Tragedia en Cabezón de la Sal: tres «críos del pueblo» que rompen una cuadrilla y dejan un gran vacío
Los funerales por los fallecidos en el accidente, «muy conocidos» se celebran hoy en la intimidad
L.A.
Lunes, 1 de diciembre 2025, 10:09
Los vínculos sociales entre las localidades cántabras de Cabezón de la Sal, la pedanía de Casar de Periedo y Mazcuerras son tantos como vecinos hay ... en sus casas. Desde ayer, la muerte en accidente de tráfico de Pau Solá, Borja Díaz y Alejandro Fernández une si cabe un poco más a estas tres localidades y a su comarca. A lo largo de la mañana, a medida que se iba conociendo la noticia y los nombres de sus protagonistas, también se fue sucediendo la cascada de condolencias de los organismos e instituciones de todo el Saja-Nansa, muchas de ellas relacionadas de una u otra manera con los fallecidos o sus familias.
La muerte de los tres jóvenes se extendió de boca a oreja y a través de los medios de comunicación –de ámbito regional y nacional, porque el impacto superó las barreras de Cantabria– que se hicieron eco del dramático suceso. Las banderas ondean desde ayer a media asta en los edificios consistoriales de Cabezón y Mazcuerras y un lazo negro opaca la cotidianeidad de ambos municipios, donde es –y será durante tiempo– imposible que se hable de otra cosa.
Los fallecidos
Pau Solá, 22 años
El más joven de los fallecidos, conducía el vehículo y residía en Casar de Periedo. Mecánico en el concesionario Mercedes de Tanos, tenía en los coches «su mayor pasión». Participaba con su familia en la organización de la Feria de la Alubia.
Borja Díaz, 23 años
Residía con su novia en Cabezón. Jugaba al fútbol en el Club Deportivo Valdáliga en el equipo de Primera Regional. Trabajaba en el Mercadona de su pueblo y antes había sido camarero en el pub El Cernégula. Quería ser bombero.
Álex Fernández 25 años
Vivía en Herrera de Ibio (Mazcuerras) y era un gran amante de la caza y la pesca, dos aficiones que practicaba en la zona. «Era un chaval majo, sencillo y buen compañero», recuerdan en el Gomur Cantabria, su antiguo equipo de ciclismo.
Pau, Borja y Álex (como todos llamaban a Alejandro), residentes en Casar de Periedo, Cabezón y Herrera de Ibio, respectivamente, eran «críos del pueblo», «chavales de la zona» de esos que siempre andaban por ahí. Cada uno con sus aficiones, pero muchas veces juntos, alimentando una cuadrilla de jóvenes que se ha roto con su pérdida. Conocidos por haber formado parte de clubes deportivos, por sus empleos –pese a su edad, los tres ya estaban trabajando–, por ser hijos de, hermanos de, sobrinos de...
Su marcha deja un hondo vacío entre sus familiares, allegados y conocidos. En todos. La comarca entera lamenta el terrible accidente que ha truncado cualquier atisbo de normalidad en la zona. Tras la apertura ayer de los velatorios, hoy se celebrarán los funerales en la intimidad.
Aficionados al motor
Según ha podido saber este periódico, los tres fallecidos compartían amistad y afición por los coches y el mundo del motor. El mayor de los tres, Álex (25 años), residía en la localidad de Herrera de Ibio (Mazcuerras) con su madre. Le gustaba salir a cazar y a pescar y perteneció al equipo ciclista Gomur-Cantabria cuando tenía 18 años. Ayer, el director del club, Alejandro González, lo recordaba como un «amateur valiente», «un tío con ganas que tenía el mundo por delante y estaba deseando triunfar». Apenas daba crédito de lo sucedido: «Era un chaval majo, sencillo, buen compañero y estuvo un año hasta que dejó la bicicleta, porque le gustaban los coches». «Lo que ha pasado me ha fastidiado enormemente», reconocía a continuación. «Era un valiente». «Un chico del pueblo que hacía la vida en el pueblo», decía también el alcalde de Mazcuerras, Francisco Javier Camino, «tremendamente afectado».
Borja (23 años) era quizás el más conocido de los tres porque trabajaba en el Mercadona ubicado en el polígono de Las Navas de Cabezón de la Sal, donde residía junto a su novia. Antes, había sido camarero en el pub El Cernégula. Además, jugaba al fútbol en el Club Deportivo Valdáliga como lateral izquierdo, «a veces de central también», en la categoría de Primera Regional. Su presidente, Victoriano Gutiérrez, hablaba ayer de «un palo muy fuerte». El equipo jugó el sábado en Guarnizo, «pero Borja no vino porque tenía tarjetas amarillas y estaba sancionado». «Era un chaval de 23 años deportista, una excelente persona, un chico normal y corriente» cuya ilusión era ser bombero. Evidentemente, «estamos hundidos todos», expresaba Gutiérrez.
El club suspendió todos sus partidos del domingo con motivo de la muerte de su jugador. Desde el Textil Escudo también quisieron enviar un mensaje y notificaron que algunos de los jóvenes fallecidos defendieron los colores del club en «categorías inferiores».
El equipo de fútbol de Cabezón se sumó al dolor de las familias y envió un abrazo muy afectuoso al CD Valdáliga «en estos momentos tan difíciles». Además, ayer guardaron un minuto de silencio en los partidos disputados durante la jornada.
El más joven de los fallecidos, propietario del vehículo, era Pau (22 años), vecino de Casar de Periedo e hijo de Jordi Solá, vocal de la Junta Vecinal. También muy conocido en la zona, trabajaba como mecánico en el concesionario Mercedes de la localidad de Tanos. Como buen 'sopero' (así es como se conoce a los naturales de la pedanía), participaba junto a su padre en la organización de la recién celebrada Feria de la Alubia y la Hortaliza, el multitudinario encuentro anual que homenajea las tradiciones y el producto autóctono. «Su mayor pasión eran los coches», expresaba su padre, roto de dolor. A su lado, Aída García, presidenta de la Junta Vecinal, apoyaba a la familia en estos momentos tan duros. «Ha sido una desgracia y una noticia horrible». Lo dijo ella, pero podría haberlo dicho cualquiera.
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