Una vasca de 43 años pasa nueve meses en la UCI a causa del coronavirus
La paciente, ingresada en el hospital de Cruces, ha sido trasladada a Txagorritxu para que continúe su recuperaración
terry basterra
Miércoles, 16 de diciembre 2020, 08:06
En una cama del hospital de Txagorritxu se recupera la que es la paciente vasca que más tiempo ha pasado ingresada en una UCI por ... Covid. El de Raquel es un ejemplo de superación, ganas de vivir y de éxito de la medicina intensiva y de la colaboración entre hospitales. La historia de esta mujer de 43 años cambió para siempre hace nueve meses. Se infectó en marzo, al poco de llegar el virus a Euskadi. Era el inicio de la primera ola. Las complicaciones que le provocó la enfermedad hicieron necesario su ingreso precisamente en el mismo hospital donde ahora afronta la recta final de una recuperación que se presenta larga. En estos nueve meses ha pasado por otros dos centros.
Pero volvamos a marzo. El virus generó un distrés respiratorio agudo en esta paciente. La fuerte inflamación de sus pulmones comprometía severamente su funcionamiento y, por tanto, su vida. En la unidad de críticos del centro vitoriano constataban como pese al respirador al que estaba conectada la función de sus pulmones iba cada vez a menos.
Su caso fue valorado por los responsables de estos servicios a nivel de Osakidetza y se decidió su traslado a Cruces. El baracaldés es el centro de referencia para Euskadi y La Rioja de una técnica llamada ECMO y con la que apenas tratan a una veintena de pacientes al año, según detalla Fermín Labayen, jefe de servicio de la Unidad de Cuidados Intensivos de Cruces.
¿Y qué es el ECMO? En pocas palabras podría describirse como un pulmón artificial, aunque es algo mucho más complejo. Se trata de una técnica de riesgo. Por eso se selecciona de forma escrupulosa al paciente que se puede beneficiar de ella y cuenta con la fortaleza necesaria para salir adelante. El tiempo medio de conexión a esta máquina ronda los dos meses. Para ello es preciso entubar al enfermo con cánulas de gran diámetro que se conectan directamente a la yugular o la femoral. El equipo extrae la sangre, la oxigena y la vuelve a introducir en el sistema circulatorio. «Se utiliza cuando el pulmón está tan lesionado que, aunque le metamos aire con un respirador, no es capaz de trasladar el oxígeno a la sangre», explica Labayen. Con el ECMO se suple esa función. Consigue reducir al mínimo la actividad de estos órganos y dejarlos en reposo para darles margen a su recuperación, pero manteniendo las constantes vitales del enfermo. «Nos permite comprar tiempo para el paciente». Es una frase con la que los especialistas resumen lo que aporta este sistema de oxigenación extracorpórea.
A Raquel esta técnica le permitió recuperar la función de sus pulmones. Pero su ingreso en UCI no acabó cuando su aparato respiratorio había recuperado cierta autonomía. Los ingresos prolongados en las unidades de críticos pueden entrañar otras complicaciones. Son semanas y meses -en el caso de Raquel nueve- en los que las defensas de los ingresados se quedan bajo mínimos, en parte por la medicación que reciben y en parte por la debilidad de su organismo enfermo. Esta situación los hace más vulnerables.
Traslado a Santiago
En el caso de esta mujer sufrió una de estas complicaciones. Desarrolló una pancreatitis «muy grave» que volvió a comprometer su salud, cuando aún seguía ingresada en la UCI. También ha conseguido superarla.
Tras varios meses en Cruces fue traslada de nuevo a Vitoria para proseguir su recuperación, una vez «superada la fase aguda». Aunque a en esta ocasión se la llevó a la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital de Santiago. Allí ha permanecido hasta fechas recientes, para ser derivada a Txagorritxu, donde la pasada semana se la bajó a planta tras mejorar su estado de salud.
Por delante tiene aún un largo camino de una recuperación que será prolongada. «Tiene que aprender a hacer todo de nuevo. A caminar, a comer, incluso a respirar o a toser», repasa Labayen. De enseñarle a recuperar todas esas funciones se encargan ya los rehabilitadores y fisioterapéutas del HUA. El jefe de servicio de la UCI de Cruces es optimisa con la evolución de Raquel y confía en que vuelva a ser una persona independiente a medio plazo.
El caso de esta mujer es ejemplo de la colaboración entre los hospitales de Osakidetza, tan habitual en esta pandemia, algo que no era nuevo en las unidades de críticos, pero que la Covid ha obligado a llevar un paso más allá. Un ejemplo en esta segunda ola ha sido Gipuzkoa. Este territorio derivó pacientes críticos a centros de Bizkaia y Álava para evitar la saturación de la UCI del Hospital Donostia en las semanas más complicadas de esta segunda ola.
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