Algunos héroes sobre el barro
Las tormentas del viernes impiden celebrar la prueba de flat track en Lasarte-Oria, pero algunas motos salieron a la pista encharcada y rodaron. Y otras hicieron ruido y dieron espectáculo en el hipódromo
El río Oria, cuyo cauce se hallaba ya en nivel rojo al iniciarse a las 22.00 horas del viernes la alerta naranja por aguaceros, ... trombas y tormentas inesperadas, fluía barroso y amarronado a las diez de la mañana de este sábado a su paso por el puente que lleva al hipódromo de San Sebastián. Las primeras motos (una preparación de la clásica británica BSA llegada desde Occitania, por ejemplo) empezaban a entrar hacia la zona donde antes del mediodía se reunirían decenas de pilotos y aficionados al motor, al motor colocado entre dos ruedas. Ruedas que incluso sobre su caballete vibraban, ya, nerviosas. Como las de una Triumph de finales de la década de los 60 salpicada de barro hasta el depósito. De gasolina, naturalmente.
Durante catorce ediciones la concentración motorística Wheels & Waves que levanta su campamento en Biarritz, disputa un sprint de un cuarto de milla en las alturas de Jaizkibel y presenta las más hermosas máquinas (poderosísima una Indian 1200, aparcada junto a una Harley por más que por años fueron rivales en los mercados y los corazones de los motards) tiene su apoteosis final en el hipódromo con la celebración de una arrolladora prueba de flat track, en la que no existe el freno delantero y se usa el freno motor y el derrape controlado para reducir la velocidad (si alguien pretende, desea o necesita hacerlo...). Llamada 'El Rollo', este año la prueba pretendía rendir homenaje y dejarlas brillar en carrera a máquinas maravillosas creadas antes de la decada de los 50 como otra espléndida Indian, esta con motor del año 39 y chasis del 46, terminada de restaurar y preparar hace menos de un año por Ivan Young, llegado de la region de Provenza-Alpes-Costa Azul. Llegado para salir a pista. Como tantos otros.
Encharcado
Pero (casi) no pudo ser. La lluvia y la tempestad habían destrozado el óvalo mítico. La capa de arriba estaba convertida en un lodazal, con charcos ('pozas', literalmente) abiertos aquí y allá. Y por más que las otras capas, las más profundas, se mantenían compactas, la competición resultaba imposible. Se hubiese necesitado un milagro. Que saliese el sol y empezara a soplar el viento sur que lo secase todo. Pero por mucho que este Wheels & Waves de 2025 haya elegido como protectora la imagen de un 'komainu', esa figura leonesca de piedra que custodia la deidad que habita los templos sintoistas, el milagro no sucedió. No salió el sol. No roló del sur y cayó un suave sirimiri hasta bien pasado el mediodía. El rodillo no bastaba para 'planchar' la tierra. Se habría necesitado , tal vez, una niveladora. Pero la que preparó la pista el viernes ya no estaba en el paddock.
Hacia las 11.30 horas se decidió que la disputa, en varias categorías, varias cilindradas e incluso dejando hueco para máquinas que no son ni clásicas ni pre-50 ni nada pero que hacen bonito ruido y están preparadas para la tierra, no tendría lugar. Por primera vez en 14 años.
Muchos pilotos habían tomado, antes incluso que la organización, la decisión de no participar. Por de pronto, ni siquiera habían calzado sus ruedas (las de motos tan historiadas como esas Ural rusas, construidas a partir de las BMW abandonadas por los nazis en su retirada de la Unión Soviética; esa Mist Green S7, la Sunbeam británica con la rueda trasera impulsada por eje y llantas de globo) con neumáticos de motocross, con los que sí habrían podido rodar sobre y bajo el barro sino de flat track, es decir, perfil plano: un compuesto de caucho blando y una banda de rodadura optimizada para el deslizamiento controlado. Además, la rodada podría resultar peligrosa y las lesiones, duras.
Otros, sin embargo, aun aceptando la decisión, pidieron permiso para salir a pista. Una exhibición. Sin más. El placer de 'oler' esa mezcla deliciosa de aceite y combustible en acción. El gozo de comprobar que tu Montesa, que ha pasado un año sin rodar (desde El Rollo 2024, no hay carreras de flat track muy a menudo ni muy cerca) o tu Bultaco, que sigue teniendo un 'swing' muy setentero aunque le hayas modificado el motor, responden.
Y salieron. Algunos salieron a la pista ovalada. Y hasta esa Saroléa (exquisita pieza rodante de museo, joya de una compañía belga que en 1929 fabricaba 70 motocicletas al día) apoyada en un camión llegado de Flandes, rugió al verlos. Como lo hizo esa Dax St 125, actualización de una Honda de los 60, una Honda de motor suave y dirección liviana.
No hubo pero sí hubo El Rollo 2025. Y cuando cesó el sirimiri aún había motos de intensa cilindrada entrando a Lasarte-Oria. Y cruzándose con las Vespas que terminan hoy su rally nacional.
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