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Uno de cada diez guipuzcoanos ha pasado por taquilla para ver 'Rifkin's Festival', la comedia donostiarra de Woody Allen. Y lo ha hecho en las condiciones adversas suscitadas por la pandemia, con menos sesiones, salas y aforos. La película, que el jueves dejó la cartelera de San Sebastián dos meses después de su estreno, se ha convertido en un pequeño fenómeno en Donostia, bien diferente a lo ocurrido en las salas españolas.
El Príncipe, con más de 30.000 espectadores, ha sido el cine del conjunto de España donde más gente ha visto la última película de Allen, ambientada en San Sebastián y su Zinemaldia. «Es un caso único, y más si tenemos en cuenta que el Trueba, en versión original, y el Antiguo Berri ocupan la tercera y cuarta plaza en cifras de espectadores, por encima de locales emblemáticos para este tipo de cine como los Renoir o Yelmo de Madrid y los Verdi de Barcelona», explica Iñaki Elorza, responsable de la Unidad de Cine de la empresa Sade.
El filme, que vivió su estreno mundial en la inauguración del pasado Festival de San Sebastián, llegó a las salas comerciales pocos días después y ha seguido en cartelera hasta el jueves pasado. «Su principal tirón se produjo las dos primeras semanas, cuando muchos guipuzcoanos quisieron ver una película rodada en San Sebastián y su entorno y de la que tanto se había hablado en el rodaje», recuerda Elorza. De hecho cientos de donostiarras fueron figurantes en la película y deseaban verse en pantalla, aunque secuencias enteras del rodaje desaparecieron en la exigente sala de montaje del director.
Récord. Tres salas donostiarras figuran en el 'top' de espectadores de 'Rifkin's Festival' en España. El Príncipe es primera con 30.000 espectadores, el Trueba, en VO, tercera, y Antiguo Berri cuarta, con unos 11.000 espectadores cada una.
En Gipuzkoa. Urbil, con más de 5.000 espectadores, Mendibil de Irun, con una cifra similar, y Niessen, con casi 4.000, también proyectaron el filme.
'Rifkin's Festival', procucida por el sello catalán Mediapro, fue lanzada por una potente maquinaria de marketing que incluyó, entre otras prácticas no habituales, una entrevista con Allen en 'El hormiguero' televisivo de Pablo Motos. Pero en España no se ha visto el mismo tirón, en parte por las restricciones en las salas de cine en este tiempo de pandemia y también por las desiguales críticas recibidas por la película.
En el caso de San Sebastián queda claro que el público quería ver cómo la ciudad salía retratada por Allen y la 'empastelada' fotografía de Storaro. Era la 49 película de la prolífica filmografía de un director que piensa ya en rodar la cincuenta.
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