Borrar
Imagen de Rosa Guisasola.

Eibar

Fallece Rosa Guisasola, maestra pastelera referencia en Barrenetxe

A. ECHALUCE

EIBAR.

Jueves, 6 de noviembre 2025, 20:37

Comenta

Rosa Guisasola, hija Cresen y del recordado Juanito 'Txoko', figura muy querida tanto en Eibar como en Donostia, ha fallecido en la capital guipuzcoana dejando tras de sí una trayectoria ejemplar en el mundo de la pastelería y un recuerdo imborrable entre clientes, amigos y profesionales del sector.

Su vida estuvo marcada por el trabajo bien hecho, la cercanía y un carácter afable que convirtió cada mostrador en un lugar de encuentro. Criada en el ambiente vivo y familiar del mítico bar 'Txoko' de Unzaga, Rosa aprendió desde joven el valor de la atención al público, la sencillez en el trato y la importancia de tener siempre una sonrisa preparada. De aquel local emblemático pasó, con decisión y talento, del otro lado de la barra al obrador, encontrando en la repostería su verdadera vocación. Lo hizo junto a su marido, Héctor Barrenetxe, heredero de una saga pastelera ligada a la historia reciente de la ciudad. Los Barrenetxe llegaron a Eibar en 1944. El padre de Héctor, Antxon Barrenetxe, junto a Pedro Susaeta, fundaron la empresa Solera Eibarresa, estanco y pastelería que pronto se hizo un hueco entre los eibarreses.

Tras la separación de los socios, en 1962 nació la pastelería Antxon en la calle Dos de mayo (hoy Toribio Etxeberria), establecimiento que con el tiempo se consolidó como referente de calidad. A ese legado se sumó con naturalidad Rosa, aportando su carácter trabajador, su disciplina y una sensibilidad especial para entender al cliente y cuidar cada detalle. En 1985, Rosa y Héctor tomaron una decisión valiente: dar el salto de Eibar a Donostia y abrir una pastelería propia. Muchos lo vieron como una apuesta arriesgada; ellos lo afrontaron como una evolución natural de su oficio. Allí levantaron la marca Barrenetxe, diversificando la oferta con nuevas especialidade y llevando consigo parte de la memoria dulce de su ciudad de origen, entre ellas la tradicional torta de San Blas, que supieron dar a conocer al público donostiarra sin perder su esencia. El cambio de entorno no fue sencillo. Rosa lo explicaba con claridad, « En Eibar existía una arraigada costumbre de enviarse pasteles entre familias, una cultura pastelera intensa y cercana que al llegar a Donostia no encontraron de la misma forma. Aquella diferencia, lejos de frenarles, les empujó a trabajar más, a innovar y a escuchar al nuevo cliente. Con esfuerzo diario, jornadas largas y una fe inquebrantable en su oficio, consolidaron un negocio que en 2010 fue distinguida como Comerciante del Año por la Cámara de Gipuzkoa, reconocimiento a una trayectoria empresarial basada en la calidad, la constancia y la atención personalizada. Un año después, el Ayuntamiento de Eibar les entregó la Bola de Grabador, en un homenaje cargado de simbolismo. Eibar honraba así a quienes, desde Donostia, seguían llevando el nombre de la ciudad con orgullo y dignidad profesional. Porque Rosa, pese a construir gran parte de su carrera en Donostia, nunca dejó de sentirse eibarresa. «Llevamos Eibar muy dentro», solía decir, recordando el amor de su padre por la ciudad, por Arrate, por las carreras ciclistas, por esa forma de vivir en comunidad que marcó a toda la familia. Esa vinculación se mantuvo viva también a través de los numerosos eibarreses que, cada vez que visitaban Donostia, se acercaban a la pastelería de la plaza Gipuzkoa para saludarla, preguntarle, llevarse un dulce y compartir recuerdos. Rosa hablaba de esos encuentros con especial emoción.

Quienes trabajaron con ella la definen como una gran profesional, exigente consigo misma y respetuosa con su oficio, pero, sobre todo, como una buena persona, siempre pendiente de los demás, con palabra amable, trato cercano y una manera elegante y discreta de estar de cara al público. Su espíritu afable, su capacidad de escuchar, su sentido del humor sereno y su calidez hicieron que muchos clientes se convirtieran en amigos y que cada visita al mostrador tuviera un punto de confianza doméstica. Rosa deja una huella profunda en dos ciudades y en un sector que reconoce en ella la combinación poco frecuente de sacrificio, talento y humanidad. Hoy, Eibar y Donostia la despiden con respeto y cariño, con el sabor de tantos dulces compartidos y la certeza de que su nombre quedará unido a la mejor tradición pastelera de Gipuzkoa.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

diariovasco Fallece Rosa Guisasola, maestra pastelera referencia en Barrenetxe

Fallece Rosa Guisasola, maestra pastelera referencia en Barrenetxe