La espera mereció mucho la pena
El 8 de septiembre de 2022 será recordado como el del regreso a la nomalidad con una jornada sensacional
IÑIGO ARISTIZABAL
Viernes, 9 de septiembre 2022, 00:22
No vamos a repetir otra vez lo que tantas veces se está diciendo de la vuelta a la normalidad y de recuperar tradiciones, eventos ... o incluso actividades cotidianas que el coronavirus se llevó por delante en los años anteriores.
Pero sí que podemos hacer el ejercicio de echar la vista atrás a esos 8 de septiembre de 2020 y 2021 y reflexionar sobre si realmente alguien pensó entonces o en algún otro momento que el día grande de 2022 iba a ser tan sensacional, rozando la perfección. Porque hasta la climatología se sumó a la fiesta y en su versión ideal, buen tiempo pero sin demasiado calor. Si bien la hora de inicio del alarde es a las 8.55, de manera que los hacheros entran en el casco histórico a las nueve en punto y con el repique de campanas, ya van varios años en los que empieza antes, cada vez antes.
En la noche del martes al miércoles, poco después de que el día 6 dejara paso al 7, llegaron a la calle Mayor las primeras chicas, dispuestas a coger el mejor sitio para ver el espectáculo. Una espera de 35 horas en el caso de las más tempraneras, a las que paulatinamente se fueron sumando más y más personas, la gran mayoría chicas jóvenes. Para algunos es una locura, un pérdida de tiempo, pero a ellas les compensa el esfuerzo para ver el alarde en primera fila.
Alborada y diana
Se puede considerar como otro punto de inicio del día grande la alborada a las cinco de la mañana o la diana a las seis. En el segundo caso, Tamborrada estrenó una nueva, 'Altxa' de Ernesto Villar', para celebrar su centenario, que fue en 2020 pero se ha reflejado este año. También en la figura del tambor mayor Jon Ugarte, que saludó a la efeméride dejando en casa la kapelua y vistiendo un morrión blanco como se hacía antiguamente.
Pero, en definitiva, el alarde como tal empieza a las 8.55, hora en la que los cerca de 5.000 soldados se habían acercado a Gernikako Arbola y esperaban las órdenes de sus respectivas compañías para empezar a desfilar. Antes, vieron cómo arrancó la Banda de Música interpretando 'Campamento Alarde', acompañando el paso señorial de los hacheros y por delante de Tanborrada.
Poco a poco fueron incorporándose al desfile el resto de las compañías, pasando del ir y venir y los corrillos de Gernikako Arbola a la formación en filas y atendiendo a la música de txibilitos y tambores. La subida a la calle Mayor fue, como casi siempre, uno de los momentos más especiales del día. Y, al llegar a Arma Plaza, descanso para algunos y descargas para otros, después de que Tanborrada hubiera acompañado a Arkoll a recoger de la iglesia la bandera de la ciudad. Momento solemne que muchos no conocen y del que solo son testigos quienes están cerca del pórtico de la iglesia o en el mismo.
Guadalupe, con retraso
Sea por la falta de costumbre después de dos años sin alarde, sea por el elevado número de soldados que ayer se sumaron a la tropa, el desfile fue lento. Por ejemplo, desde que el primer hachero cruzó la puerta de Santa María hasta que pasó el último cañon de Artillería transcurrieron 45 minutos. Y más en el sentido descendente porque se repiten las descargas por compañías frente a la iglesia y en este caso es más largo el camino que toca andar hasta la ermita de Saindua, donde llegó el primer rompan filas del día.
Desde ese punto, muchos se dirigieron hacia Guadalupe, algunos para asistir a la misa en la que se reafirma el voto realizado en 1638 a la Virgen de Guadalupe, otros para disfrutar del hamaiketako en la campa.
Descanso y vuelta a empezar
A mediodía tocaba reponer fuerzas, la mayoría en mesas familiares o de cuadrilla y poco antes de las seis se reanudó la 'batalla'. Desde Saindua, el desfile fue por calles que no había pisado a la mañana, como las céntricas San pedro y Zuloaga o la amplísima Sabino Arana para volver a meterse en la calle Mayor.
Casi anocheciendo, el burgomaestre Iñaki Sagarzazu por última vez –deja el cargo– mandó romper filas y la alegría se desató a los sones de 'Zapatero'.
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