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Los arrantzales Alberto Zapiain y Andoni Michelena trabajan en el barco Mariñel de Hondarribia. ©Estitxu Ortolaiz
Artes menores

La diversidad como rutina en la pesca artesanal

El oficio de arrantzale varía mucho según la modalidad de pesca que se realice. Descubrimos la pesca de artes menores de la mano del barco Mariñel

Lunes, 13 de diciembre 2021

La pesca de artes menores, también conocida como pesca artesanal, la realizan embarcaciones de tamaño reducido que faenan cerca de la costa empleando redes de enmalle, nasas o anzuelo. El Mariñel de Hondarribia es uno de los barcos que practican esta modalidad de pesca y en él faenan, desde hace tres años, Andoni Michelena y Alberto Zapiain. El primero empezó como arrantzale en 2017, mientras que el segundo, más experimentado, lleva desde 1997 en el oficio. Con ellos queremos descubrir cómo es un

año pesquero en un barco de artes menores y cómo es la vida de un marinero que opta por esta modalidad. Aunque ya puede intuirse que se trata de una rutina muy diversa y cambiante según las especies a capturar y el tipo de pesca escogidos. En Mariñel han optado por trabajar con los aparejos de anzuelo y por un calendario «cambiante que ayuda a que el trabajo no sea monótono», puesto que otros barcos de artes menores «más especializados» no varían tanto en especies como ellos. Además, Mariñel comparte calendario y faena junto con otros dos barcos de pesca local hondarribiarras: Guk y Padilla Anaiak. «Son barcos pequeños, de unos doce metros, y vamos dos personas en cada uno», apunta Andoni.

«Usamos anzuelos diferentes y tenemos trabajo fuera del barco preparando aparejos»

El calendario

Su temporada de pesca comienza hacia finales de febrero, con el verdel como protagonista y con una rutina que comprende salir a la mar «poco antes del amanecer y volver por la tarde al puerto más cercano». El verdel es un pescado «muy voraz», del que, en una costera buena, se pueden coger «hasta 2.000 kilos por día, en sólo un par de paradas», pero este año ha sido más complicado: «Ha sido rarísimo, porque nunca había costado tanto pescar el verdel a anzuelo. En la costa guipuzcoana casi no había y la hemos hecho en Bizkaia y Cantabria, e incluso en Asturias».

Tras el verdel, que finaliza en abril, llega el congrio, que se ceba con el primero y se pesca «con una palangre de fondo que se echa al mar al anochecer, marcada con boyas y luces, y la recogemos al amanecer». Es una temporada que se hace cerca de la costa y que «permite dormir en casa».

Las capturas de estas dos primeras especies las limpian, clasifican por tamaño en cajas y las llevan a la lonja de Pasaia para su venta. El año pasado, fue «muy malo» en venta de congrio y cambiaron esa costera por la de merluza. Para esta especie madrugan, ya que «salimos de puerto hacia las 4 h., para echar el aparejo y empezar a recogerlo cuando amanece». Una forma de pesca que se alarga hasta la tarde y llegados a puerto «se pesa y lo entregamos a un supermercado con el que tenemos convenio para su venta». El convenio es «más cómodo», aunque tiene sus pros y contras: «El precio está concertado por lo que es mejor cuando hay mucha merluza, porque su precio baja, y algo peor cuando hay poca, porque quizá costaría más».

Con el congrio o merluza se plantan a mediados de junio cuando comienza la costera de bonito. Estos barcos de pesca local de artes menores se quedan «cerca de la costa», lo que les obliga «a esperar a que el bonito se acerque». Lo pescan con 'malote', un «plástico pequeño con forma de pulpo o txipiron», a diferencia de los barcos de caña, que suelen hacerlo con cebo vivo. La costera de este verano «ha sido regular para los 'maloteros'» por varios factores entre los que apuntan que «en la línea de 12 millas había un montón de barcos pelágicos franceses que espantaban a los bonitos». Esta costera coincide con los meses estivales, los de buen tiempo, en los que llevan una rutina de «muchas horas en la mar y trabajo muy físico. Salimos antes de que amanezca y entramos al anochecer, hacia las 22 o 23 h. en el puerto».

El barco Mariñel se dedica a la captura de, de arriba a abajo, verdel, congrio y algas.

No solo pescado

Una vez llega el otoño y empieza el mal tiempo, cambian los peces por las algas que capturan «cerquita del puerto de Hondarribia, a unos 400 metros de la costa». Se trata de un alga que suele usarse para uso cosmético o farmacéutico y por la que «se puja en subasta a principio de temporada». Compaginando estas algas con «algún día suelto» de txipiron, llegan al parón biológico que estos barcos de pesca local realizan durante un mes, del 15 de enero al 15 de febrero. Los barcos pequeños como el Mariñel no salen con mal tiempo, jornadas que aprovechan para «hacer reparaciones o preparar aparejos» porque «como pescamos con bastantes tipos diferentes de anzuelo, tenemos bastante trabajo también fuera del barco».

La de artes menores es, en definitiva, una opción de pesca que se realiza al día, pudiendo volver a tierra a diario y pasar los fines de semana en casa.

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