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Cinco alumnos del Instituto Bidasoa prueban el 'drone soccer' en Bolonia
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Cinco alumnos del Instituto Bidasoa prueban el 'drone soccer' en BoloniaEl drone soccer es un deporte inventado por unos entusiastas coreanos. Se parece al fútbol menos de lo que su nombre indica, pero sí que ... se juega con drones. Aunque no con cualquier dron. Cinco alumnos del Instituto Bidasoa, acompañados por dos profesores, participan desde hoy en un torneo en Italia y son la única representación española allí.
Kiskitza Oliden, responsable del área de Drones del centro, explica cómo se juega a drone soccer. Los partidos los disputan, en tres sets, dos equipos de cinco miembros y cada uno pilota un dron que se coloca en el interior de unas bolas de malla de plástico de 40 centímetros de diámetro (20 en la versión infantil). Cada dron tiene su función en el campo y sólo uno, el delantero, puede puntuar. Para hacerlo debe pasar por el aro que defiende el equipo rival. La cancha tiene 16x8 metros, más la reserva en cada fondo para que se ubiquen los pilotos de las aeronaves.
«Nos metimos en esto porque compras la bola exterior y las piezas, pero los drones hay que montarlos y ha sido una buena forma de aprender para los alumnos: hélices, baterías, motores, sistemas de navegación, sincronización con el mando», señala. La fase de construcción no va sólo de seguir unas instrucciones básicas. «Salvando las distancias, es un poco como la F1», apunta el director de Innovación del Instituto Bidasoa, Sergio Iparragirre. «Hay unas normas y unos componentes, pero hay que tomar muchas decisiones. Si haces un dron muy potente, la batería te dura menos; si lo haces más pesado también, o es más lento». Iparragirre advertía que, atendiendo a las especificaciones de la norma internacional de drone soccer, «salen unos aparatos muy potentes que aceleran rapidísimo y cogen mucha velocidad. No es fácil pilotarlos».
No es poca cosa que Iparragirre diga eso. Él pilota drones desde hace 15 años, cuando el Instituto Bidasoa se convirtió en el primer centro de FP de España en adquirir uno de estos aparatos. «Hemos hecho algunas pruebas con los alumnos, entrenamientos», cuenta. Han colocado un aro y dado un minuto de tiempo para ver cuántas veces es capaz cada piloto de pasar su dron por ahí. «Esperábamos a que cerrara el colegio para usar las salas de mayor tamaño».
Con poca más experiencia que esa han viajado a Bolonia «con el principal objetivo de aprender», asegura Iparragirre. «Vamos a asistir a una sesión formativa en inglés en la que se van a dar muchos detalles sobre este nuevo deporte y luego cinco alumnos participarán en el torneo de exhibición que se ha organizado dentro del programa de una feria de innovación que se celebra estos días allí. Como será la primera vez que compitan, no esperamos nada más que aprender todo lo que se pueda».
La propia participación incluye buenas lecciones. «Ya hemos hablado de que han tenido que montar los drones, e incluso han diseñado e imprimido en 3D algunas piezas para encajar los elementos», apunta Kiskitza Oliden. «Pero en competición, entre set y set, tienes un par de minutos para hacer el mantenimiento y las reparaciones que necesite tu dron y en eso también hemos trabajado porque el mantenimiento es una parte muy importante del juego (si el dron no funciona no puedes participar en el siguiente set) y también una parte muy importante de la formación que impartimos».
El Instituto Bidasoa es el único centro vasco que ofrece este curso de especialización en drones. «Es una titulación para gente que ya tiene un grado superior», aclara Oliden. «Está incluido dentro de la rama de mantenimiento de vehículos, pero nosotros lo tenemos más asociado a todo lo que tiene que ver con electrónica y mantenimiento electromecánico, aunque puedes llegar desde otras ramas». La versión de este curso tiene en Euskadi 900 horas, «mientras que en el Estado hay un modelo de 500 horas. Ya nos ha contactado algún centro de otra comunidad autónoma que estaba buscando modelos más ambiciosos para esta formación.
El uso creciente de los drones en todos los campos «lo hace súper interesante laboralmente», apunta Oliden. «De aquí los alumnos salen con formación en montaje, mantenimiento, normativa, pilotaje...». Las aplicaciones son cada vez más. Obviando las bélicas, tan presentes últimamente, está el uso de drones en «producción audiovisual y cobertura de eventos, seguridad, mantenimientos, agricultura de precisión, control de incendios, construcción y reforma de edificios, inspección en emergencias en zonas de difícil acceso y en catástrofes, espectáculos visuales en el aire... Y por qué no esto. El drone soccer ahora es un juego, pero a saber dónde acaba. De momento, ya hay una empresa impulsando la que será la primera liga de este deporte en España».
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