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CULTURA

Veinticincio años de un fogonazo en la literatura en euskera

F. I.

Miércoles, 13 de febrero 2013, 01:14

En junio se cumplirán 25 años de la publicación de 'Obabakoak', el libro de Bernardo Atxaga que cambió radicalmente la percepción de la literatura en euskera. Primeramente ganó el Premio Euskadi y en 1989 el Ministerio de Cultura le concedió el Premio Nacional de Literatura. Era la primera vez que las altas instancias políticas y culturales del Estado otorgaban un reconocimiento así a la literatura euskérica.

La obra es también noticia porque, en Bilbao, la asociación Bilbo Zaharra Foruma la ha escogido para la llamada Klasikoen Irakurraldi Etenik Gabea (Lectura Ininterrumpida de los Clásicos).

'Obabakoak' ha hecho desde entonces un viaje largo, con paradas en numerosos países. Mientras la editorial Erein, responsable de la edición en euskera, calcula que se han vendido 60.000 ejemplares en euskera, la obra se ha editado en más de treinta países, desde los poderoso Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Rusia hasta los lejanos Siria, Turquía y Finlandia.

Atxaga recopiló en ese libro una veintena de narraciones de dimensiones y estilos muy diferentes. Algunos de los cuentos, los que daban comienzo al libro, ya habían sido publicados anteriormente y se acercaban al realismo mágico. Había otras piezas de auténtica vanguardia, como la pieza breve ' Ipui bat bost minututan izkribatzeko'.

Las historias se desarrollaban en un lugar llamado Obaba. La profesora de la UPV Mari Jose Olaziregi lo ha descrito así: «Las narraciones de Obaba hablan de una geografía vivida, una geografía que remite a espacios presentes en la infancia del autor que sirven de excusa narrativa para transmitir un mundo antiguo en el que no rige la causalidad lógica sino la mágica. La oposición entre Naturaleza y Cultura es la que condiciona el devenir de los acontecimientos en Obaba, y en realidad, se trata de un mundo premoderno, donde no existen palabras como 'depresión' o 'esquizofrenia' y donde se recurre a los animales para explicar acontecimientos incomprensibles para sus habitantes. Por ello, en el territorio de Obaba, es factible que se acepte la metamorfosis de un niño en jabalí o la creencia de que un lagarto puede volvernos locos tras introducirse por nuestro oído».

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