La pesca de bajura, un mundo de posibilidades laborales
En la mar o en tierra, el sector pesquero aglutina un gran abanico de funciones y puestos de trabajo
Lunes, 13 de diciembre 2021
El sector pesquero de bajura es sinónimo de oportunidad laboral. Tanto dentro de un barco como fuera de él, existen diversos roles y puestos de trabajo a desempeñar, muchos de ellos desconocidos para la sociedad, por lo que nos adentramos en ese mundo de la mano de Moisés Egaña, vicepresidente de OPEGUI y marinero del barco Kaximirona de Getaria.
Comenzamos por la mar, concretamente por la herramienta indispensable para la pesca: el barco. En un buque de bajura, a cuyo propietario se le denomina armador, suele encontrarse una tripulación compuesta por, aproximadamente, 15 miembros entre los que «no tiene por qué encontrarse el armador, aunque puede coincidir con que es el patrón», explica. El patrón es el mando más alto de un buque de bajura, el que desempeña la fi gura y funciones de capitán, aunque esta terminología -capitán- se destina exclusivamente a la marina mercante. Su lugar de trabajo, y que «nunca abandona», es el puente de mando donde está «rodeado de radios, sonar de profundidad, radares, etc. Y atento a la información, que en la mar es imprescindible». En su función de gobernar el barco, se encarga de «tomar todas las decisiones relacionadas con la pesca, la ruta y el regreso». El patrón manda, sí, pero con el sotapatrón como mano derecha, ya que éste es «el puesto inmediatamente inferior al capitán» y el que ejerce de «enlace entre el patrón y la tripulación». Habita en el puente, pero también baja a cubierta con la tripulación para «transmitir e indicar las órdenes y colaborar con los marineros».
Del puente a la sala de máquinas, donde se encuentran otros dos puestos fundamentales: el maquinista, también denominado jefe de máquinas o jefe ingeniero, y el engrasador. Ambos, teniendo el primero «mayor responsabilidad», dedican su labor a mantener en funcionamiento y en marcha el barco y que «esté en pleno rendimiento y al 100%». Una labor «mucho más sofi sticada» que hace unos años y que consiste en controlar y alternar el motor principal y los dos auxiliares y cuidar diversas cuestiones mecánicas.
Estas dos parejas profesionales de puente y máquinas «se alternan en los momentos de ruta, en los que se está sin pescar y, sobre todo, por la noche, haciendo guardias para uno atender y el otro, descansar».
El sector pesquero de bajura es sinónimo de oportunidad laboral
El resto de la tripulación ostenta el cargo de pescador -marinero o arrantzale- y trabajan, principalmente, en cubierta. Algunos de ellos se encargan, además, de desarrollar otras responsabilidades como almacenar y administrar el hielo; medir y contar la captura para determinar su calidad; trasladar y colocar el género a la bodega, etc.
Los marineros también asumen tareas no tan propias de la mar, pero igualmente necesarias. Es el caso del cocinero, especialmente necesario en la costera del bonito cuando «las mareas son más largas, el trabajo más físico y es importante comer y cenar bien»; o de la limpieza, que suele hacerse «de dos en dos, alternando, para hacer un zafarrancho profundo». Sin olvidar, por supuesto, las guardias de «unas dos horas de duración» en las que «por turnos y por parejas, se vigila en popa cuando se está en ruta; estando al servicio del patrón».
Un rol que «se ha perdido» es el del 'txo' o grumete, aquel «chiquillo joven que aprendía el ofi cio» mientras servía como «chico de los recados del barco».
Llegamos a tierra…
También en vías de extinción está la fi gura del bodeguero que «normalmente desempeña una persona ya jubilada del mar» y cuya tarea consiste en «cuidar y mantener el soto, ese pequeño almacén en el puerto en el que se guardan las redes y otros artilugios, adelantando el trabajo de la tripulación para que cuando atraque el barco esté todo listo». Otras de las personas que se acercan al barco son las rederas o saregiles para desempeñar «un trabajo especializado», oficio de mucha tradición también sin relevo generaciónal, que consiste en la reparación de las redes de pesca. Ataviadas, entre otros utensilios, con sus sillas bajas, hilos y agujas, se preparan para la faena de «montar y arreglar las redes que los marineros han salvado mediante apaños llamados 'josi-josi'».
Por otro lado, nada más llegar a tierra y amarrar el buque, hay un marinero encargado de transportar las muestras de la captura a la lonja. «Lleva a todo correr las muestras de cada partida, lo que van a ver los compradores; y lo hace rápido porque hay prioridad de llegada y, por tanto, el que llega antes, vende antes».
En la cofradía están representadas a partes iguales la parte social y la empresarial
En la subasta, controlada por la Cofradía, se dan cita los compradores, pudiendo ser mayoristas y minoristas, y el ventero, encargado de controlar y dirigir la venta a modo de «juez imparcial». Y, una vez subastado el pescado, llega el momento de la descarga en el que «toda la tripulación se pone en marcha para descargar el género vendido» creando una especie de cadena que va «desde la bodega hasta el muelle» y que consiste en «estribar las cajas sobre palés, arrastrarlos a la lonja, ponerles hielo…». Moisés apunta con humor que «cuanto más larga sea la descarga, mejor. Eso signifi ca que se ha vendido mucho y que se va a ganar dinero». Y es que el género no vendido «no se saca, porque habría que ir a otro puerto o lonja a intentar comercializarlo».
¿Y la cofradía?
Entre las diversas labores de una cofradía de pescadores se encuentra la de la gestión de la lonja y, como ya hemos visto, su ventero es el encargado de organizar el sistema de venta a subasta y de «controlar quién compra, el qué, cuánto y a qué precio». Pero hay otros empleados como el hielero, «el encargado del hielo que produce la fábrica y que está a disposición de la propia flota o los barcos de fuera», u otros puestos encargados de conducir los camiones entre el puerto, de transportar las básculas y pesar las capturas, los especialistas en mantener las cajas de almacenamiento de pescado limpias, o los ofi cinistas encargados de las tareas de administración.
Sobre estos empleados, hay otras figuras como la del tesorero, encargado de llevar la contabilidad y presentar las cuentas. Es una tarea que, normalmente, asume el secretario, que es quien dirige y controla toda la actividad de la cofradía y quien «maneja el cotarro». La dirección recae sobre el presidente y el vicepresidente que, por estatutos, «debe representar uno a la parte empresarial -de los armadores- y otro a la parte social -de los trabajadores-« para así «equilibrar y conseguir una armonía». Dicha armonía queda igualmente reflejada en el consejo de administración o la junta directiva que forman cuatro miembros de la parte armadora y otros cuatro miembros de la parte social.