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Las Loinatz jaiak siguieron latiendo con fuerza durante la jornada del marte. Desde primeras horas de la mañana, el centro del municipio se convirtió en ... un ir y venir constante de gente, música y color, en una de las jornadas más tradicionales y concurridas del calendario festivo local.
Aunque la feria se abrió oficialmente a las 10.00 de la mañana, los trabajos para acondicionar las calles y montar los diferentes espacios habían comenzado mucho antes. Aún resonaban en el ambiente los ecos de un lunes intenso, marcado por el emotivo Día de Cuadrillas, cuando las primeras furgonetas llegaban con el género y el bullicio empezaba a tomar las calles.
Como es habitual, la calle Arana fue habilitada como espacio para la exposición de ganado, acercando a los visitantes al mundo rural en pleno corazón del municipio. Este rincón se convirtió en uno de los más visitados de la mañana, especialmente por las familias con niños, que pudieron ver de cerca a los animales y aprender sobre ellos en un ambiente distendido y cercano.
Mientras tanto, la calle Mayor se transformó en una gran arteria comercial al aire libre. Docenas de puestos ambulantes ofrecían desde productos gastronómicos —quesos, embutidos, dulces— hasta artesanía, ropa, complementos y otros artículos.
El tono festivo de la jornada fue acompañado por la música tradicional, que tuvo una presencia destacada durante toda la mañana. Los txistularis de Goizeresi ambientaron las calles desde primera hora, y a las 12.00 fue el turno de los más pequeños con una animada soka-dantza infantil en la plaza. Niñas y niños bailaron de la mano, bajo la mirada orgullosa de padres, madres y abuelos que no quisieron perderse el momento.
La plaza Bideluze también tuvo su protagonismo con la actuación de los trikitilaris de la Loinatz Musika Eskola, que ofrecieron una actuación especial a las 12.45 del mediodía. Su música, tan arraigada en la identidad local, sirvió de perfecto preludio para el siguiente acto: el recital de bertsolaris. A las 13.15, el escenario se llenó de palabra improvisada y emoción con Maddi Aiestaran, Iñaki Apalategi, Sebastian Lizaso y Oihana Iguaran, quienes ofrecieron un bertso saio de alto nivel que hizo las delicias de los amantes de la tradición oral vasca.
Por la tarde, la programación siguió enfocada a las familias, especialmente a los más jóvenes, con la apertura del parque infantil y juvenil, que ofreció juegos y entretenimiento para distintas edades. Más adelante, en la plaza Erauskin, tuvo lugar un taller de talos, donde los asistentes pudieron elaborar y degustar este producto tan vinculado a la cultura popular vasca.
El broche final de la jornada llegó con una segunda Soka Dan-tza, esta vez protagonizada por los dantzaris adultos, que volvieron a llenar de solemnidad y alegría la plaza. Los bertsolaris, con un último bloque de improvisación, fueron los encargados de cerrar un martes completo, cargado de actividades que volvieron a conectar a Beasain con sus raíces, su gente y su forma única de celebrar las fiestas.
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