El tambor de Esther y de Serrat (y el nuevo Aitana, el agur del Ibai y el regreso del Illarra)
La Agenda Portátil ·
La artista, una de las donostiarras de mayor proyección, merece el premio, aunque quizás el año 'pedía' un galardón solidario / Altas y bajas en la hostelería donostiarraPodemos hablar del bicho o podemos hablar de la vida. Yo elijo lo segundo. Pasan cosas a gente que admiro. Esther Ferrer recibe el Tambor ... de Oro y Joan Manuel Serrat empieza a decir adiós. Uno puede ver con pena el agur del catalán a los escenarios o puede felicitarse por el hecho de que vaya a realizar una gira más. Es mi caso.
Hablemos del Tambor de Oro, un clásicos de esta página. El Ayuntamiento donostiarra consensuó ayer el galardón a Ferrer, una de las ciudadanas nacidas en este rincón del mundo con mayor proyección internacional. He contado muchas veces la experiencia que viví hace más de veinte años, en una sala arísticas del Upper West Side neoyorquino, cuando asistí a una 'performance' de la artista rodeado de un público que parecía surgido de una de las viejas películas de Woody Allen. Ella hacía una de las obras más celebradas de su repertorio, estirando y cortando hilos por la sala, y los espectadores seguíamos sus evoluciones con la misma gravedad que mantendríamos en un concierto con el 'Réquiem' de Verdi.
Esther Ferrer fue de las primeras mujeres que se puso el arte y el mundo por montera, salió de Donostia a tomar aire y ha sido reconocida por los grandes circuitos del arte. Vive en París y allí recibió sorprendida la noticia del Tambor.
Merece la artista un premio que ya no sabemos para quién está concebido, porque lo mismo cae en una activista de Stop Desahucios que en las futbolistas de la Real, pero sorprende que el Ayuntamiento se lo conceda en este año de virus, estados de alarma y solidaridades varias. Muchos imaginábamos que tocaba un Tambor marcado por la coyuntura, que sería para sanitarios o gentes que han peleado y pelean en primera línea de fuego contra el Covid. Este Ayuntamiento es una caja de sorpresas.
Gora Ferrer, gora Serrat. Esta semana el cantante ha anunciado que empieza su larga gira de despedida con la que dirá adiós a los escenarios. Ya sabemos que también pasará por Donostia, esta Donostia que tanto ha visitado y en la que tantos amigos tiene y ha tenido (un recuerdo especial para Mikel 'Kokolo' Ibarrondo, fallecido el año pasado). Somos muchos los admiradores del músico y poeta. Le aplaudimos en su último concierto del Kursaal, en 2018, cuando vino tan 'bon vivant' que hizo larga escala con visitas a restaurantes y paseos por La Concha.
También le gustaba la buena vida, y pasear por La Concha, a Almudena Grandes, amiga de esta Gipuzkoa que tanto visitó y que se cuela en las páginas de su novela inédita, 'Mariano en el Bidasoa', con pasajes en Eibar y que debe cerrar sus 'episodios nacionales' de la postguerra. Los Tribuletes que entrevistamos a la Grandes sabemos bien que era una fábrica de titulares y sumamente atenta. Dentro de quince días, cuando el Cervantes celebra una cumbre en Tabakalera, se espera a su viudo, el poeta Luis García Montero. También podría venir la reina Letizia, se dice, pero esa otra historia. La reina hoy, civil por supuesto, es Esther Ferrer.
EN VOZ BAJA
Abre Aitana, el agur del Ibai, reabre el Illarra: historias de tres restaurantes
La hostelería se mueve. Vamos con un parte de alegres altas y alguna triste baja. Esta semana ha abierto en el centro de Donostia, en la calle Easo, al lado del hotel Londres, el Aitana, una propuesta original y distinta que promueven varios socios entre los que figuran Alberto Ituarte, el mexicano/vasco que tanto éxito ha tenido en sus negocios al otro lado del charco y en Madrid y que lanza esta aventura donostiarra con gente como Igor Arrasate. Decorado con mimo y con una carta 'fusión', alguien me dijo que parece uno de esos locales de moda de Madrid o Barcelona. Un complemento a la oferta local (en la foto).
También se anuncia para los próximos meses, quizás en primavera, la reapertura del Illarra de Ibaeta, donde en su día pasamos en su día tan buenos ratos con Josean Eizmendi. Kote García Galindo, veterano de la hostelería, afronta el reto.
Y el local que lleva meses cerrado es el mítico Ibai, de Alicio Garro y familia, en la calle Getaria. Ese templo discreto, que maravillaba a Adrià y a tantos clientes cercanos, sufrió con la muerte de Juantxo, hermano de Alicio, y el 'nagusi', tan brillante en la cocina y tan reacio a los medios y a los focos, vive otra época vital con su esposa Isabel, la otra clave del negocio. De momento deja huérfanos a quienes peregrinaban a ese restaurante como a la meca. Pero no descarten sorpresas: Alicio es mucho Alicio.
mezquiaga@diariovasco.com
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