Verano y medicamentos: el calor también altera tus tratamientos
Cruz Roja asegura que conservar bien los medicamentos en verano puede evitar graves riesgos para la salud
L. G.
Miércoles, 2 de julio 2025, 12:09
Con la llegada del verano, las recomendaciones para afrontar las altas temperaturas suelen centrarse en la hidratación, evitar la exposición solar en las horas centrales del día y proteger a las personas más vulnerables. Sin embargo, hay un aspecto que a menudo se pasa por alto y que puede tener consecuencias graves: la conservación de los medicamentos.
Desde Cruz Roja alertan de que el calor no solo afecta a las personas, también altera la eficacia de muchos fármacos. Una conservación inadecuada puede convertir un tratamiento seguro en un riesgo innecesario, especialmente en pacientes mayores, con enfermedades crónicas o en situación de vulnerabilidad.
Uno de los errores más frecuentes es almacenar la medicación en lugares poco adecuados como la cocina o el baño, espacios donde la humedad y el calor se acumulan con facilidad. En verano, un coche aparcado al sol puede superar los 60 °C, deteriorando incluso medicamentos aún cerrados.
La recomendación es clara: guardar siempre los medicamentos en un lugar fresco, seco, ventilado y alejado de fuentes de calor o luz directa. Idealmente, en una habitación con temperatura estable, entre 15 y 25 grados, y en sus envases originales.
Refrigerar sí, congelar no
Algunos tratamientos, como la insulina, ciertos antibióticos líquidos o medicamentos biológicos, necesitan frío constante. Pero refrigerar no es sinónimo de congelar. La congelación puede inutilizar sustancias activas y alterar la composición del fármaco.
Cruz Roja sugiere colocar estos medicamentos en la parte central del frigorífico —nunca en la puerta— y, para su transporte, usar neveras portátiles con acumuladores de frío, evitando siempre el contacto directo con el hielo.
Medicamentos que aumentan los riesgos del calor
El calor no solo deteriora los fármacos; algunos medicamentos intensifican sus efectos secundarios en condiciones extremas. Es el caso de los diuréticos, que pueden causar deshidratación, o de los antihipertensivos, que incrementan el riesgo de bajadas bruscas de tensión. Por su parte, los psicotrópicos como antidepresivos o ansiolíticos pueden dificultar la regulación térmica natural del cuerpo.
Por eso, revisar el tratamiento médico con un profesional sanitario antes del verano es esencial, especialmente en pacientes polimedicados o con síntomas como debilidad, mareos o fatiga inusual.
Ciertos medicamentos, aunque no requieren frío, son sensibles al calor. Es el caso de la nitroglicerina, algunas hormonas tiroideas, supositorios, óvulos o antirretrovirales. Si un medicamento ha cambiado de color, huele diferente o presenta grumos, lo más seguro es no consumirlo y consultar al farmacéutico.
Transporte seguro: el botiquín también viaja contigo
Durante los viajes, se deben tomar precauciones adicionales. Nunca se debe guardar la medicación en el maletero del coche. Mejor transportarla en el habitáculo con aire acondicionado y, si es necesario, en bolsas térmicas con termómetro que ayuden a mantener la temperatura adecuada.
Insulina, por ejemplo, no debe permanecer más de una o dos horas a más de 30 °C.
Mitos peligrosos y efectos poco conocidos
Persisten falsas creencias como que los medicamentos cerrados no se estropean o que congelarlos prolonga su vida útil. Lo cierto es que el calor puede afectar incluso a envases sin abrir y la congelación puede destruir proteínas activas.
Además, algunos antibióticos como las tetraciclinas provocan fotosensibilidad, y los anticonceptivos orales pueden perder eficacia si no se conservan adecuadamente o se producen vómitos y diarreas.
En estos casos, la rehidratación con sueros orales es más efectiva que el agua sola, especialmente si hay pérdida significativa de líquidos.
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