Después del cuarto de milla de Jaizkibel
La reunión de motards y surfers más famosa de la costa atlántica arrancó en Punk's Peak y continúa hasta mañana entre Hondarribia, Biarritz y Las Landas
Horas después de que Álex Márquez, campeón del mundo de Moto3 en 2014 y de Moto2 en 2019, hiciera público su compromiso para 2023 con ... Ducati, que maneja en Moto GP la que probablemente sea la mejor y más temida moto en esas trazadas, en el alto de Jaizkibel, conocido por todos los motoristas del multiverso como 'Punk's Peak', una Ducati Desmosedici de más de 250 CV, 157 kilos de peso, 1.000 cc y un precio que puede llegar a los 115.000 euros, desafiaba su status de moto para los grandes circuitos o las galerías de arte y se disponía a afrontar la carrera de un cuarto de milla que abría la undécima reunión Wheels&Waves.
El terreno es hosco, con dos curvas apasionantes y una recta por la que, a veces, corre algo de agua. Había sido desafiada por una criatura que lo mismo podía haber llegado de tiempos y parajes antediluvianos que post 'Blade Runner 2049', una Yamaha Niken de tres ruedas, estando las delanteras inclinadas y sus horquillas, invertidas y bitubo. De la casta de los 'kaijus', los monstruos cinematográficos japoneses (Godzilla, Gomera...), 847 es su cilindraje y menos de 17.000 su precio de mercado. Pero la que retaba a la bellísima boloñesa había sido transformada de tal manera por su piloto (rozó la descalificación de los comisarios por su fastuoso y vandálico pilotaje) que hasta turbo llevaba.
Inmensas las dos, ganó la japonesa. A lo lejos, la triunfadora en la edición pre-covid, la Royal Enfield de británica sangre dominaba el campamento de la concentración en la playa biarrota de La Milady con su SG650, concepto de máquina futurista desarrollado por el equipo de diseño industrial de la marca, capaz de rodar por los Himalaya.
Tras las pruebas, habiendo recibido los ganadores, como sucedía en los grandes premios del siglo XX, coronas de laurel creadas para Wheels&Waves por los artistas florales de Endanea, todas las motos, incluida una excepcional Montesa con un bloque de motor inigualable; incluida una Triumph Thruxton a punto de ser transformada por sus propietarios en una máquina estilo 'brat', manera vintage, elegante, minimalista y urbana de ciertas tribus japonesas de motards, bajaron a La Marina de Hondarribia donde sus pilotos repostaron en bares como el Itxaropena y recogieron los petates guardados en el Estanco 7.
Se habló mucho de la salida serpenteante realizada por una BMW 1800, la idea que tiene la marca muniquesa sobre lo que puede ser una custom europea. Todo empezó en Hondarribia. Nada terminará hasta después de mañana. Ah, las mejores cazadoras, de piel de caballo.
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