Oihane Vicente y Josune Martin, primeras capitanas del baile en 2015
«Hombre o mujer, éramos dantzaris interpretando la Ezpata Dantza»Se cumplen 10 años de la entrada de las mujeres en la Ezpata Dantza de Zumarraga, un paso que recordamos con las dos capitanas de aquel día
El próximo 2 de julio se cumplirán 10 años de la entrada de las mujeres en la Ezpata Dantza de Zumarraga. Oihane Vicente y Josune ... Martin fueron las primeras capitanas de aquel baile de 2015 en la ermita de la Antigua, con el que Irrintzi abrió camino a las zumarragarras tras cinco siglos de hegemonía masculina en su representación.
«Aunque haya pasado una década desde entonces, durante estos días, mientras pensaba en ello, reparaba en que tal vez 10 años puedan significar mucho en la vida de cada una de nosotras, pero son un suspiro dentro de la historia de la Ezpata Dantza», señala Oihane sobre un baile que se remonta al siglo XVII e incluso, podría ser anterior.
Josune Martin, que actualmente trabaja como profesora de adolescentes que rondan los 15 años, añade un apunte sobre cómo perciben las nuevas generaciones la Ezpata Dantza hoy en día. «No sé si mis alumnos, que tendrían 5 años cuando se produjo el cambio, son muy conscientes de ello. Prácticamente han conocido el baile tal y como se realiza ahora, sin el contraste de cuando únicamente era de hombres», señala. «Veo positivo que los que vienen detrás tengan tan interiorizada una Ezpata Dantza sin distinciones y sin ningún cuestionamiento sobre la participación de la mujer, pero al mismo tiempo, me parece importante que sepan que, hasta hace relativamente poco, no era así y conozcan el paso que se dio», comenta.
–¿Con cuántos años comenzaron a bailar en Irrintzi y qué edad tenían cuando interpretaron la Ezpata Dantza aquella primera vez?
–Josune Martin: Yo empecé en el grupo con 5 años y cuando bailé la Ezpata Dantza tenía 21.
–Oihane Vicente: En mi caso fue ya de joven. Entré en Irrintzi con 16 años y bailé la Ezpata Dantza con 26.
–¿En aquellos años previos, habían querido bailarla o era algo que ni siquiera se planteaban ante la exclusiva participación de los chicos?
–O.V.: Al entrar al grupo de mayores de Irrintzi sí que te surgían ganas y de hecho, en los ensayos aprendíamos el baile, aunque luego no lo representáramos el 2 de julio.
–¿La entrada de las mujeres se dio de manera natural?
–O.V.: Yo diría, más bien, que nació de una necesidad y de unas ganas, que abrieron un intenso proceso de reflexión dentro de Irrintzi. No fue de un día para otro, duró varios años. El grupo estaba muy alineado a favor del cambio, lo teníamos todos bastante claro, pero ese cambio requería un debate importante sobre cómo realizarlo y queríamos hacerlo bien. Así que debatimos mucho. Había que romper una dinámica y crear otra nueva, para lo que es necesaria la propuesta de unos, pero también el apoyo y las ganas del resto. Uno de los aspectos en los que más pensamos durante aquel proceso fue en cómo reaccionaría el pueblo, porque nosotros somos quienes representamos la Ezpata Dantza, pero la Ezpata Dantza es parte del propio pueblo y la gente la vive como algo muy suyo. Tampoco dijimos nada hasta el último momento, queríamos que la entrada de las mujeres se viviera como algo natural, sin que adquiriera un bombo enorme. Al fin y al cabo, quien interpreta la Ezpata Dantza, sea hombre o sea mujer, es un dantzari representando el baile, así es como lo entendemos nosotras.
–Una idea que también quisieron reflejar en el cambio de vestuario.
–O.V.: Fue totalmente de la mano y también tuvo su importancia. Llamamos a Ane Albisu, antropóloga e investigadora experta en vestuario del centro de investigación del folklore vasco Ikerfolk, quien nos ayudó con el diseño del traje, donde la principal variación fueron los pantalones unisex.
–¿Cómo vivieron aquella primera Ezpata Dantza del 2 de julio de 2015?
–J.M.: No podemos negar que al principio había un poco de miedo, en aquel momento se veían actitudes contrarias en actos como el alarde de Hondarribia y aunque nosotras tuviéramos clara nuestra decisión, sentíamos respeto hacia la respuesta del exterior. Pero desde el primer momento de aquel 2 de julio, cuando nos reunimos en la plaza para subir a la Antigua, nos acompañó más gente de la habitual, que nos aplaudía y nos animaba. Eso nos ayudó a dejar el miedo atrás. Una vez arriba, yo veía a personas cercanas a mí llorando de la emoción por todas partes y pensaba ¿hacia dónde miro para evitar terminar llorando yo también? Creo que la sensación generalizada fue 'ya era hora'.
–O.V.: Yo recuerdo que al acabar sentí alegría, pensé 'ya está, lo hemos hecho, se ha abierto la puerta'. Al salir de la ermita para bailar fuera nos recibieron con un aplauso muy largo. En realidad, los aplausos fueron continuos toda la mañana. Acudió a ver el baile gente que normalmente no lo hacía. También hubo quien no vino. Pero en general, sentimos una gran acogida.
–Otras cuatro mujeres interpretaron aquella Ezpata Dantza en la cuerda, ¿quiénes fueron?
–J.M.: Amaia Plazaola, Nekane Martin, Ane Egia e Inés Aztiria. Pero creo que tan importantes como las mujeres fueron los chicos que bailaron con nosotras ese día, llevando a cabo aquella nueva propuesta entre todos. Los capitanes fueron Eneko Galdos y Mikel Aranburu y los cuatro chicos en la cuerda Mikel Idiakez, Asier Villalain, Mikel Urteaga y Josu Otaegi.
–¿Continuaron bailando la Ezpata Dantza en años posteriores?
–J.M.: Sí, dos años más como capitana y otros dos en la cuerda.
–O.V.: Yo no, únicamente un 15 de agosto en la parroquia para suplir la falta de un dantzari.
–Sabiendo lo que saben ahora, ¿hubieran cambiado algo?
–J.M. y O.V.: No. En aquel momento hicimos las cosas como mejor entendimos.
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