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Onar Muguruza y Nagore Martín explotan el caserío Egotza y su quesería de cabras. FOTOS MIKEL ASKASIBAR

«Te motiva mucho que gusten tus quesos»

La eibarresa Nagore Martín es una de las pocas elaboradoras de queso de cabra del territorio

A.E.

EIBAR.

Sábado, 24 de octubre 2020, 00:19

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La eibarresa Nagore Martín, junto a su marido, Onar Muguruza, explotan una quesería de cabras en Soraluze, en el caserío Egotza, en el barrio de Txurruka. Las enormes pendientes de la ladera de caserío no son impedimento para sacar adelante una de las pocas explotaciones que existen de este tipo en Gipuzkoa. Sólo tres, únicamente, son las que en territorio guipuzcoano elaboran queso de cabra, un producto que cada vez cuenta con más adeptos. Hace 8 años se lanzó Nagore, en compañía de su marido Onar, a este mundo, motivada «porque me gustaban los animales y también para educar a mis hijos en un ambiente de caserío». Comenzaron la actividad con 54 cabras y ahora disponen de un total de 85.

Su labor diaria se pone en marcha por la mañana a las 6.30, con el primer ordeño. «Me gusta hacerlo de forma tranquila, con un tiempo de duración de una hora aproximada», dice Nagore. Después lleva a sus hijos a la ikastola y vuelve al caserío para realizar todos los trabajos, siendo esenciales la limpieza de las instalaciones y de los animales.

Comenzaron de forma sencilla a fabricar los quesos y en cuanto conocieron que sus productos tenían aceptación se lanzaron con una máquina manual que les permitía llevar a cabo la elaboración de los quesos cada dos días. «Con la maquinaría hacemos pasta prensada cada dos días y esto facilita la labor. Después compramos dispositivos para su pasteurización».

Administran una explotación de 85 cabras desde hace ocho años, en las laderas de los montes de SoraluzeConciliación familiar y laboral, junto con la proximidad al cliente, entre las prioridades de este negocio

«Amor por los animales»

Hablar con Nagore evidencia al primer instante su gran amor hacia las cabras. «Son de raza alpina y veo que disfrutan cuando les sacamos fuera a comer y están al aire libre. Me pongo contenta. Para ellas no existen las dificultades de las cuestas en las que viven. Me gustaría tener una llanura, pero aquí no es posible».

El primer año fue de prueba, pero el segundo año fue cuando divisaron que su sueño se podía hacer realidad. «Me gustaba más la cabra que la oveja. Me encargo yo del trabajo y mi marido me echa una mano».

No obstante, el aspecto más importante en la vida de ambos ha sido el primar la conciliación familiar y laboral. «Para nosotros ha sido básico este tema. El poder trabajar y educar a nuestros hijos es lo que nos motiva especialmente. Y, sobre todo, ha sido fundamental que los chavales se educasen queriendo a los animales. Son valores muy importantes porque si quieres a un animal cómo no vas a querer a la gente».

A partir de aquí otra de las prioridades de la familia ha sido el mercado y sobre todo el trato con el cliente. «Los primeros compradores eran de Soraluze y después nos lanzamos hacia Arrasate, Bergara, Eibar... Nuestro mercado está en Debabarrena y Debagoiena. Las tiendas de los pueblos son nuestros principales vendedores».

A partir de marzo, con la propagación de la pandemia de la Covid-19 se han desatado los imponderables. «Sí, como todo el mundo. Esta pandemia está suponiendo que las ventas se resientan en las tiendas locales. En la hostelería no vendemos. Por eso vamos a las ferias a reencontrarnos con nuestros compradores. El contaccto con el cliente es muy importante».

El espíritu emprendedor les acompaña a esta familia de manera singular y cualquier problema, al final, tiene solución por la vía del esfuerzo. «No hemos heredado el negocio. A base de experimentar y darnos muchos golpes, al final lo más gratificante de todo es que te digan que les gusta el queso que has mimado y elaborado», finalizaba Nagore.

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