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«He sufrido muchas agresiones, sobre todo verbales. Tantas que he perdido ya hasta la cuenta. Pero la última fue una agresión física muy violenta ... de un paciente al que no se le satisfizo su demanda de forma inmediata, y consideró que usar la violencia hacia aquel que tenía enfrente, que era yo, era la mejor forma de conseguirlo. Entonces empezó a darme patadas y puñetazos, me tiró al suelo y siguió intentando darme. Me revolví como pude, y al final conseguí ponerme de pie, pero terminé con el uniforme destrozado y todo el cuerpo lleno de moratones». Es el duro testimonio de Antonio (nombre ficticio), enfermero del área de psiquiatría del Hospital Donostia y testigo directo de este tipo de ataques, que continúan en aumento en Osakidetza, donde el año pasado se contabilizaron ya una media de tres episodios cada día.
«Ocurre más de lo que se cree y, además, de alguna forma está medio normalizado, por lo que se infranotifica.En particular en todo el sector sanitario, pero más si cabe en psiquiatría. Se da por normal cosas que realmente no deberían de serlo, no se notifica y lo que no se notifica no existe, tanto agresiones verbales como físicas», agrega este profesional sanitario, que prefiere mantenerse en el anonimato. Los números así lo refrendan. Las agresiones a profesionales de Osakidetza siguen en aumento. En 2024 se registraron un total de 1.176 casos, es decir, tres agresiones al día, lo que supone un incremento del 12% respecto a 2023. De ese total, uno de cada cuatro incidentes fueron agresiones físicas que sufrieron en su mayoría (78%) mujeres. Los datos los dio a conocer ayer el Departamento de Salud coincidiendo con el Día europeo contras las agresiones a médicos y profesionales sanitarios.
Antonio conoce muy bien lo que es estar en esa situación. Y así lo relata en ese episodio que sufrió hace ya un par de años con un paciente que le solicitó «algo que iba contra criterio médico. No se le debió dar y no se le dio». Al no ver resuelta su demanda, la reacción fue la de abalanzares sobre el enfermero, que a duras penas pudo defenderse de los golpes que comenzó a propinarle el usuario. «El episodio duró bastante porque en ese momento tampoco había mucho personal en el servicio. Eso hizo que costase mucho parar la agresión. Aunque finalmente llegó el equipo, se redujo a la persona y pude ponerme en pie. Pero la situación fue muy desagradable», explica el sanitario.
283 agresiones físicas
a personal sanitario se contabilizaron el pasado año en Osakidetza, donde se registraron un total de 1.176 incidentes, un 12% más que en el ejercicio precedente.
78% de las agresiones físicas
contabilizadas en 2024 en el Servicio Vasco de Salud las sufrieron las mujeres; es decir, uno de cada cuatro incidentes. Además, 31 sanitarias precisaron iniciar un proceso de incapacidad temporal para recuperarse del ataque.
Porque, como añade, no se trata solo de las secuelas físicas que deja en los profesionales este tipo de ataques, sino que «emocionalmente también afecta. Vivir un episodio como este hace que uno esté también después de eso en una situación de hiperalerta y que esté muchas veces centrado en no recibir nuevas agresiones sin descuidar el quehacer diario, el cuidado del paciente. Tener que convivir con eso hace que sea muy difícil el poder estar bien porque uno se intenta proteger a la vez que intenta dar lo mejor de sí y poder atender como se debe al paciente».
Según los datos facilitados ayer por el departamento vasco de Salud, de las 1.176 notificaciones de agresión registradas el pasado año, 893 fueron incidentes, principalmente agresiones verbales como insultos y vejaciones, y también amenazas. Mientras que 283, es decir uno de cada cuatro casos, fueron accidentes, con resultado de lesión, sufridos por 221 mujeres y 61 hombres. De ellos 31 mujeres y 8 hombres precisaron iniciar un proceso de incapacidad temporal; el resto no precisaron baja.
Desde Salud advierten de que las agresiones a sanitarios de Osakidetza están experimentando un aumento progresivo en los últimos años. Según indican, este tipo de incidencias se han incrementado un 12% en el último año, un hecho que desde el área que encabeza Alberto Martínez responde también a «una mayor concienciación y receptividad en torno a este problema, que lleva a sus profesionales a denunciar casos que hasta ahora no se animaban a notificar». El año pasado, aseguran, «el incremento se ha producido arrastrado por un aumento en la notificación de accidentes –agresiones con lesión– especialmente, ya que el índice de incidencia de los eventos sin lesión (incidentes) han disminuido».
La directora general de Osakidetza, Susana López Altuna, asegura que el Servicio Vasco de Salud «dispone de un protocolo de agresiones físicas y verbales que son un referente. Percibimos que existe una concienciación cada vez mayor en los profesionales sobre la importancia de notificar este tipo de hechos, y animamos a que así lo sigan haciendo».
Los propios sanitarios, en cambio, demandan más medidas para terminar con esta lacra. «La estructura física de cada lugar tiene que ser acorde a lo que necesite. En psiquiatría, por ejemplo, se lleva tiempo pidiendo una habitación, o varias, de bajo estímulo donde puedas meter en un momento dado a una persona que esté agitada para evitar que pueda arrancar lavabos, o arrancar manillas y puertas que luego pueda usarse como arma. También reforzar el personal, tanto de seguridad como de trabajadores», reclama Antonio.
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