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Al rescate de un pionero del documentalismo vasco

San Telmo dedica una exposición artística al mundo del padre Laburu, 'desmontador' de mitos y supersticiones

Alberto Moyano

San Sebastián

Martes, 4 de diciembre 2018, 12:17

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Textos, películas, grabaciones, fotografías y documentación de época conforman 'Visita y anatomía de la cabeza del Padre Laburu', la exposición que el museo San Telmo dedica en su espacio laboratorio a este sacerdote bilbaíno que a comienzos del siglo XX consagró sus esfuerzos a la segregación entre fe y supercherías. Creada y comisariada por el artista Oier Etxeberria, la muestra ofrece un recorrido por una época de cambio en la que los avances científicos y tecnológicos convivieron con los fenómenos 'inexplicables'. El Padre Laburu (Bilbao, 1887-Roma, 1972) echó mano de los primeros para desmontar los segundos. Las supuestas apariciones marianas en Ezkioga fueron objeto de sus investigaciones y posteriores labores divulgativas. Enfermedad mental, hipnotismo animal y etnografía vasca fueron también objetos de su interés y como tales tienen su reflejo en la exposición, que permanecerá abierta hasta el 24 de febrero.

'Visita y anatomía de la cabeza del Padre Laburu' propone al visitante una incursión en los años veinte y treinta del pasado siglo, cuando los avances médicos, técnicos y científicos colisionan de forma creciente con las creencias ancestrales, en su mayor parte, de origen religioso, aunque no sólo. El Padre José Antonio Laburu Olascoaga se armó de las nuevas tecnologías -en especial, grabadoras y cámaras de cine- para entregarse a la divultación de una fe como creencia en lo que no se ve frente a la basada en las 'visiones'. Es el caso de los fenómenos registrados durante la II República en la localidad guipuzcoana de Ezkioga, cuando numerosas personas aseguraron haber presenciado apariciones de la Virgen. La noticia convirtió la localidad en un fenómeno del peregrinaje religioso, pese a la oposición de la Iglesia, que encargó a Laburu desmontar la leyenda, negar el aval eclesiástico al fenómeno de la visiones y demostrar que no había intervención divina. La exposición reúne buena parte de los materiales que el sacerdote bilbaíno recopiló durante su trabajo.

Imagen principal - Aita Laburu, al rescate de un pionero del documentalismo vasco
Imagen secundaria 1 - Aita Laburu, al rescate de un pionero del documentalismo vasco
Imagen secundaria 2 - Aita Laburu, al rescate de un pionero del documentalismo vasco

Durante la presentación de la muestra, en la que también tomaron parte del concejal donostiarra de Cultura, Jon Insausti; y la responsable de Exposiciones de San Telmo, Carmen Garmendia, Oier Etxeberria (Azpeitia, 1974) explicó la intensa labor de investigación que ha propiciado esta muestra, unas pesquisas que se han prolongado en el tiempo y que le han llevado del Archivo del Santuario de Loiola en Azpeitia -germen del proyecto- a la Filmoteca Vasca y la Fundación Benedictina de Lazkao. No ha sido posible, sin embargo, localizar la película que el Padre Laburu rodó en Ezkioga, lamentó Etxeberria, que en sus indagaciones llegó hasta el Vaticano. Sin resultados positivos.

La exposición, que toma su nombre de la novela de Quevedo 'Visita y anatomía de la cabeza del cardenal Richelieu', se articula en torno a dos grandes pantallas -en las que se proyecta hora y media de imágenes de las más de ochenta registradas por el jesuita, teólogo, médico y antropólogo. Y si en este viaje al cráneo del divulgador las pantallas emulan a los ojos, los altavoces laterales con grabaciones de su voz evocan los tímpanos.

En la llamada zona 'parietal' del espacio del Laboratorio se recogen, además de los materiales recopilados en Ezkioga, los experimentos de Laburu en torno al hipnotismo de animales y un tercer apartado, denominado 'Locuela', centrado en los transtornos psíquicos, con especial atención al caso de Domingo de Zárate, autoproclamado Cristo de Elqui, a quien conoció durante su visita la psiquiátrico chileno Casa de Orates. Un encuentro que sirvió al Padre Laburu para certificar que, en efecto, el presunto predicador al que Nicanor Parra dedicó dos poemarios no estaba en sus cabales.

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