La primitiva ermita y el poblado
La próxima campaña arqueológica en San Bartolomé centra su actuación en el interior de la ermita y en una parcela cerca de las vías
La piqueta volvía a San Bartolomé para seguir desentrañando, entre otras cosas, si albergó aquel 'logar que llaman Ordiçia', en el que Alfonso X El Sabio ordenó levantar una villa murada a la que puso por nombre Villafranca. Labor de investigación que, a modo de resumen, por lo que a la ermita se refiere, ha servido para constatar una sucesión, en algún caso superposición de muros, de tres templos diferentes, si bien los restos arqueológicos más antiguos hallados se refieren a policromías conservadas en varias piedras que el análisis del laboratorio confirmaban eran pinturas murales llevadas a cabo entre los años 1222-1286, hallazgo que nos remitiría a una cuarta ermita y hasta el momento la más antigua. Policromías que al día de la fecha constan como las más antiguas de Gipuzkoa.
Pero además, el recinto y entorno fue lugar de enterramiento ya en la edad media, y entre los restos óseos, encontrados, el carbono 14 reseñaba que los más antiguos pertenecerían a un ordiziarra que vivió entre los años 1117 y 1222, es decir, en días anteriores a la fundación de la villa en 1268.
Diez años buceando en un espacio en el que la tradición oral sitúa el origen de la localidad, que han servido para pasar de un estadio de falta de pruebas de todo tipo a una constatación histórica, del lugar, a partir del siglo XII, utilizando para ello una metodología científica.
Y llegaba esta campaña 2022, que reclamaba, de entrada, retirar los restos de amianto encontrados en el exterior del templo, donde acabaron, como fruto de algún desescombro, retirada necesaria para poder afrontar la tarea. Labor que retrasaba el propósito de este año, que el equipo de arqueólogos formado por Iosu Etxezarraga, Nerea Iraola y David Cano se marcaban como objetivo, documentar el mayor número posible de los restos encontrados de los templos descubiertos. Labor que se ha centrado, a la vista de la estratigrafía, en datar (año 1300) el muro de la ermita más antigua. El segundo, que nos habla de un ensanche, en el año 1500. «Hemos encontrado, apuntan, cimientos a dos metros de profundidad y para nuestra sorpresa, la localización perimetral del cementerio del siglo XIX y sepulturas anteriores a 1500».
«Con todo lo que ya sabemos, no tenemos duda de que hay dos puntos en los que debemos centrar nuestras próximas actuaciones. Por un lado, el interior de la actual ermita bajo cuyo subsuelo encontraremos restos de la primera ermita y además, con mucha seguridad, las sepulturas más antiguas y además intactas, que nos aportarán información sobre los ritos funerarios de la Edad Media, etc.
Por otro, teniendo en cuenta que en Europa a partir del siglo VIII empiezan a surgir concentraciones de población; aldeas, que mantenía, en general un mismo modelo organizativo; en el centro las viviendas-chabolas, y alrededor la ermita necrópolis y los cobertizos en los que llevar a cabo diferentes labores. Pues bien, a la vista de las diferentes catas que a su vez hemos realizado, consideramos como hipótesis muy fiable, que el poblado que acompañaba a aquella primera ermita debía estar en terrenos próximos a las vías del tren, justo detrás de la marquesina del andén dirección Zumárraga. Dos empeños que reclaman mucho tiempo para excavar».