo hijo

La ópera prima de Jianjie Lin nos presenta a una familia rica en la China actual. El minimalismo lujoso de la fría casa en la que conviven el padre, una eminencia de la biología, la madre, aburrida salvo por sus preocupaciones, y el hijo jovencito Wei, que no aguanta a sus progenitores y prefiere el esgrima a la cultura del esfuerzo estudiantil y profesional que le intentan inculcar.

El equilibrio del trío se rompe con la aparición de un elemento extraño, el reservado y misterioso Yan Shuo, compañero de clase del hijo, al que la familia va acogiendo paulatinamente. Yan Shuo supone varios aspectos al mismo tiempo. Por un lado, es la entrada de la dura realidad en un ambiente aséptico: su madre murió y su padre le pega cuando se emborracha (¿pero será verdad?). Por otro, para Wei es la aparición de un compañero que le puede ayudar con los estudios y distrayendo la atención de sus padres (¿pero también un rival?). Y para el matrimonio, la oportunidad de tener el segundo hijo que nunca tuvieron, un chico perfecto para enseñar a las visitas y para que siga la senda del frustrado padre (¿o no?).

'Breve historia de una familia' es hábil a la hora de recorrer ese mapa de sentimientos y expectativas. Lo hace desde la contención y la observación fría, desde la ambigüedad y la incertidumbre, pero sabiendo a la vez transmitir todas las aristas de un submundo mostrado desde unos cuidados planos de gran belleza: la lucha de esgrima con paraguas.

Acaso la película titubee en su tramo final, pero queda como una opera prima de calidad y una interesante mirada a la familia desde una sutil tensión.