«Ahora, cuando llegue a casa, tengo a Flaubert esperándome»
Marta Salís, Traductora y autora ·
Lleva un par de apellidos que son historia en Irun y ha visitado la ciudad «en un viaje sentimental» para participar en el Día de las EscritorasPrimero periodista, después profesora y finalmente traductora, Marta Salís ha interpretado la letra de George Eliot, Charles Dickens, Jack London, William Faulkner, James Joyce, Guy ... de Maupassant y Alphonse Daudet, entre otros grandes de la literatura en inglés y en francés. Es autora, además, de varias antologías de relatos. Madrileña residente en Mallorca, esta semana ha visitado Irun, una ciudad con la que tiene un fuerte vínculo emocional. Aquí nació Miguel, su padre y aquí ejerció como alcalde su abuelo Luis, antes de marchar al exilio. El jueves pasado, en la Biblioteca CBA, muy cerca de la sala que lleva el nombre de Amalia Balzola, su abuela paterna, Marta Salís pronunció una conferencia sobre 'Villete', la última novela de Charlotte Brontë.
–De todos los autores y todas las novelas que forman parte de su familia literaria, ¿por qué Charlotte Brönte y 'Villete'?
–'Villete' es una novela que traduje para la editorial Alba hace dos años. Es la cuarta y última novela de Charlotte Brontë. Para muchos críticos es su obra maestra, aunque sea muy desconocida. Para mí, 'Jane Eyre' es la obra perfecta, pero 'Villete' es una novela interesantísima, muy compleja, muy extraña y muy moderna. Quería reivindicar esta obra, que casi nadie ha leído.
«Para traducir, tienes que ser humilde, porque eres la voz de otro, y valiente para interpretarlo. Es un equilibrio extraño»
–Como sus novelas, la autora inglesa fue una mujer muy moderna, que hizo frente a una vida muy dura.
–Tuvo una vida durísima y además en el momento en que está escribiendo esta novela, está pasando por un periodo terrible. La escritura de 'Villete' le costó tres años y pico. En ocho meses, había perdido a sus hermanos Emily, Branwell y Anne. Los tres acostumbraban a escribir durante el día y luego, por la tarde, se reunían y se leían lo que habían escrito. Al morir sus hermanos, aunque ella ya es una mujer famosa y tiene muchas amistades, se siente más sola y desesperada que nunca y ese estado de ánimo se refleja en 'Villete'.
–¿Es una novela autobiográfica?
–Es una novela descaradamente autobiográfica, hasta el punto de que ella pidió, por favor, a sus editores que la publicaran de forma anónima. No quería ni que apareciera su seudónimo, Currer Bell. En 'Villete' se reconocen perfectamente los cuatro personajes importantes de la novela.
–Con Currer Bell, su seudónimo masculino, firmó la autora su novela más renombrada.
–Cuando ella envía su primera obra, 'El profesor', para editar se la rechazan. Entonces decide publicar con el seudónimo Currer Bell para que no la reconozcan y porque los nombres masculinos, en aquel entonces, publicaban con más facilidad. Pero antes, con sus hermanas Anne y Emily, ya había publicado los 'Poemas' de Currer, Ellis y Acton Bell.
«Irun tiene para mí una carga emocional muy fuerte. Hacía mucho que no venía y éste ha sido un viaje sentimental»
–Una firma de mujer con tres escritores detrás acaba de ganar el Premio Planeta. ¿Tiene alguna opinión al respecto?
–¡Justicia poética! (ríe). Todo esto es muy absurdo y está sacado de quicio, pero vamos a dejarlo en justicia poética.
–Usted se formó como periodista, ejerció este oficio por poco tiempo, continuó en la enseñanza y luego pasó a la traducción. ¿Cómo se producen esos pasos?
–Yo estudié periodismo, pero me casé a los 20 años y tuve tres niños. El periodismo era un trabajo muy absorbente, metía muchas horas y estaba todo el día corriendo. Entonces, empecé a dar clases, que era lo que podía combinar muy bien con ser 'una buena madre'. Mientras daba clases, empezaron a ofrecerme traducciones, en principio de textos para organismos internacionales. Después, conocí a un editor y un día me preguntó: «Oye, ¿por qué no me traduces a Oscar Wilde?». Y dije: «Bueno, voy a ver».
–¡Oscar Wilde para empezar! ¡Qué valiente!
–Por un lado, tienes que ser muy humilde, porque eres la voz de otro. Eso no lo puedes olvidar. Por otro, tienes que ser valiente para interpretarlo. Hay que buscar un equilibrio extraño. Traducir es como interpretar una partitura. Pero yo no entré en la traducción porque me gustara traducir, sino por amor a la literatura, por un deseo de compartir cosas maravillosas con gente que no tenía acceso a ellas. Cuando ya estaba traduciendo mucho, cerraron mi instituto y me dieron una plaza en Menorca, pero no me pude ir. Entonces, decidí que seguiría traduciendo.
–Traduciendo del inglés y del francés.
–Desde el principio, me han ofrecido más literatura inglesa, aunque ahora, cuando llegue a casa, tengo a Flaubert esperándome.
–¿Y con qué idioma se encuentra más cómoda?
–Tengo un conocimiento más profundo del inglés y sin embargo, me resulta más fácil traducir del francés, porque es más parecido al castellano. Pero más que el idioma, es el autor el que me facilita las cosas. Hay autores cuya prosa es más sofisticada, pero los oigo mejor en mi cabeza, como que su música está más cercana a la mía. Tengo buen oído para la música y eso me ayuda mucho.
–¿Cómo elige los relatos para sus antologías? Con tantos leídos, ¿resulta difícil?
–Suelo coger un tema que me interesa. El último que he hecho, es de viajeros. Me gusta la variedad y selecciono relatos con distintos enfoques. Igual, en mitad de la noche, me doy cuenta de que no he cogido ningún autoestopista y lo busco, pero tengo bastante claro lo que va a entrar y lo que no. Es más difícil traducir.
–Irun es la ciudad a la que ha venido para ofrecer su conferencia, pero es mucho más.
–Sí, porque mi padre, Miguel Salís Balzola, nació aquí, mi abuelo, Luis fue alcalde y mi abuela Amalia tiene una salita con su nombre en la biblioteca. He ido a la casa familiar de Beraun, a visitar a mi tía Mari Tere, que ya tiene 98 años. Mi madre era de origen gallego y nosotros pasábamos el verano en Galicia, pero veníamos a sanmarciales y a visitar a los tíos. Irun es una ciudad con la que tengo una carga emocional muy fuerte. Hacía mucho que no venía y para mí, éste ha sido un viaje sentimental.
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