Crítica de 'Green Border': ¿Quieres agua? 50 euros

Yo, por el contrario, diría que esos 9.120 segundos son necesarios, casi imprescindibles, milésina de tiempo a milésima de tiempo. Por más que, lo acepto, la película tenga sus momentos 'valle', sus bajones de ritmo y sus gotas de maniqueísmo. Pero solo durando dos horas y media acaba el espectador calado hasta los huesos y el tuétano de injusticia, de corrupción, de animalidad, de depravación en esa frontera entre países gobernados y habitados por gente impía.

Necesito tiempo. Mucho. El mismo que pasan los exiliados, expatriados, desterrados siendo rebotados una y otra vez entre países por ejércitos y paramilitares. Como si fueran muñecos del pim pam pum, monedas de cambio, piezas de impúdicas negociaciones.

Yo necesito cada uno de esos 152 minutos para no perderme escenas maravilosas y a la vez bien dolorosas como cuando el anciano extiende su alfombra de oración dirección a La Meca y el hijo, descreído ya de todos los dioses y todos los hombres, fuma apoyado en un árbol negándose a arrodillarse.

Necesito volver a ver esta película (se estrenó en el festival de Cine y Derechos Humanos) para que no se me escapen imágenes como la de esa chaqueta desgarrada por la alambrada de púas. Necesito, sí. 9.120 segundos.