Francia está haciendo el ridículo
Iñigo Morondo
Martes, 4 de julio 2023, 21:05
Francia está haciendo el ridículo con el puente Avenida. Su empecinamiento en cerrar un puente es extemporáneo, inútil y contrario a los principios fundacionales de ... la Unión Europea. Es difícil entender cuál es el mensaje, cuál es el sentido, cuál es el motivo, dónde pretende ejercer presión. El Tour era la excusa perfecta para levantar las vallas y que nadie recordara mandarlas poner, era la oportunidad de cerrar este bochornoso capítulo de una forma mínimamente decorosa. Ni por ésas.
El Gobierno de Macron la ha tomado con el puente Avenida de manera que parece que sea la causa de los males del país, cuando cada día es más evidente que sus problemas no son importados, los tiene dentro, y van mucho más allá de los episodios violentos de estos días. Son más profundos y, por más que quieran estrechar el foco, no tienen que ver sólo con los inmigrantes ni sólo con las clases bajas.
Mientras algo en el país vecino sigue a la deriva, tanto que ya no miramos al otro lado del Bidasoa como quien mira al hermano mayor al que se quiere parecer, Macron lleva más de dos años haciendo lo que, como recordaba Ezenarro, no hizo ni el franquismo en sus peores momentos. Pero es que cerrar un puente en una frontera de 500 kilómetros es querer vaciar el océano con un cubo. No sólo el esfuerzo es en vano, es que transmite un punto de enajenación, como si estuviera ausente de la realidad. Porque, no lo olvidemos, Francia estableció sus medidas fronterizas bajo el paraguas de la seguridad nacional y la lucha antiterrorista que todo lo permiten, pero las ha usado, junto a otras menos legítimas aún, como herramientas anti inmigración. Los controles no detuvieron a las personas que llegaban (aunque a algunas intentar sortearlos les costó la vida) y mucho menos lo hicieron las vallas en un puente peatonal. Los migrantes llegaban y pasaban, algunos los devolvían (de manera ilegal) a la frontera y volvían a pasar. Poco importaba el cierre del puente Avenida y menos aún importa ahora que en el adyacente puente de Santiago, desde finales del año pasado, apenas se ejerce vigilancia policial. Así que nada aportará tener vallas, un muro, para el caso, en el puente Avenida si los migrantes en tránsito vuelven a llegar hasta Irun. Algo que, parece escapársele al lejano París, ha dejado de ocurrir.
Mientras tanto, Francia sigue despreciando el derecho a la libre circulación de personas (incluso de las personas que le gustan, las suyas) que la Unión Europea tiene como uno de sus principios. Si queda algo de europeísmo en Europa, eso debería ser algo que preocupara al Consejo Europeo, debería ser algo que Sánchez chivara a ese Consejo, algo que el alcalde, el propio lehendakari, advirtieran al presidente del Gobierno. Presión ciudadana, este viernes a las 18.00. Perfecto. Pero la clase política no puede quedarse a esperar. No debió hacerlo antes, aunque asustara ser David contra Goliat. Esas vallas que se quitaron el lunes estaban sobre el puente, que es propiedad del Ayuntamiento y éste debió advertir que nada de vallas en su propiedad por muy en territorio francés que estuvieran. Y algo había de aquello porque ahora, por si acaso, el nuevo enrejado está a precisos milímetros de lo que es técnicamente puente.
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