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:: LOBO ALTUNA
CRÓNICA MUNICIPAL

Cuando las gentes opinan

Debate ciudadano a la vista: la eliminación de una buena parte de los toldos de La Concha. Otro a más largo plazo es la penetración del Topo, que en el caso de Loiola oferta mejoras estéticas y no sólo de transporte

ANA VOZMEDIANO

Domingo, 21 de febrero 2010, 02:47

Si hace un par de meses un grupo de ciudadanos hubiera entrevistado al alcalde, las luces de navidad hubieran caido como una losa en la conversación. Menos opciones, como debate, parece tener eso del orden de salida de la Tamborrada Infantil, pero si alguien echaba de menos la polémica popular acaba de llegar una: los toldos de la playa de La Concha. La Ley de Costas exige que exista una franja libre de seis metros entre la última fila de parasoles y la orilla cuando llega la pleamar, la marea alta. Y esto supone una reducción muy importante en el espacio reservado que tiene el litoral donostiarra. De unos 700 a unos 400. Además, puede ser que no se conserven los derechos de quienes tienen su toldo «de toda la vida» y que se sorteen todos los los espacios.

Para algunos sectores, los ecologistas, por ejemplo, la medida se queda corta por lo que los carpas y sombrillas tienen de ocupación de espacio público y privatización de un lugar que es de toda la ciudadanía. Para otros, la ordenación de la playa y, sobre todo la imagen de tan preciado tesoro pasa por colocar los toldos que la caracterizan. Y no va a faltar quien eleve a categoría de drama la mera posibilidad de quedarse sin su sombrilla de toda la vida.

Debate servido, aunque esta vez no basta con manifestarse en pro de unas navidades como mandan las guirnaldas, sino de una norma que no se ha elaborado desde el Ayuntamiento y a la que poco parece que le afecte el concepto de tradición ni supuestos derechos inalienables a tener reservado un espacio en la arena.

Los políticos municipales, de momento, no se han pronunciado sobre el impacto de esta Ley, aunque la reducción de parasoles tenga clara vocación de convertirse en carne de debates y discusiones. En una ciudad como esta no pueden faltar.

Como la entrevista realizada al alcalde Odón Elorza tuvo lugar después de las luces navideñas y antes de la eliminación de unos cuantos centenares de toldos, los cuatro protagonistas de la entrevista ciudadana se lanzaron por otros derroteros. Muy vinculados al transporte público, que esta misma semana descubría que son posibles mejoras en los barrios, esta vez será Loiola, no sólo por lo que suponen en la comunicación de sus gentes, sino también en la estética de diferentes zonas que siempre han tenido imagen degradada. Muros, en este caso.

El departamento de Transportes del Gobierno Vasco se ha propuesto convertir ese nuevo Topo, (lo de topo-metro queda horrible), en un proyecto estratégico de San Sebastián. Y en épocas en las que los fotomontajes sobre nuevas viviendas han perdido peso, la conveniencia de implantarlo, los plazos y el inicio de obras de bocas de metros se han convertido en un debate a más largo plazo que el de los parasoles.

En este caso, hay quien cree que no se necesitan bocas de metro en el interior de la ciudad, no faltan escépticos que consideran que proyectos de tanta envergadura nunca han llegado a Donostia y tampoco hay que rebuscar mucho para conocer a alguien que hace planes para cuando, de verdad, sea posible llegar desde determinados barrios a la Universidad sin hacer transbordos.

No deja de ser curioso que, cuando la gente opina, da por hecho que el actual transporte público, el de los buses de la Compañia del Tranvía funciona muy bien, una expresión poco habitual en los usuarios de cualquier localidad. También puede llamar la atención que, en plena crisis, con los problemas para ingresar dinero de los fondos forales y, mucho más, de los ingresos por la venta de parcelas, la opinión de los expertos sea que el cierre del presupuesto de 2009 cuadra, que se puede afrontar la crisis.

En este caso, que nadie se engañe, se habla de dos baremos para mantener la situación. O se suben los impuestos y las tasas, a muchos se les ocurrirá que es imposible que más, o se siguen recortando los gastos. Y ese recorte, todavía hay que conocer todos los datos, pasa por ajustar dinero para el mantenimiento de los polideportivos, para actividades de las casas de cultura, por buscar cómo paliar el déficit que surge del servicio de recogida de basuras o por cuidar menos los jardines. Entre otras muchas cosas.

Los responsables políticos tienen claro, de momento, que la opción es optar por el recorte y no por incrementar presión fiscal, pero establecer prioridades en una ciudad en la que se exige el máximo va a ser más complicado que lo que se percibe en principio.

Las operaciones de vivienda, además, siguen esperando. San Bartolomé parece acercarse al final de la incertidumbre, lo que supondría, si todo sale bien, el inicio de las obras. Auditz Akular y Txomin dependen demasiado del Ayuntamiento como tractor, ante unos agentes privados que no están dispuestos a llevar las excavadoras a estos terrenos.

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