El can-can de Cannes
El Festival anuncia un aplazamiento de su próxima edición hasta «finales de junio o principios de julio»
Ha aguantado como un jabato (como un pusilánime, dicen otros) pero el Festival de Cannes, el último bastión, también ha caído. Se resistía, a pesar ... de las presiones y algún organismo que animaba al boicot a los patrocinadores si no se anunciaba la cancelación de inmediato en consonancia con prácticamente todos los eventos previstos para esta primavera. A las 20.00 horas del jueves un comunicado firmado por todo el equipo del festival declaraba que no se va a celebrar entre el 12 y el 23 de mayo como estaba previsto.
Pero no se anuncia la cancelación, sino un baile de fechas. De momento, impreciso: «Se están considerando diversas opciones para que el festival pueda tener lugar y la principal es retrasar las fechas hasta finales de junio o principios de julio». O sea, se meten en un nuevo reto, una nueva odisea. Porque si resulta bien complicado retrasar un festival de cine a otras fechas, y de hecho los que se han cancelado hasta ahora se han despedido hasta el año que viene sin más, hacerlo un mes más tarde en el caso del más grande, importante y concurrido del mundo, parece una gesta poco menos que imposible.
Resulta difícil concebir la cantidad de cosas que se deben mover en la enorme maquinaria que es y que rodea al festival de Cannes para hacerlo en otras fechas, empezando por la disponiblidad de las películas, que también se habrán visto afectadas de una manera u otra por el coronavirus. Todo habrá de acomodarse para un mes más tarde cuando mientras tanto todo está en la incertidumbre por la cuarentena cuya duración es una incógnita.
Pero por ir a lo que nos toca más de cerca y personalmente, todos los que vamos a Cannes reservamos nuestro alojamiento con muchos meses de antelación. Y a tocateja, nada de cancelación gratuita, con los precios que se gastan. Está por ver si ahora nos devolveran el dinero. Quizás sí el de los billetes de avión, pero más difícilmente en los apartamentos particulares, pensiones y hoteles sin estrella donde se aloja buena parte de la marabunta que asiste al festival. Pero por muy buena voluntad que tengan los hosteleros, las nuevas fechas de junio-julio estarán cogidas ya desde hace tiempo por el turismo de verano que, si la veda está ya abierta para entonces, ocuparán sus habitaciones con todo el derecho.
Quizás están pensando en celebrar el festival contra viento y marea, y aunque vaya a acudir menos prensa y menos industria. Quizás es una moratoria para seguir devanándose los sesos para buscar una fórmula viable, un can-can para amenizar la espera hasta que se encienda la bombilla. Admiramos el espíritu numantino de Thierry Frèmaux, desde luego, y ojalá se salga con la suya. Todo con tal de que esta edición de Cannes no se vuelva cancelar como en 1968, cuando Jean-Luc Godard, François Truffaut y Carlos Saura, entre otros, cerraron física y simbólicamente las cortinas del Palais porque se había hecho viral la revolución de mayo del 68.
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