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fermín apezteguía
Domingo, 20 de septiembre 2020, 08:02
Vuelta a empezar. La exconsejera de Salud, Nekane Murga (Bilbao, 1963), regresará al hospital de Basurto, en Bilbao, donde se forjó un nombre y ... una merecida reputación como cardióloga especializada en insuficiencia cardiaca. Fin a la carrera política. Quienes le conocen bien cuentan que nunca debió aceptar el desafío, que lo suyo es el trato directo con el paciente, la docencia y la gestión escrupulosamente sanitaria más que el debate partidista. Pero dijo sí al lehendakari Urkullu, tomó la espada de su antecesor, Jon Darpón, y heredó de él la cruz del escándalo de la última OPE médica de Osakidetza. En aquel momento, ignoraba Murga que convertirse en la primera mujer al frente de la sanidad vasca llevaba parejo el mayor reto de salud al que se ha enfrentado el mundo en el último siglo: la lucha contra el coronavirus de Wuhan.
«Ha sido una experiencia dura de trabajo y de tensión emocional, incluso físicamente», reconoce en conversación con este periódico la ya extitular del departamento. «Cuando estaba en pleno trabajo no era consciente de ello, pero la considero positiva tanto desde el punto de vista personal como profesional», valora.
valoración personal
La puerta de su despacho en Lakua se cierra para ella y se abre de nuevo la del hospital de Basurto, donde se formó, desarrolló su carrera profesional y a donde ha pedido regresar para volver a ocupar su puesto de jefe de sección de Cardiología, una unidad al mando del especialista José María Aguirre. También dice, sin embargo, que se trata de «una posibilidad. Todo está abierto». Antes de regresar, participará en un programa de formación y puesta al día profesional, que se prolongará dos meses; y mientras comienzan las clases, disfruta de un tiempo de «vacaciones con la familia», en Girona.
No tendrá problema alguno para reciclarse profesionalmente. Murga se doctoró en cardiología Cum Laude y fue Premio extraordinario de su promoción en 1991. Es tutora de los residentes del hospital desde 2011 y su predecesor fue quien la premió con una jefatura de Sección, tras haberse convertido en una referencia en España en el tratamiento de la insuficiencia cardiaca.
cualidades
Cuentan de ella que tiene una brutal capacidad de trabajo, al que traslada la «enorme pasión» que siente «tanto por la cardiología como por la atención al paciente». Una de las anécdotas que siempre relatan sus allegados es que hasta en cuatro ocasiones ha atendido a personas que se han desplomado ante sus ojos, una de ellas en el patio de butacas de un teatro y otra en el aeropuerto de Málaga. Por eso, a nadie sorprendió que en 2017 Jon Darpón la llamara para que ocupara en el Departamento de Salud una plaza que se ajustaba a su perfil como un catéter a la arteria de un corazón, la de directora de Planificación, Ordenación y Evaluación Sanitaria.
Sorprendió más su nombramiento como consejera, otra vez recomendada al lehendakari por Darpón, que se había visto obligado a presentar su dimisión para evitar que el Parlamento Vasco reprobara su gestión al frente de la polémica OPE médica de Osakidetza de 2018 que investiga el juzgado de instrucción número 2 de Vitoria. No se amilanó. Aceptó el reto, consciente de que le iba a tocar gestionar la peor patata caliente del Gobierno Vasco en años y se comprometió sólo a dar «continuidad» a la labor emprendida por su predecesor.
La pandemia
Nekane Murga se encontró con un servicio vasco de salud envejecido y una atención primaria en pie de guerra por la falta de personal y recursos. En medio de paros y huelgas, el pasado otoño, la que era titular de Salud se comprometió a triplicar el presupuesto del Departamento para la primera línea de la red asistencial, pero no logró acallar al colectivo médico, aún en pie de guerra. Todo lo que estaba ocurriendo parecía tremendo en la consejería que se lleva uno de cada tres euros del presupuesto del Gobierno Vasco, casi 4.000 millones, hasta que el 28 de febrero último aparecieron en Álava y Gipuzkoa los dos primeros casos de coronavirus. Quince días después, Euskadi amaneció confinada.
La gestión de la pandemia, a la que dedicó noches y días -«ha trabajado hasta la extenuación»- puso fin a su carrera política. El pasado día 2 ofreció la que fue su última comparecencia pública, en la que declaraba que se sentía «con fuerzas» para repetir en el cargo. Desde entonces lleva desaparecida del foco. Dicen que se sobreexpuso en su etapa al frente de Salud, dando la cara por el Ejecutivo vasco en exceso; pero también fue muy controvertida su decisión de colocar al mando de la crisis a un equipo de gestores, liderado por el viceconsejero Iñaki Berraondo, que prescindió de todos los expertos en epidemias que había en el Gobierno. Desde el Consejo Asesor de Enfermedades Infecciosas de Euskadi al equipo de Salud Pública. Incluso del propio director general de Osakidetza, Juan Luis Diego.
Responsabilizar a los jóvenes de las posibles muertes que pudiera provocar el Covid-19 por su mal uso de la mascarilla tampoco ha ayudado. «Es una gran médico y tenía ganas de continuar», pero la política requiere algo más.
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