Las claves del éxito de la Escuela de Cine
Un año rutilante. ·
El director del centro, Carlos Muguiro, analiza las líneas de trabajo que han permitido que una veintena de títulos hayan sido seleccionados en más de treinta festivalesSiete años después de la puesta en marcha de la Escuela de Cine Elías Querejeta en la planta cero de Tabakalera, el centro atraviesa una ... temporada de esplendor con cerca de una veintena de películas seleccionadas en 34 festivales. De Rotterdam a la Berlinale, de Cannes a la Mostra de Venecia, de Karlovy Vary al propio Zinemaldia donostiarra, los exalumnos de la Escuela que llegaron al centro con proyectos apenas esbozados o incluso sin ninguno en marcha ven cómo sus películas suscitan el interés de los comités de selección de certámenes de todo el mundo.
El centro, dependiente del Departamento Foral de Cultura, que trabaja este año con su séptima promoción de alumnos, cuenta con nueve trabajadores en plantilla, más de setenta profesores colaboradores y un presupuesto de en torno a un millón de euros. Carlos Muguiro, que ocupa la dirección de la Escuela Elías Querejeta desde su creación, desgrana aquí las claves que, a su juicio, explican este éxito tan rutilante como inesperado en buena parte. «Esperábamos que algunos proyectos compitieran en festivales, aunque quizás no de la entidad de Cannes, Berlín o Venecia», admiten fuentes de la Escuela.
Muguiro describe una forma de trabajar que no es fruto de la improvisación, sino algo metódico. «No creo que lo ocurrido este año sea una casualidad en absoluto. Detrás hay una metodología. Puede ser que de repente las selecciones en festivales coincidan este año, pero podría haber pasado el año pasado o el que viene.
Algunos de estos estudiantes hace cinco años o más que salieron de la Escuela. Las películas necesitan tiempo y una Escuela también», afirma Muguiro, quien recuerda que en las primeras presentaciones del centro recalcaba que «hace falta sembrar bien y tiempo para que la cosecha germine». En este sentido, apunta a que «lo urgente en el ámbito cinematográfico no funciona. A nosotros nos han dejado trabajar», afirma antes de aclarar que el mérito principal es de los cineastas. He aquí las claves de un éxito, según Carlos Muguiro.
El centro cuenta con nueve trabajadores en plantilla, más de setenta profesores y un millón de euros de presupuesto
Con capacidad para 45 alumnos por curso, la Escuela se ve obligada a rechazar tres de cada cuatro solicitudes
Riesgo.«En la Escuela resaltamos el riesgo y, sobre todo, el valor de las 'malas ideas'. También impulsamos la ambición creativa», inseparable de la idea de que «equivocarse es algo natural en la creación. Esto genera un espacio de protección y confianza para que cada cual busque sus películas». En este punto, recuerda un mensaje de Jaume Claret, que estará en la sección Orizzonti de Venecia con 'Estrany riu':«Gracias por todo, Elías Querejeta Zine Eskola. La escuela de la vida que me salvó y que gracias a ella tuve las herramientas para empezar a escribir esta película. Gracias a todas las personas preciosas que hacen posible este milagro que es la Escuela». Al respecto, Muguiro indica que «hay algo ahí de transformación personal vinculado a algo tan fundamental como que las 'malas ideas' no se penalicen. Hay que atreverse al error», comenta Muguiro.
Funcionar como un estudio cinematográfico. «La gente viene a trabajar, tenga película o no la tenga, haya clases o no las haya». Muguiro destaca el valor de los tiempos intermedios porque «aquí se encuentran con tutores y con todos los medios para construir una película. No se trata de que se matriculen cuando tengan un proyecto, sino de que lo hagan a trabajar, de manera natural y regular». Esto genera un hábito del estudio de cine. «Me parecen muy importantes los momentos en los que no tienes una película», señala Muguiro, que enlaza este factor con el siguiente.
La Escuela no es un fin en sí misma.El director del centro desecha la idea de que el estudiante ha de hacer por fuerza una película de graduación. «No tiene sentido. La Escuela interviene en la vida de las personas, pero lo proyectos que desarrollan aquí tienen sentido si después se desarrollan». Esta idea genera una dinámica que provoca que cuando los alumnos «acaban su curso, en realidad lo empiezan y se genera una fidelidad. Durante los últimos cuatro o cinco años hemos seguido en contacto con todos estos cineastas que ahora van a festivales. Desde Gabriel Azorín con 'Anoche conquisté Tebas' hasta Jaume Claret con 'Estrany riu'. La idea es que «la Escuela no es un lugar por el que pasas, sino al que vuelves». Ahí se genera un sentido de pertenencia y fidelidad espoleado por «la necesidad de equipamientos y asesoría».
Reinventar la producción.En este punto, Muguiro explica que en 2019 se creó un departamento de producción para establecer un sistema adaptado a cada proyecto. «Las películas no pueden hacerse bajo un sistema establecido: escritura, rodaje, postproducción y estreno, como si fuera una cadena de montaje. Cada película tiene una razón de ser que obliga a afrontar la producción de una forma diferente». Destaca que «la Escuela permite que primero ruedes, después escribas, quizás montes algo o reescribas a partir de eso, vuelvas a hacerlo o hagas un cortometraje de aproximación» como es el caso de Claret, que antes de su opera prima rodó un cortometraje en el Danubio que, como poco, le sirvió para recopilar localizaciones. «Eso fue posible porque la Escuela facilitaba los medios».
Esta forma de trabajar permite abordar la producción desde un punto de vista más creativo, adecuada a cada proyecto». Cita aquí el ejemplo de la alumna de la primera promoción Marina Palacio, que estrenó su cortometraje 'Ya no duermo' en la sección Zabaltegi- Tabakalera del Zinemaldia. Un lustro después, rueda desde hace cinco años en Castilla una película de ficción con el mismo grupo de niños desde el principio, en una línea que guarda similitudes con el 'Boyhood' de Richard Linklater. «Ahora ya tiene productora, pero hubo un momento en el que había que arrancar esta película y eso lo hizo la Escuela».
En este punto, cabe señalar que la Elías Querejeta figura en todas las películas seleccionadas en los festivales, pero como productora asociada, ya que carece a día de hoy de entidad jurídica para hacerlo en solitario. Otro caso peculiar es el de Gabriel Azorín, que en un principio quería rodar en unas termas romanas de Galicia, «pero optó por hacerlo aquí. Y aunque esos materiales no están en la película, le sirvieron», anota Muguiro. Toda esta hiperactividad del alumnado hace síntesis con el hecho de que también parte del profesorado se encuentra inmerso en sus propios proyectos cinematográficos, ejemplos Matías Pineiro o Rita Acevedo.
Algunas selecciones
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Festival de Rotterdam: 'La nostra habitació', de Jaume Claret, y 'La durmiente', de María Inês Gonçalves.
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Berlinale: 'El diablo fuma', de Ernesto Martínez (Mejor ópera prima), y 'Duas vezces Joao Liberada', de Paula Tomás Marqués.
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Cannes: 'A solidao dos lagartos', de Ines Nunes.
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Karlovy Vary: 'Duas vezces Joao Liberada', de Paula Tomás Marqués.
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FIDMarseille: 'Fuck the Polis, de Rita Azevedo Gomes (Mejor película de la Competición Oficial.
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Locarno: 'Olivia', de Sofía Petersen.
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Venecia: 'Estrany riu', de Jaume Claret, y 'Hiedra', de Ana Cristina Barragán. En secciones paralelas, 'Anoche conquisté Tebas', de Gabriel Azorín, y el corto 'La moto, de Matteo Giampetruzzi'.
Un sistema metódico.«En el ámbito cinematográfico, soy un poco suspicaz con la idea del 'ecosistema' de Tabakalera porque no me parece un término adecuado. En un 'ecosistema' parece que todo el mundo ocupa su lugar en una especie de equilibrio inestable en el que todos se necesitan entre sí. Yo creo más en la idea de 'sistema' en el que hay una dirección y cada uno cumple su función». Vuelve a surgir el caso de Jaume Claret, «que vino a la Escuela siendo menor de edad y con su padre. Después estuvo en Nest, luego en Ikusmira Berriak y pasará por el Zinemaldia. O el caso de Ana Cristina Barragán, que compitió en Horizontes Latinos y después llegó a la Escuela». Carlos Muguiro considera «fundamental» esta organización sistémica que «arropa a los cineastas».
Prestigio internacional de la Escuela. «Ha sucedido de repente:empiezas a ocupar un lugar en el ámbito de los festivales, de los medios, de la distribución, y comienzas a ser visible». Ilustra este hecho con la llamada que recibió esta semana desde el Festival de Cine de Nueva York para anunciarle que habían seleccionado otro de los proyectos salidos de la Escuela. «Eso que nos costaba tanto trabajo, de repente es mucho más sencillo y, a la vez, sirve de reclamo para nuevos estudiantes», concluye. A día de hoy, no parece que las solicitudes para estudiar en la Escuela sea un problema. Al revés, con capacidad para 45 alumnos por promoción, el centro se ve obligado a realizar un criba que deja fuera a tres de cada cuatro aspirantes.
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