La viscosa, en el punto de mira
Esta fibra, una de las más utilizadas, puede ser perfectamente sostenible, y la de algunos productores lo es, pero en muchos casos su producción tiene un alto coste medioambiental
n. a.
Sábado, 12 de enero 2019, 09:27
No hay más que echar un vistazo a las etiquetas de las prendas que guardamos en armarios y cajones para comprobar que la viscosa - ... también llamada rayón, su denominación en Estados Unidos - tiene una gran presencia en la composición de los tejidos con los que han sido fabricadas. Y la tiene desde muchos años, puesto que esta fibra semi-sintética derivada de la celulosa, que se presentó como una alternativa barata a la seda (también se la conoce como seda artificial) se produce de manera industrial desde hace casi un siglo, y sigue siendo la base de numerosos tejidos. El Museum Textile Services, un estudio de conservación de textiles de Estados Unidos, repasa con detalle (el texto está en inglés) el origen y la evolución del rayón y viscosa.
En principio, todo podrían ser ventajas. Como materia prima, su flexibilidad, su versatilidad, su resistencia y su capacidad para mezclarse con otros tejidos facilitan mucho las cosas a los fabricantes. Su facilidad de mantenimiento también convence a los usuarios. Por ambas razones, y por su coste, lleva décadas sustituyendo a fibras naturales como el algodón. El encarecimiento de la materia prima y la preocupación medioambiental también le está dando ventaja, sobre todo en determinados usos, frente a las fibras sintéticas derivadas del petróleo, como las de poliamida (el nailon, básicamente), los poliésteres, los acrílicos, los elastanos (que se conocen más, como las restantes fibras, por sus nombres comerciales)....
De hecho, frente a esos productos la viscosa se ha presentado a menudo como una fibra ecológica. Y podría serlo, porque procede de la celulosa, y esa se puede obtener de arboles y plantas (cada vez se utiliza más el bambú) que cabe gestionar de manera sostenible y responsable. Dado su origen, además, al final de su ciclo de vida podría ser biodegradable.
Viscosa 'sucia' y viscosa responsable
Sin embarco, es más barato y económicamente rentable producirlo sin tantas contemplaciones, y es lo que hacen los grandes fabricantes. Según datos aportados por Changing Markets, diez productores controlan el 70% de la producción mundial de viscosa, una industria que se ha expandido rápidamente en países como China, India o Indonesia. En la mayoría de esas factorías se utilizan cantidades ingentes de productos químicos de toxicidad comprobada: hidróxido de sodio o sosa cáustica para extraer y purificar la celulosa de la pulpa de la madera o el bambú; sulfuro de carbono para convertirlo en xantato de celulosa, y más sosa cáustica para obtener la textura 'viscosa' que facilitará su manipulación; un cóctel de ácido sulfúrico, hiposulfito de zinc y sulfaro de sodio para ir convirtiendo la mezcla previa en fibras... A ese potaje químico se le pueden añadir los compuestos que mejoran la resistencia de la fibra y, una vez obtenido el hilo, los correspondientes colorantes...
El hecho de que la viscosa producida de manera masiva y barata esté en el punto de mira no se debe tanto al hecho de que se utilicen esos productos, sino a la falta de control en los procesos de producción, lo que deriva en vertidos incontrolados de esas y otras sustancias a los ríos; contaminación del aire; severos problemas de salud en los trabajadores que, además de carecer en muchos casos de la protección adecuada para trabajar en esos entornos, carecen prácticamente de derechos laborales.
Sin embargo, hay alternativas, y están plasmadas en la 'hoja de ruta' para la producción responsable de viscosa y otras fibras derivadas de la celulosa('Roadmap towards responsible viscose&modal fibre manufacturing'), elaborado por Changing Market Foundation. Así, en en escenario en el que se prevé que la demanda de esta fibra aumente un 5% cada ali, frente a la viscosa 'sucia' se fomenta la viscosa responsable.
Una viscosa producida de manera sostenible que ya existe, y que tiene varios nombres propios, como las de la empresa austríaca Lenzing, que por el origen de la celulosa con la que se fabrican y los procesos de producción que se emplean están certificadas con la etiqueta ecológica de la UE. El Tencel®, muy 'tendencia', es una de las más conocidas.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión