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Ainhoa de las Heras
Domingo, 16 de febrero 2025
El pasado 19 de diciembre, un menor de 15 años fue detenido por la Ertzaintza acusado de apuñalar a un joven en las cercanías del ... barrio de Rekalde. Tras la pelea, el presunto agresor huyó corriendo a refugiarse en su casa y allí fue localizado y arrestado. Un vídeo del momento fue difundido en las redes sociales. Tras pasar la noche en el calabozo y declarar ante el juez, el chico fue derivado como medida cautelar al centro de internamiento Ibaiondo de Zumarraga, donde permanece a la espera de juicio.
El joven contó a sus padres que detrás de esta agresión con arma blanca había «una larga historia», que les ha ido contando desde entonces hasta que han decidido interponer una querella criminal contra la supuesta víctima del apuñalamiento, mayor de edad y que sufrió un corte en el cuádriceps, del que recibió el alta al poco tiempo, y otros tres amigos. También señalan en la denuncia a otros cuatro individuos, identificados sólo por sus 'nicks' en redes sociales. Según alega el menor, estos jóvenes y otros «no identificados» integran una banda que frecuenta un local ocupada, antigua lavandería en el barrio de Santutxu, donde le sometieron a «torturas, le secuestraron, drogaron y humillaron» durante casi dos semanas.
La querella, interpuesta por los padres del menor a través del despacho Montero de Cisneros abogados, aprecia en estos hechos los delitos de detención ilegal y favorecimiento del tráfico de drogas, además de otros en la modalidad de continuados de robo con intimidación, vulneración de la intimidad, lesiones, contra la integridad física y moral y de discriminación por razón de raza.
El menor, de origen etíope, fue adoptado por sus padres cuando tenía apenas nueve meses. «Es un niño inteligente y sensible, pero también difícil», reconocen los progenitores. Tanto es así que al llegar a la adolescencia tuvieron que pedir «ayuda» a la Diputación y, con la custodia compartida, entre los meses de abril y octubre del año pasado, estuvo acogido en un piso de protección. «Allí tuvo su primer contacto con las drogas y conoció a esta gente», aseguran. Los padres hablaban con él a diario por teléfono y le veían los fines de semana y en vacaciones. Sin embargo, el chico terminó escapándose empujado por los «constantes abusos y reprimendas por parte de otros chicos domiciliados en el mismo centro». Y se fue a vivir al local de los que él creía sus amigos. «La convivencia fue tensa desde el principio debido al alto consumo de cannabinoides y a la ingesta de bebidas alcohólicas y otras sustancias», señala la querella, admitida a trámite por el juzgado, que empezará a tomar declaración a los implicados en breve. Los denunciantes han aportado como pruebas tres vídeos en los que se aprecian las torturas y los golpes que le asestaban y fotografías de las drogas que almacenaban y consumían en el local, entre otras marihuana y tusi (cocaína rosa).
En una de las grabaciones se ve al menor sentado en una silla, atado de pies y manos con bridas y con cinta americana tapándole la boca, «durante un tiempo indeterminado, no inferior a treinta minutos». En otra, un joven le practica la llave del mataleón -que provoca asfixia- mientras el resto «se mofan». También han incluido en la denuncia la reproducción de una serie de conversaciones en un grupo de Instagram en el que estos chicos le dedican «epítetos racistas» y en las que «se jactan de planear situaciones macabras», tales como «va a aparecer descuartizado y un trozo de su cuerpo en una basura diferente de Santutxu».
Durante los 12 días que pernoctó en el local, «le obligaron a hacer uso de su tarjeta de crédito virtual asociada a la cuenta bancaria de su madre para sufragar la compra de bebidas, tabaco... en establecimientos y centros comerciales». En otra ocasión, señala la denuncia, quisieron obligarle a «transportar una placa de medio kilo de cocaína en una consola de videojuegos», a lo que él se negó. Como venganza, le ataron a una silla.
Todos estos vídeos llegaron al móvil de su madre, que estuvo buscándole de manera desesperada hasta que le encontró en el local abandonada y se lo llevó a casa, el pasado 12 de octubre. La situación se tranquilizó durante cerca de dos meses, hasta que el 19 de diciembre, uno de aquellos supuestos amigos se puso en contacto con él y le propuso «quedar para fumar unos porros». Él acudió a la cita, pero en realidad se trataba de «una emboscada», ya que aparecieron el resto de implicados. El menor se sintió «acorralado» y presa de un «miedo insuperable», según argumenta en su defensa, por lo que acudió a una tienda de chuches y le pidió al dependiente un «cuchillo» para reparar una bicicleta. Con el arma en la mano, lanzó una primera cuchillada al aire y la siguiente le impactó en la pierna a uno de los chicos, que terminó en el hospital de Cruces, donde le practicaron puntos de sutura.
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