Tolosa

Un tesoro: el coro parroquial

PD1. Qué espectáculo el sábado en el Zerkausi, sobre todo en el puesto que está enfrente del estanco. ¡Qué onddos! «¿De dónde son?», le preguntaban a la dependienta. «De Navarra», repetía una y otra vez, hasta que por lo bajini nos dijo: «Eso es lo que me dice mi jefe que diga». Ya sé que no ha habido golpe de hongos, me lo hubieran dicho mis micólogos Benta y Juantxo. Estos onddos, pensé, son demasiado bonitos, parecen hechos en serie. ¿Los traerán de Centroeuropa en avión como me dijeron? Al loro. El mendizale Antxon Jauregi me ha dicho que en el valle deAran ha habido un golpe de onddos espectacular. Ahí lo dejo...

PD2. El que canta, su mal espanta. Soy cantarín, y en el grupo cantaba todas, aunque me apagaban el volumen. Hablando de cantar con Josetxo Otxoa, me recordó aquel cartel que el Ayuntamiento nos obligó a colgar que ponía: 'Prohibido cantar'. Él le añadía la palabra 'mal'. Era un espectáculo, se cantaban tangos y rancheras, y todos los días.

PD3. Mi pueblo tiene muchos tesoros. Algunos, como el que cuentan que escondieron los franceses en su huida a su patria, sé que hubo excavaciones en su búsqueda en el entorno de la iglesia de San Francisco. Pero hoy te hablo de un tesoro cultural que nació en 1540, y que a trancas y a barrancas, sobrevive: Tolosako Santa Mariako Musika Kapera. Hay un libro que te recomiendo que leas, lo escribió Enrique Bello Larrarte. Está en la biblioteca. Maite Crespillo es la persona que tira del carro. Y en esa lucha el sábado actuaron en la iglesia Santa María de Viana.

PD4. Un pajarito me había avisado de esta actuación y le abordé en la calle. «Javier, fue un día grande. Llevamos música de Gorriti y de los Mocoroa. La iglesia se llenó, le regalamos una txapela bordada al párroco, comimos de maravilla en el hotel Palacio de Pujadas. Soy optimista porque han entrado seis voces masculinas en el coro». Y me dijo una frase que me impactó: «Teniendo muy presente el pasado, luchamos por el futuro».

Zurutada. Estaba Lazkao Txiki cortando la hierba del caserío cuando oyó dos tiros. Pum, pum. Y a sus pies cayó una liebre. Primero llegó un perro y después dos cazadores. «Buen hombre, ¿ha visto usted por aquí una liebre?». «¿Ahora? Las doce, la hora del Ángelus». «No, que si ha visto una liebre». «¿Llover? Está viento sur, tiempo palomero». «Bah, vámonos que este no se entera...». El sábado los cazadores bajaron al mercado y ahí Lazkao Txiki vendía sus productos. «Vamos a tomarle el pelo», dijeron. «Kaixo, ¿qué hora es? ¿Va a llover?». «Ni me importa si va a llover o ni qué hora es. Lo que sé es que ayer nos comimos una liebre estofada en el caserío».