«En Sort nos ha tocado la lotería sin tener que comprar boletos»
Rebeka Hernández y Joxemari Castiñeyra Encontraron la suerte
ELENA VIÑAS
Domingo, 19 de diciembre 2010, 04:38
Una serie de factores sucedidos a modo de efecto mariposa desencadenaron su decisión de dejar San Sebastián y asentarse en Sort. La suya es la historia de un amor que se consolidó entre montañas y de proyectos que se materializaron lejos del estrés de la ciudad. No les ha tocado el Gordo de la lotería de Navidad. Ni falta que les hace.
- ¿Cómo acaba una joven pareja de donostiarras en un pueblo que suena a premio gordo de la lotería de Navidad?
- Conocí a Joxemari hace unos 7 años -contesta Rebeka- y al poco tiempo, coincidimos en nuestras fechas de vacaciones. Fue una semana de otoño. Él me sugirió que viniésemos al corazón de los Pirineos a un apartamento que había comprado por internet ya que es aficionado a hacer snowboard. Me animé porque siempre me ha gustado viajar y descubrir lugares nuevos. Entonces, Sort aún no me sonaba ni por la famosa lotería y cuando crucé el puerto de la Bonaigua, descubrí realmente la belleza de estas montañas. Cuando llegué al valle, en ese mismo momento, creo que me enamoré de todo, del fabuloso pueblecito, del lugar y de él.
- A mí me pasó lo mismo -dice Joxemari-. Bastó con unas cuantas visitas al Pallars para enamorarme de sus valles y de Rebeka al unísono.
- Así que podría decirse que la historia de amor es doble.
- Sí, sí. Hasta el punto que cuando decidimos casarnos, también lo hicimos aquí y nos trajimos a la familia y amigos. Un día decidimos dejar Donostia y venirnos a vivir a Sort. Ya llevamos casi dos años. El 20 de enero de 2009 fue nuestro último día en la ciudad azul. Nunca antes nos habíamos emocionado tanto con el sonido de los tambores, hasta lloramos, pero emprendimos el viaje muy positivos a nuestra nueva vida en la montaña. Era imposible que nos fuera mal en un lugar llamado 'suerte'.
- ¿Y la encontraron? La suerte, quiero decir.
- Sí -responde Rebeka-, en Sort nos ha tocado la lotería sin comprar boletos. Todos sabemos que para una pareja joven y mileurista, con la crisis y los precios inmobiliarios de Donosti, es imposible poder comprar una vivienda. Yo llevaba 16 años trabajando en un conocido supermercado, en Súper Amara, en el que he crecido, pero me apetecía un cambio de aires y probar otras cosas. Cuando Joxemari me pidió que nos casáramos, no lo dudé. Nos vinimos a Sort. Siempre le había dicho que no quería un anillo, sino un billete de avión a un cambio de vida y él me lo estaba ofreciendo. Así lo hicimos. Lo dejamos todo, nuestros trabajos, el piso del muelle en el que llevábamos cinco años viviendo, las bicis, los pintxos.
- Cambiaron el mar por montaña.
- Ahora trabajamos en invierno a más de 2.000 metros de altura -cuenta Rebeka-, en la estación de esquí de Port-Ainé; una estación preciosa, muy completa y de trato familiar. Yo, en verano, también trabajo en un hotel encantador al pie del Parque Nacional de Aiguestortes, otra maravilla de la naturaleza. Este mar de montañas de nata nos ha atrapado, sobre todo, por sus gentes. Resulta que hay gran afinidad entre vascos y catalanes.
- Estos valles -añade Joxemari- me han dado la inspiración, el tiempo y la calma que el estrés de la ciudad no me ofrecía a la hora de realizar mi proyecto, www.pyreneesdesign.com, la agencia de publicidad integral online de Sort, y blogpirineos.pyreneesdesign.com, con actualidad del Pirineo, red social, tablón de anuncios.
- Pues sí que les ha salido bien el cambio.
- Cuesta salir de Donosti, pero una vez que lo haces también puedes sentirte muy feliz, descubriendo otros lugares y además, siempre puedes volver. El hecho de venir a vivir a Sort era realmente la elección más inteligente que podíamos tomar: economizar en vivienda y combinar el trabajo en la estación de esquí con Pyrenees Design Studio. A la gente le sorprendió. También a los de aquí, que nos preguntan qué hacemos en Sort siendo de una ciudad tan bonita.
- Y viviendo en Sort, ¿también juegan a la lotería?
- La verdad es que no.
- Pero seguro que en estas fechas les encargan más de un décimo.
- Eso sí. Hemos llegado a comprar más de 1.000 euros en boletos. Siempre hay quien nos encarga y tenemos que hacer cola, porque aquí se hacen unas colas terribles todos los días. De momento, no le ha tocado a nadie.
- ¿Volverán algún día a Donosti?
- Nada es para siempre. Somos jóvenes y no vamos a encerrarnos toda la vida en un sitio. Ahora estamos bien aquí, aunque extrañamos a nuestra gente, el movernos en bici, la comida y el clima. Piensa que podemos llegar a tener 32 grados bajo cero.