Cine

Crítica de 'La contadora de películas' | El encanto del viejo cine

Aquí tenemos una película de corte clásico, algo ingenua, casi intemporal, con una idea casi perfecta para homenajear al viejo cine, el de las grandes salas llenas de espectadores con los ojos muy abiertos. En un pueblo minero del desierto de Aracama en los años 60, el gran placer de una familia con cuatro hijos es acudir juntos cada domingo al cine. El accidente que sufre el padre (un algo desubicado y desaprovechado Antonio de la Torre) les obliga a reducir gastos. Sólo uno podrá ir al cine y deberá contársela después a sus familiares. La hija, María Margarita, se descubre como imbatible. Sabe relatar y casi interpretar con detalle y emoción 'Espartaco', 'El apartamento' o 'El bueno, el feo y el malo'.

Esa parte del relato, gozosa, está muy por encima de otros hilos del tapiz que plantea la película que inauguró la Seminci: el conflicto entre la hija y la madre que les abandona (la enigmática y carismática Bérénice Bejo), un drama que sufre la contadora ya de joven, la evolución de la película hacia un 'Cuéntame' con la historia de Chile al fondo. Todo queda algo deslavazado y con un tono desigual en esta coproducción variopinta, con directora danesa y equipo español, chileno y francés.

Pese a que deje un punto de insatisfacción, estamos ante una cinta confortable para pasar el rato, en la que pasan muchas cosas y el encanto, aunque sea un poco forzado, preside el conjunto.