Un escalofrío que inunda el corazón

Para mí los tambores son el corazón de San Sebastián. Cuando ya empiezan los ensayos y te paras en la calle a escuchar la música yo cierro los ojos y siento como un escalofrío que recorre el cuerpo y me va al corazón inundándome de emoción.

Es un día muy importante y significativo. Un día que disfruto mucho porque me acuerdo de mi familia, de mi ama. Pero desde que el año pasado salí después de cenar en Gaztelubide vestida con la herrada, y desfilé por las calles de la Parte Vieja... Es una de las experiencias más bonitas que he podido vivir. Y mira que he salido en escenarios a bailar o a saludar delante de mucha gente con mi compañía Verdini Dantza Taldea, pero subir al tablado de la plaza de la Constitución en los prolegómenos de la Izada fue uno de los momentos de mayor emoción de mi vida. Se me entremezclaron un montón de buenos sentimientos que apenas pude controlar.

El día de San Sebastián siempre ha sido importante para mí y para todos los donostiarras, pero haber recibido el Tambor de Oro de esta ciudad hace que ahora yo lo viva de forma aún más especial. Nunca olvidaré esa 'Consti', llena, vibrante, botar de alegría al comenzar los sones de la Marcha de San Sebastián. Esa sensación está ya anclada en mis recuerdos, como los de niña. Y este año vivimos otra magnífica edición de la fiesta. Solo animo a los donostiarras a vivirla intensamente, a disfrutarla, y a los que aún no la conozcan a que se dejen seducir por los tambores y barriles.

¡Gora Donostia!