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La salud mental de los jóvenes continúa deteriorándose a marchas forzadas, amenazando seriamente su futuro y, por extensión, de la sociedad. Es una problemática que ... afecta a nivel mundial y de la que Euskadi, por ende, no está exenta. Seis de cada 10 jóvenes vascos ha tenido pensamientos suicidas o autolesivos en algún momento de su vida, y hasta el 25% toma antidepresivos o ansiolíticos para mejorar su estado de ánimo. Dos de cada diez, además, echan mano de estas pastillas por su cuenta, es decir, sin una prescripción médica.
Éste es el «panorama preocupante» sobre el estado de la salud mental de los jóvenes en Euskadi que dibuja un informe presentado esta mañana en el Parlamento Vasco por Gurea Geroa, un proyecto basado en 3.000 encuestas que recoge las opiniones, ideas, intereses y retos de futuro de la juventud vasca en los diferentes ámbitos de la vida, en este caso los relativos a la salud mental. El documento expone una realidad cruda entre la juventud del País Vasco, «con altos niveles de angustia, tristeza y pensamientos suicidas», y con «barreras importantes» para el bienestar como «las desigualdades territoriales, la falta de apoyo social» o «el acceso limitado a servicios de salud mental».
El trabajo, dividido en cuatro grandes bloques, define unos niveles de felicidad «preocupantemente bajos» entre los jóvenes vascos, con casi la mitad d de los encuestados (46%) sintiéndose 'nada' o 'poco' feliz en su día a día, especialmente entre las mujeres, que sufren más ansiedad o tristeza que los hombres. Una realidad que va ganando terreno conforme aumenta la edad y más pequeño es el municipio donde residen. «Este indicador es clave para entender el malestar emocional generalizado en la población juvenil», apuntan los autores del informe.
Pero esta terrible situación no afecta solo al ahora, sino también al mañana, con un futuro con claro predominio del pesimismo. Casi dos de cada tres jóvenes no se consideran optimistas y les cuesta encontrar razones para sentirse positivo. ¿Las causas? Son varias. Por un lado, las dificultades que estas personas encuentran para emanciparse, una preocupación que afecta especialmente al grupo de 26 a 30 años, y, por otro, los obstáculos para conseguir un trabajo «digno», un «foco de insatisfacción clave», dice el estudio.
Esta realidad lleva al siguiente escenario: el 60% de los jóvenes vascos ha tenido pensamientos suicidas o autolesivos en algún momento de su vida, con diferencias importantes según género, edad, tamaño del municipio y territorio. Los hombres son ligeramente más propensos a reportar ideas autodestructivas (60%) que las mujeres (57%), y los jóvenes de 16 a 20 años son el grupo más afectado (74%). Los municipios más pequeños son también los más propensos en reportar estas conductas, aunque Gipuzkoa es el territorio deEuskadi con un menor porcentaje de jóvenes que han pensado quitarse la vida, un 54%.
«Estas cifras son indicativos de la severidad de los problemas de salud mental, y subraya la necesidad de un enfoque inmediato en la prevención del suicidio y el apoyo psicológico», sostienen los autores del informe, que refleja otro paradigma: un aumento en el número de personas que usan antidepresivos y ansiolíticos, especialmente entre la juventud.
Más de la mitad (55%) de los encuestados declara haber sentido la necesidad de recurrir a un psicofármaco a los largo de su vida, y uno de cada cuatro admite haber tomado una pastilla en el último mes, con una prevalencia mayor entre las chicas (28%) que entre los chicos (23%). Los jóvenes de 16 a 20 años son el grupo que menos ha tomado antidepresivos o ansiolíticos (19%), mientras que los de 26 a 30 años son los que más han recurrido a ellos (27%). Por territorios, Gipuzkoa y Bizkaia (27%) se sitúan a la cabeza, por delante de Araba (21%).
No solo crece el número de jóvenes que echan mano de una pastilla para mejorar su salud emocional, sino que muchos de ellos lo hacen sin la supervisión de un especialista. Dos de cada diez consumidores de ansiolíticos o antidepresivos el último mes lo ha hecho sin una prescripción médica; es decir, por 'motu proprio' y con patrones muy similares, esta vez sí, entre sexos. No así si se atiende a parámetros geográficos. Los habitantes de municipios pequeños muestran una mayor tendencia a automedicarse (24%).
En este sentido, Gurea Geroa alerta que «las barreras económicas son un obstáculo en el acceso» de la juventud a una atención psicológica. «El coste de estos servicios –añade– es una barrera significativa para muchos jóvenes, que no pueden acceder a terapia o consultas profesionales cuando lo necesitan. Esto refuerza la necesidad de mejorar la accesibilidad y la asequibilidad de los servicios de salud mental». No en vano, «se estima que el 14% de la juventud» no ha ido al psicólogo «y está en riesgo de sufrir mala salud mental. «El peligro viene dado por tener pensamientos suicidas o autolesivas, por tener tristeza o angustia habitual o por usar antidepresivos o ansiolíticos», explican.
Los autores del documento concluyen que existe una necesidad «urgente de implementar políticas de salud mental accesibles, mejorar las redes de apoyo y fomentar actividades de bienestar» como el deporte y el ocio para «reducir la prevalencia de los problemas emocionales» entre la juventud vasca.
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