¿Existen asientos de avión más seguros que otros?
Pese a los titulares aparatosos, sigues teniendo más probabilidades de morir sobre una bicicleta que surcando los cielos
Cuando uno reserva un vuelo, a menudo le asaltan las dudas sobre qué asiento escoger. ¿Merece la pena pagar un extra por situarse en las ... primeras filas y ser de los primeros en abandonar la aeronave? ¿O tal vez convenga sentarse junto a una salida de emergencia para disponer de espacio extra y poder estirar las piernas? Desde el pasado junio, sin embargo, los interrogantes versan más bien sobre la espinosa cuestión de la supervivencia.
La causa se encuentra en el siniestro sufrido por el vuelo 171 de Air India, que se estrelló en un área residencial después de que sus motores perdiesen propulsión (el informe preliminar sugiere un corte de combustible, aunque las razones exactas podrían quedar en el limbo). Medios de todo el mundo no tardaron en informar sobre un único superviviente, Vishwash Kumar Ramesh, de 40 años, quien ocupaba el asiento 11A. ¿Era el suyo un episodio anecdótico, casi milagroso, o realmente existen asientos de avión más seguros que otros en caso de accidente?
La respuesta podría ser afirmativa si atendemos a la investigación llevada a cabo por la revista 'Time', que analizó los últimos 35 años de la base de datos de accidentes aéreos de la Federal Aviation Administration. Concretamente, los reportes que contenían información sobre números de filas y asientos: un total de 17 comprendidos entre 1985 y el año 2000.
La conclusión del estudio fue que la probabilidad de fallecimiento entre quienes ocupaban la cola del avión era inferior a la de quienes optaban por la mitad o el comienzo del aparato (un 32% frente a un 39 y un 38% respectivamente, dado que el morro absorbe la mayor parte de la energía de la colisión en los impactos frontales). Dentro del tercio posterior, también se determinó una mayor tasa de supervivencia entre los ocupantes de los asientos centrales (ni pasillo, ni ventanilla) de las últimas filas, curiosamente los que resultan menos atractivos para los viajeros.
Existen, no obstante, muchos otros análisis sobre la mayor o menor seguridad de ciertos asientos. Como el publicado en 2008 por la Universidad de Greenwich, que concedió más oportunidades de sobrevivir a quienes se sentaban junto a las salidas de emergencia; o el del profesor de la Universidad de Nueva Gales del Sur, Cheng-Lung Wu, que destacó las filas coincidentes con las alas del avión por encontrarse estructuralmente reforzadas.
Los expertos coinciden al afirmar que estos cálculos son circunstanciales, ya que dependen del contexto en que se produzca el accidente en cuestión. Si la cola de la aeronave absorbe el impacto, los porcentajes se invertirán, quedando más probablemente a salvo los pasajeros de las filas iniciales. Igualmente, aunque sentarse junto a una salida de emergencia puede hacernos ganar unos preciados segundos en caso de evacuación forzosa, también nos sitúa junto a los tanques de combustible (los cuales, todo sea dicho, suelen vaciarse antes de un aterrizaje de emergencia).
Pagar un 'extra'
La propia revista 'Time' reconoce que en algunos de los accidentes investigados los supervivientes se diseminaron de forma bastante irregular a lo largo de las aeronaves, por lo que probablemente no debamos meditar demasiado cuando la aerolínea de turno nos pida elegir asiento (pagando un extra, claro está).
En su libro 'Cómo superar el miedo a volar', Allen Carr, pone de manifiesto la excepcionalidad de los accidentes, algo que respaldan las cifras. Según la firma de análisis US Census data, la probabilidad de morir en un avión es de 1 entre 205.552; bastante inferior a la de hacerlo montado en bici (1 entre 4.050), ahogado (1 entre 1.086) o en un accidente de coche (1 entre 102).
Carr arroja otro dato clave: la inmensa mayoría de los accidentes ocurren fuera del sector comercial; dentro de un ámbito privado que según la firma legal Joe I. Zaid & Associates sigue presentando bastantes lagunas de seguridad. Si nos remontamos al periodo comprendido entre 2012 y 2016, por ejemplo, la International Air Transport Association ('IATA', que representa a más del 80% del tráfico aéreo global) reportó una media de 75 accidentes anuales entre los más de 38 millones de vuelos practicados. De estos, tan solo 11 (de media) registraron víctimas mortales.
Estas cifras han ido reduciéndose con el paso de los años, al implementarse mejoras tecnológicas capaces de minimizar los errores humanos (responsables de hasta el 90%). Tal así que 2023 fue referido por la IATA como «el año más seguro para la aviación comercial», con un solo accidente fatal registrado. Le siguió un ligero empeoramiento en 2024 (siete), pese a lo cual la estadística se mantiene invariable: ocurren menos de dos accidentes (con o sin víctimas) por cada millón de vuelos comerciales.
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