Parálisis del sueño: motivos y como evitarlo
En el instante de dormirse o despertarse, hay quienes viven un momento de angustia en el que la mente está activa, pero su cuerpo no responde a las órdenes enviadas por el cerebro
Martes, 28 de febrero 2023, 17:02
Así es como resumen muchas personas una situación que vive más gente de la que se piensa. Su nombre, parálisis del sueño. Se trata de un trastorno que imposibilita al cuerpo reaccionar, impidiendo desplazarse o hablar, y siendo capaz únicamente de mover los ojos y respirar.
Este momento puede tener una duración de entre 20 segundos y algunos minutos, aunque cuando se está dando, la persona no es lo suficientemente consciente de lo que está sucediendo como para mantener la calma hasta que todo el cuerpo se haya despertado.
¿Qué es la parálisis del sueño?
La parálisis del sueño sucede cuando se pasa del sueño a la vigilia y, por unos instantes, cuerpo y cerebro sufren algo similar a una descoordinación. En la fase REM (siglas en inglés de 'rapid eye movements', movimientos oculares rápidos en castellano) el cerebro impide el movimiento muscular para que, al soñar, la persona no intente realizar los gestos del sueño y así, uno no pueda hacerse daño. Es decir, se produce una atonía muscular que se puede prolongar o dar fuera de esta fase, dando lugar a este incómodo episodio de parálisis física.
Puede durar entre 20 segundos y algunos minutos, durante los que la persona no es lo suficientemente consciente de lo que está sucediendo
¿Cuáles son los motivos de la parálisis del sueño?
¿Quién lo puede padecer? Lo más habitual es que se manifieste en personas totalmente saludables que están sometidas a grandes privaciones de sueño, altos niveles de estrés, cansancio o jet lag. Se trata de gente que alcanza el sueño profundo de forma muy rápida, antes incluso de las dos horas. La postura en la que se duerme también influye: se da más aún en quienes lo hacen boca arriba.
Otra de las posibles causas es sufrir otra patología y que venga asociada a la misma. Si éste es su origen, una de las más frecuentes se daría en quienes sufren narcolepsia, precisamente por la dificultad de mantenerse despierto. Este perfil de paciente, además, acostumbra a sufrir paralización muscular o alucinaciones hipnagógicas, que se dan en las fases 1 ó 2 del sueño.
Las alucinaciones más comunes son de tipo auditivo o visual, y se pueden manifestar en cualquier persona que esté sufriendo un 'ataque' de parálisis del sueño. Aunque cabe destacar que, en realidad, son 'pseudoalucionaciones', ya que la persona que las padece, al tener la mente despierta, puede ser consciente de que no son reales.
Menos habitual, pero una posible causa de trastornos del sueño, es también la herencia familiar. Aunque ésta sea la menos probable, lo cierto es que si varios miembros de una misma familia lo sufren, su origen puede ser también éste.
De todas formas, cuando las parálisis se dan de forma periódica, las causas más habituales son la ansiedad, depresión o los trastornos de estrés postraumático.
Cómo evitar la parálisis del sueño
Finalizar con la parálisis del sueño no es algo que la persona pueda provocar en el momento, ya que lo único que se puede hacer es esperar a estar completamente despierto. En todo caso, una vez ha pasado, no provoca ningún efecto sobre la salud de la persona y no deja ningún tipo de lesión o secuela. Lo primero a tener en cuenta es que, probablemente, el cuerpo esté pidiendo un respiro y necesite un buen descanso.
Sucede cuando se pasa del sueño a la vigilia y, por unos instantes, cuerpo y cerebro sufren algo similar a una descoordinación
Una vez terminado ese angustioso momento, y si estos episodios se suceden con cierta asiduidad, es aconsejable acudir a un especialista para dar con la raíz del problema. En todo caso, si es por estrés, falta de sueño o jet lag, uno puede tomar medidas y hacerles frente o prevenirlos.
En el caso de la falta de sueño, la solución es más sencilla: debemos intentar mantener un horario de sueño regular, procurando acostarnos y levantarnos todos los días a una hora similar y descansar un mínimo de siete horas y media.
Si la raíz del problema es el estrés, habrá que buscar el motivo que lo genera, intentar solventarlo o, en caso de no poder acabar con él, realizar rutinas que puedan minimizarlo, como practicar deporte o meditación.
En líneas generales, si la causa de estos trastornos es alguna de estas dos fuentes, lo mejor es procurar un buen descanso y evitar fármacos que puedan influir en el sueño.
Aunque si la fuente es el jet lag, algo que puede darse mucho en estas fechas en las que se aprovechan los días de vacaciones para realizar grandes viajes, lo mejor es atacar el problema antes de que surja. Y si ya se ha caído en los efectos de este gran desfase horario, deberemos estar preparados para hacerle frente.
No genera ningún tipo de daño físico o psicológico, sólo se trata de un trance incómodo en el que las extremidades no obedecen las órdenes cognitivas
El jet lag y la parálisis del sueño
Impedir que el jet lag trastoque nuestro ritmo vital es posible, tomando medidas tanto antes de que aparezca como después. Esta alteración del sueño surge cuando una persona viaja a un destino que se encuentra a miles de kilómetros de su residencia habitual y con otro huso horario. Pero no sólo afecta al sueño, también genera malestar, al trastocar nuestros ritmos circadianos o reloj biológico.
Es decir, gracias al reloj biológico nuestro cuerpo está preparado para estar activo en las horas de luz y descansar cuando el sol se esconde, pero estos ciclos, que duran unas 24 horas, no sólo afectan al sueño, ya que condicionan nuestras funciones biológicas, apetito…
Para reajustar el reloj será necesario un día por cada 60 minutos de diferencia si se viaja hacia el oeste y un día y medio si se va hacia el este. Por ello, si se tiene intención de viajar hacia el este, se recomienda durante los días previos acostarse y levantarse más temprano; y algo más tarde si, por el contrario, se va a ir hacia el oeste.
Otro truco, una vez uno ya se encuentra sentado en el avión, es ajustar la hora de nuestro reloj al lugar de destino. Si se va a aterrizar por la tarde es recomendable no dormir en el vuelo, o hacerlo lo menos posible, para acostarse ya en el destino. Y si se va a llegar por la mañana, lo mejor es dormir lo máximo posible en el avión para aguantar todo el día activo una vez se haya aterrizado.
Al ser la luz natural uno de los condicionantes del reloj natural es importante adaptarse a las horas de sol del país, de forma que los biorritmos se adapten. Y si por la noche, aun siguiendo estos consejos, no consigue uno adaptarse, se puede optar por alguna ayuda para dormir, como pueden ser infusiones u otros suplementos, siempre sin abusar.