Arquitectura Bioclimática, un paso más en el diseño pasivo
Aprovechar los recursos naturales del entorno para lograr el máximo confort, reduciendo el consumo de energía y el impacto ecológico, es la máxima de este tipo de arquitectura
Martes, 4 de noviembre 2025, 17:29
Aunque frecuentemente hablamos de gestos y rutinas a la hora de pensar en cómo ahorrar energía, también debemos tener muy presente que los propios edificios tienen mucho que decir en nuestra capacidad para reducir el consumo energético de nuestros hogares. Y, en ello, la última moda es la arquitectura bioclimática, una forma de diseñar y construir los edificios en la que se aprovechan al máximo los recursos naturales del entorno, como son el sol, el viento, la lluvia o la vegetación, para lograr el máximo confort térmico, ambiental y lumínico, de manera que se reduzca a su vez el consumo de energía y también el impacto ecológico. Es decir, buscan edificios que trabajen con el clima, utilizando estrategias naturales, y no contra él, como sería en el caso de optar por sistemas mecánicos. Más allá de la eficiencia, se busca el equilibrio con la naturaleza, un impacto ambiental menor y una mayor calidad de vida de quienes los habitan.
La arquitectura bioclimática se basa en una serie de principios con un mismo objetivo común, la optimización del uso de la energía disponible, pero que pueden variar dependiendo de la ubicación, el entorno y el clima. El caso más clarificador es el de la orientación, clave en todos los casos, pero que dependiendo del hemisferio se orientará hacia una dirección (sur en nuestro caso) u otra para aprovechar las máximas horas de radiación solar, sobre todo en invierno, minimizando los espacios abiertos y las ventanas al norte. Así, se reduce el frío y se capta mejor la luz y el calor natural.
Esta arquitectura tiene también en cuenta el uso de materiales sostenibles para un mejor aislamiento térmico, que evita pérdidas de calor en invierno y ganancias en verano. Hoy en día, el corcho natural, las fibras vegetales e incluso la lana de oveja son los materiales predilectos a la hora de buscar aislamiento y sostenibilidad.
La inversión inicial es más elevada, pero se puede recuperar con el tiempo
Siguiendo con los materiales, también se apuesta por la inercia térmica que proporcionan aquellos que tienen una gran masa térmica, como es el caso de la piedra o el hormigón, que tienen la capacidad durante el día de almacenar el calor y liberarlo de manera lenta durante la noche, equilibrando la temperatura interior del hogar.
La importancia de la ventilación
La arquitectura bioclimática tiene en cuenta, desde su propio diseño, la ventilación natural, procurando que el aire fresco circule gracias a la disposición estratégica tanto de las ventanas como de otro tipo de aberturas. La fórmula más habitual es la ventilación cruzada, en la que el aire entra por un lado y sale por otro, refrescando de esta manera el ambiente de la casa. Además, también se puede recurrir a otras soluciones más técnicas, como son las torres de ventilación o las chimeneas solares, que ayudan a expulsar el aire caliente y atraer el fresco. En cualquier caso, debemos tener en cuenta que la ventilación es beneficiosa en las épocas más calurosas, pero que durante el invierno debemos minimizarla, ya que es una forma muy habitual de perder el calor acumulado en el interior del hogar.
El papel del sol, o de la radiación solar para ser más concretos, también debe ser tenido en cuenta. Lo mejor es la instalación de pérgolas y toldos (hoy en día han evolucionado mucho y son inteligentes, adaptándose a la climatología) que nos ayuden a controlarla en verano, proporcionando sombra y reduciendo la temperatura interior, y que permitan en invierno pasar los rayos de sol para que se calienten los espacios interiores. La vegetación también puede ser de gran ayuda en esta misión.
Por último, la arquitectura bioclimática se preocupa también por el aprovechamiento tanto del agua como de la vegetación, incorporando cubiertas y muros verdes que regulan la temperatura y mejoran la calidad del aire; con sistemas de recogida de agua de las lluvias, lo que conlleva un menor consumo de agua potable; o con vegetación autóctona, que nos puede ayudar a tener un hogar con un clima más agradable.
La tecnología, aliada
Más allá de en su propio diseño, la arquitectura bioclimática se apoya también en la tecnología moderna para contribuir al ahorro energético. En este sentido, son muchas las construcciones que cuentan desde un primer momento con paneles solares que generan electricidad o calientan el agua; sistemas domóticos que nos ayudan a controlar la iluminación o la ventilación; o sensores que nos ayudan a ajustar el consumo energético de manera automática.
Esta corriente se enfrenta, lógicamente, a algunos desafíos que está intentando solventar, como es ese coste inicial que es ligeramente superior a otro tipo de arquitecturas, aunque es una inversión que con el tiempo y el ahorro que conlleva se recupera. Tampoco es sencillo, en muchos casos, encontrar profesionales formados en arquitectura bioclimática en algunos sectores de la construcción, y también es habitual toparse con normativas urbanísticas que en ocasiones pueden limitar la flexibilidad de diseño que exigen unos hogares que buscan vivir en equilibrio con la naturaleza y que son claves en este camino de crear ciudades y sociedades sostenibles.