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BELEN PARRA
Jueves, 7 de julio 2022, 00:07
Guillermo Prieto vive un exitoso mes de junio. En primer lugar, quedó segundo en la Vuelta a Madrid Non Stop BTT (ciclismo normalizado) en la categoría Sólo. Para él ha sido su primer reto solidario de este año y ha sido en favor de ASPAYM. Lo recaudado irá destinado íntegramente al campamento ASPAYM 2022 para niños y niñas de diferentes puntos de España con y sin discapacidad.
Para el olaberritarra fue una de las pruebas más duras que ha hecho hasta el momento. Durante tres días, con un límite máximo de 58 horas y acompañado de cuatro amigos, recorrió, sin parar y sin relevo, 720 km y 11.280 m. de desnivel positivo distribuidos en 10 tramos.
Según nos cuenta, en todas las etapas había tramos en los que debía de bajar de la bicicleta e ir andando, lo que además de perder mucho tiempo, «muscularmente me dejaba roto». A ello se sumó la alta temperatura, un tremendo aguacero, una dura caída con un buen golpe en la cadera y las costillas, problemas estomacales e incluso pérdida de la señal del GPS que complicaron una prueba ya calificada dura por los caminos por los que discurre, con grandes cárcavas y senderos de arena. Aun así, Guillermo paró el reloj en 53 horas 40 minutos y 29segundos, consiguiendo el segundo puesto. «Para nosotros llegar a la meta era conseguir la victoria. La alegría de conseguirlo hace que lo malo se olvide pronto».
En su segunda prueba del mes, en el Campeonato Gipuzkoa Contra-Reloj Individual (Ciclismo adaptado) también obtuvo la segunda posición. Aunque llegó muy cansado por su prueba anterior, el olaberritarra acudió con ilusión porque es una carrera que le gusta aunque los últimos 300 metros «un repecho muy duro que cuesta subir ha sido lo más difícil», reconoció.
Si a principios de mes Guillermo realizaba una Non Stop de 53 horas, para finales se animó a realizar su particular 'Quebrantahuesos' con 76,5horas con 1.095km y 11.265m de desnivel. Es su segundo reto solidario también en favor de ASPAYM.
Salió desde Valladolid sin vehículo de apoyo y con todo lo necesario en las alforjas y en la mochila, con destino a Jaca. Allí realizó el recorrido de la Quebrantahuesos y volvió a Valladolid. En esta ocasión quiso homenajear a los corredores de antes, «apenas reconocidos, que debían ir en bicicleta a las carreras y tras la prueba volvían a casa en bici, comiendo lo que podían y donde podían».
En esta ocasión el viento y el frío fueron sus peores enemigos y muy cansado finalizó la prueba «muy contento y orgulloso con lo conseguido».
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