«Vladislav está en Kiev y estamos todo el rato pendientes del móvil»
Gisela Vivaldo y su familia acogieron a un niño ucraniano hace varios años, ahora, se encuentra en plena invasión en Kiev
AMAIA JIMENEZ
Legazpi.
Jueves, 3 de marzo 2022, 23:11
Las últimas semanas están siendo duras para Gisela Vivaldo y su familia. Vivaldo lleva cerca de 20 años en Legazpi, y allá por el 2008 decidió acoger un niño durante los meses de verano, mediante la asociación Chernobil Elkartea. Aquel niño se llamaba Vladislav Prokopenko, un alegre y dicharachero niño pelirrojo, que vino a la localidad en cuanto terminó el colegio, para respirar aire fresco, lejos de la radiación de su pueblo.
«Era un programa para niños de entre 6 y 17 años», explica Vivaldo, por lo que 'Vladi', tal y como le llama su familia, estuvo muchos años viniendo todos los veranos a Legazpi. La primera vez que Vladi vino aquí, Vivaldo no tenía hijos, pero a medida que pasaban los años, la familia fue creciendo: «era el hermano mayor; era y es parte de la familia», cuenta la argentina afincada en el municipio.
La última vez que Vladi tuvo la oportunidad de venir fue hace tres años, mediante una carta de invitación: «como Ucrania no está en la Unión Europea, es complicado venir aquí, si no es como turista o con una carta de invitación», añade Vivaldo. Desde entonces, la familia legazpiarra se mantuvo en contacto con Vladi, mediante WhatsApp o videollamadas; incluso tenía intención de volver aquí para encontrar trabajo y afincarse.
«Cuando yo vi que las cosas empeoraban, intenté convencer a Vladi para que viniese, pero bombardearon Kiev y tomaron el aeropuerto»
La semana pasada comenzó la invasión de Rusia a Ucrania, con bombardeos a ciudades, llegando hasta Kiev. Allí se encuentra Vladi, desde que estalló la agresión. «Cuando yo vi que las cosas empeoraban, intenté convencer a Vladi para que viniese, pero bombardearon Kiev y tomaron el aeropuerto», recuerda Vivaldo. Aunque la situación iba a peor poco a poco, Vladi no quería salir del país para no perder su trabajo, ahora es muy complicado salir.
Entonces empezó la odisea tanto para Vlaldi, como para su familia legazpiarra. Reciben mensajes más o menos cada dos días, y mientras tanto, se pasan el tiempo «pendientes del móvil. Cuando veo una notificación suya en el móvil me pasan dos cosas: o pienso que está bien o que algo se habrá complicado», añade triste Vivaldo.
«Hace unos días me dijo que si salía de esta ya había visto todo en esta vida. ¡Solamente tiene 22 años!»
Y es que los ucranianos tienen mucho miedo de hablar. Vladic ya había contado a Vivaldo y su familia que tienen miedo de que rastreen o lean sus mensajes y que los encuentren. Hoy por hoy, Vladi se encuentra en un refugio con un amigo, donde se les han unido más personas. Vivaldo cuenta que al principio contaban con suficientes enseres, pero que a medida que pasan los días se van gastando, y que no hay dinero en los cajeros ni comida en los supermercados.
Una de las cosas más duras para la familia es el contenido de los mensajes: «hace unos días me dijo que si salía de esta ya había visto todo en esta vida. ¡Solamente tiene 22 años!», recuerda triste la argentina. Esperan con todas sus fuerzas que Vladi salga de esta y que, tarde o temprano, se puedan a volver las caras, dejando todo atrás.