«La vacuna dará la estocada de muerte al virus, pero todo no acabará en 2021»
«Este mes no es para irse de vacaciones ni para moverse de casa», insiste Illa, que añade que «si nos descuidamos iremos a situaciones que exigirán otra vez medidas drásticas»
Falta poco para la entrevista y el ministro de Sanidad, Salvador Illa, no aparta la vista de su móvil. Deposita el aparato sobre la mesa, en un despacho de la Subdelegación del Gobierno en Gipuzkoa, y comienza a responder a las preguntas. El teléfono no deja de recibir mensajes durante toda la conversación. Llega a cansar.
- ¿Cuántas veces ha tenido que explicar en los últimos días qué es un allegado?
- Pues en todas las comparecencias informativas que he hecho, que han sido cuatro o cinco veces.
- ¿Y al final en qué queda la definición?
- Queda en el sentido común. Como en nuestra sociedad hay relaciones de afectividad que no encuentran su acomodo en la relación familiar clásica, en el acuerdo entre las comunidades autónomas y el Gobierno que alcanzamos el miércoles se ha incluido a los allegados entre las excepciones a las restricciones de movilidad entre el 23 de diciembre y el 6 de enero. Todo el mundo sabe a qué nos referimos, sabe que en estas fiestas es normal que te reúnas con tus padres, tus hijos, hermanos o con aquella persona con la que compartes una afectividad muy especial
- ¿No hay miedo a que en estas navidades España obtenga el récord mundial de allegados?
- La ciudadanía ha dado lecciones continuadas de responsabilidad desde el 14 de marzo pese a que hemos tenido que adoptar medidas muy drásticas. Yo creo que vamos a volver a batir el récord de la responsabilidad.
- ¿Y si esto no ocurre?
- Todos pagaremos las consecuencias. Nosotros tenemos mecanismos que habrá que desplegar si hace falta para asegurar que lo que hemos acordado se va a cumplir, pero ya hemos aprendido todos juntos que a más movilidad y más contacto social, más casos. Si hay más casos, hay más hospitalizaciones; si hay más hospitalizaciones, hay más UCI, y si hay más UCI hay más fallecidos. Esto es lo que hay que evitar .
- ¿Tan difícil es decretar unas normas claras que no den lugar a dudas o interpretaciones?
- Hay especialistas en buscar siempre los tres pies al gato. Es lógico que en Navidad lancemos el mensaje de que nos tenemos que quedar en casa, pero también es lógico que permitamos que si un hijo está estudiando en Valladolid pueda venir a Donostia a reunirse con sus padres y que si hay una relación afectiva entre dos personas y quieren estar juntos en Nochevieja puedan reunirse aunque no hayan formalizado su relación. Eso es lo que estamos diciendo y me parece que es de puro sentido común.
- ¿Le preocupan las aglomeraciones que se han visto estos días en la calle? ¿Teme que se repitan en Navidad?
- Entendemos que la Navidad es un momento especial, pero sí que me preocupan. Por eso hacemos una petición a la ciudadanía para que espacie las compras y que tenga mucho cuidado estos días con respetar las decisiones que decida adoptar en este caso el Gobierno Vasco, y que yo respaldo de manera clara y explícita. Hay que ir con mucho cuidado para no tener que arrepentirnos todos.
- Estamos hablando de la Navidad, pero en medio hay un puente.
- El puente es el primer asalto. Aquí la petición es también la de quedarnos en casa y movernos lo mínimo posible para evitar el aumento de los contagios. Este mes no es para irse de vacaciones ni moverse de casa.
- ¿El objetivo de alcanzar esta Navidad una incidencia de 25 contagios por 100.000 habitantes se va a cumplir?
- Es difícil que se cumpla, pero no olvidemos que es un objetivo, otra cosa es que no podamos o nos cueste mucho. Hemos pasado de 700 a 231 y parece que estamos bien, pero no es cierto, hay recorrido hasta llegar a 25. Estábamos muy mal y seguimos estándolo pero un poco menos mal, no hay que perder de vista eso.
- ¿El optimismo es un peligro?
- No tanto el optimismo. Es verdad que tenemos derecho a tener una visión optimista y la vacuna dibuja un escenario de esperanza, pero haríamos muy mal si nos creyéramos que esto ya está hecho, porque no es cierto. Empezamos a ver la luz al final del túnel y el principio del fin, pero todavía quedan meses duros. Si nos descuidamos volveremos a tener situaciones muy preocupantes que exigirán otra vez la toma de medidas muy drásticas.
- ¿Quedan más túneles?
- Es un camino con muchos túneles, muy inestable. A determinados países se les ha puesto a veces como ejemplo de milagros en la lucha contra el covid y al cabo de un tiempo se han visto en situaciones muy adversas y los mismos que los ponían como ejemplo criticaron su mala gestión. Es una situación muy frágil, en el momento en el que bajas la guardia los índices de contagiosidad suben exponencialmente. Hay que mantener la tensión alta hasta dentro de unos meses, por eso fijamos el horizonte de este segundo estado de alarma en el mes de mayo, que es cuando pensamos que podremos tener unos porcentajes altos de población vacunada.
- ¿Este mes nos estamos jugando la tercera ola?
- Es una forma de decirlo que se ajusta bastante a la realidad.
Escepticismo social
- Un elevado porcentaje de españoles dice que no se va a poner la vacuna o prefiere esperar a ver lo que pasa.
- La garantía de seguridad y eficacia de las que administraremos en nuestro país nos vendrá dada por la Agencia Europea de Medicamentos, que va a actuar con criterios exclusivamente científicos y garantistas. Creo que cuando expliquemos esto, la ciudadanía lo van a entender y va a haber porcentajes muy altos de vacunaciones. De hecho, en la campaña de vacunación de la gripe ha habido un incremento muy significativo del 40%.
- ¿Cuáles son las fechas?
- Pensamos empezar el proceso a principios de año. Calculamos que será un período de seis o siete meses el que necesitaremos para vacunar a toda la población.
- ¿Con la vacuna todo habrá terminado?
- Tardará un tiempo en el que podamos dar por finalizada la pandemia en todo el mundo. Hay que vacunar a muchos miles de millones de personas y esto no va a ser posible hacerlo en 2021. Con la vacuna le damos una estocada de muerte al virus pero no acabará todo. Habrá que ver hasta qué punto hay que mantener medidas de precaución.
- Durante su estancia en San Sebastián usted ha visitado una empresa que está participando en la lucha contra el coronavirus.
- He tenido ocasión de visitar Viralgen, que trabaja en el ámbito de las terapias génicas, y me he llevado una impresión muy grata. No he podido visitar la empresa Bexen Medical, pero me pondré en contacto con ellos. Ha tenido un papel muy destacado en la producción de mascarillas y tiene el encargo de suministrar 60 millones. Hemos puesto de ejemplo estas dos empresas, pero quisiera que esto fuera un reconocimiento al conjunto de la industria del país, que ha tenido un comportamiento ejemplar en esta pandemia.
- ¿Por qué tantas reservas a la hora de facilitar las identidades de los expertos que asesoran el ministerio?
- Nunca las hemos ocultado, pero un funcionario público también tiene sus derechos y su identidad está protegida por la Ley de Protección de Datos. Yo sospecho que los que los pedían con insistencia sus nombres no era por curiosidad sino para atacarlos y poner en cuestión su labor. Vamos a calmarnos todos y a respetar a todos, son funcionarios, no son gente que haga política. Hacen su trabajo y están en todas las comunidades autónomas. Además, el responsable de todos ellos, que fue el doctor Fernando Simón, dio la cara no una vez sino casi cada día. Muchos se recrearon en decir que estas personas decían lo que tenían que decir por razón de su cargo y luego se ha visto cómo han ido las cosas en sus territorios.
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- ¿Cree que cuando las comunidades empezaron a decretar sus propias medidas sanitarias se dieron cuenta de que no era tan fácil como parecía?
- En una comparecencia en la Comisión de Sanidad le tuve que decir a un portavoz: 'Usted puede opinar, yo tengo que decidir'. Hay una gran diferencia. Está muy bien opinar y es legítimo, pero entre comentar y firmar una decisión que tiene efectos muy importantes en la salud de las personas y en la actividad económica y social hay una gran distancia. Cuando pasamos del comentario a tener que tomar una decisión las cosas se ven de una forma distinta.