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Miércoles, 3 de febrero 2021, 11:05
Antes del inicio de la pandemia sólo las empresas más avanzadas habían desarrollado programas de flexibilidad y conciliación para sus empleados con el conocido teletrabajo. Esta nueva modalidad laboral se iba abriendo camino paulatinamente en las empresas y, con ello, la transformación digital y los nuevos marcos de trabajo organizacionales.
El desarrollo de estas buenas prácticas había supuesto un avance importante en temas de conciliación y flexibilidad laboral en las empresas que lo habían implantado. Aunque, tal y como explica Noelia López, Co-Founder PeopleJIT, especialista en RH, Transformación e Innovación, todavía queda mucho camino que recorrer si no queremos volver a la antigua normalidad y a modelos más ineficientes.
El teletrabajo se hacía, en la mayoría de los casos, con el objetivo de tener espacios de tiempo para aquellas tareas que suponían análisis, concentración y reflexión individual. Bajo estos se había comprobado, además, que la productividad no se veía afectada. De hecho, todo lo contrario, los trabajadores demostraron ser más productivos teletrabajando y el flujo de los procesos internos no sufría prácticamente variación.
Sin embargo, aquellas tareas que forman parte del flujo de procesos diarios de una organización donde se requería una colaboración o se veían implicadas más de una persona, eran difícilmente abordadas en remoto. Es decir, no era habitual hacer teletrabajo cuando tocaba reunión de equipo, propuesta a clientes, planificación de trimestre, etc., Y mucho menos, cuando tocaba valoración de objetivos anuales.
Es cierto que para aquellas empresas que ya tenían implantados programas de flexibilidad laboral con teletrabajo la adaptación fue mucho más sencilla. Les supuso un menor esfuerzo llevarse los ordenadores a sus casas, acceder a la documentación de la empresa y generar un escritorio parecido al que tenían en sus oficinas.
En cambio, a aquéllas que todavía ni siquiera habían implantado este tipo de programas, se les sumó la complejidad de tener que preparar la logística en términos tecnológicos. Las empresas debieron invertir en la compra de ordenadores portátiles, la preparación de acceso a sistemas centrales y herramientas de cloud computing y productividad. Una inversión necesaria para que sus trabajadores pudieran seguir trabajando desde sus casas.
Parecía que aquellas empresas que llevaban ventaja, por su experiencia con esta modalidad de trabajo en remoto, ya tenían la transformación hecha. Pero nada más lejos de la realidad.
Según avanzaba la pandemia y la consolidación de permanecer en casa trabajando, más se hacía patente que la situación no era igual que cuando se acudía a la oficina a trabajar y combinaba teletrabajo con jornada presencial. Para Noelia López está claro el principal reto: teníamos las herramientas, pero no las habilidades que nos permiten gestionar un entorno en remoto.
La nueva situación ha puesto en relieve las ventajas y mejoras en productividad de algunos procesos de las empresas. Principalmente, al hablar del tiempo que consumen las reuniones, que ahora parece que es posible cumplir con el horario planificado.
Además, dedicar la hora de ida y vuelta al trabajo a conciliar también contribuye a producir más. Por tanto, la implantación del teletrabajo ha demostrado que las personas pueden asumir responsabilidad sin que les estén vigilando de cerca. Algo que les hace sentir más confianza y, por tanto, ser más productivos.
Noelia López explica que no hay que relajarse, puesto que «la realidad es que tanto en las empresas que siguen apostando por un entorno online 100%, como aquellas que han optado por un entorno híbrido, se está poniendo de manifiesto nuevos retos que también afectan a la productividad de la empresa y en los que debemos seguir trabajando si no queremos volver a prácticas ineficientes«.
Replicar las interacciones offline que requieren los actuales procesos organizacionales, a un entorno online, es uno de los mayores desafíos actuales con los que se encuentran las personas y las empresas que no quieren ver su productividad afectada.
La pandemia ha obligado a reformular muchos procesos que ya no aportaban valor tal y como se definieron en la antigua normalidad. Y lo único que no hará dar un paso atrás será seguir trabajando en la adaptación del resto de procesos.
La productividad de las empresas estará sujeta a la revisión completa de todos los procesos generados en el entorno offline. Hay que adaptarlos y combinarlos con un nuevo entorno online. Además, hay que hacerlo con una mirada completamente diferente a la que se tenía antes. El objetivo es eliminar todo aquello que no aporta valor en el proceso y aprovechar la tecnología para su reformulación.
La gestión de equipos de trabajo, la motivación, el compromiso de los empleados, la comunicación, son algunos de estos grandes retos si hablamos de personas. Pero, también, el desarrollo de productos, la venta, las operaciones, etc.
La vuelta a la «antigua normalidad» será una obligación si, una vez finalizada la pandemia, no hemos iniciado este camino de adaptación de todo el marco de procesos que conforman la compañía. Hay que ser consciente de que el antiguo estándar no funciona en el nuevo entorno.
Esta vuelta a la «antigua normalidad» no sólo afectará a la productividad de la empresa, sino que, además, supondrá una desventaja competitiva con aquellas empresas que sí lo hayan hecho.
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