Quién nos iba a decir hace un año que en el mismo fin de semana el Papa visitaría Irak, Mario Casas ganaría un Goya y un 'youtuber' se convertiría en referente por defender una actitud intachable y solidaria frente a la vida. Nah, de locos, como dice Ibai. El 'streamer' bilbaíno es uno de los profesionales que sale más reforzado de esta pandemia y lo hace gracias a entretener a los jóvenes (y no tan jóvenes) con contenidos atractivos y desenfadados en redes. Se ha convertido en referente para toda una generación y lo ha conseguido con esfuerzo, talento y horas de dedicación para hacerlo cada vez mejor. Ahora trabaja en la mansión en la que vive y cada día cerca de un millón de personas se conecta en algún momento a su directo en 'twitch'.
Cada ola de la pandemia ha acercado más seguidores a su canal. En plenos confinamientos y toques de queda, su figura ha emergido para dar sentido a las noches de la generación que se ha visto obligada durante este año a retirarse a sus cuartos antes de medianoche en el mejor de los casos. Nadie se ha acercado a su éxito rutilante. Ni los propios medios que hemos dado respuesta a la imperiosa sed de información de los ciudadanos en este año anormal nos acercamos a su crecimiento.
Y ahora, además, se ha mostrado tal cual es en un programa de televisión y su amueblada cabeza ha encandilado a los padres de esa generación de seguidores. E incluso Arzak le ha invitado a su restaurante.
Pero como pasa en el fútbol con Leo Messi o con Oyarzabal, conviene que esos chavales comprendan que Ibai no hay más que uno y que lo que hace parecer tan sencillo es tremendamente complejo. Los chicos y chicas necesitan referentes, pero también objetivos realizables si no queremos encontrarnos con una generación frustrada que se pasa el día hablando al espejo. Y ahí el 'streamer' bilbaíno también está haciendo comprender a esos seguidores que deben encontrar su propio camino y no dejarse llevar por la ola de moda.
Por cada directo de Ibai ante más de un millón de seguidores, hay miles de cuentas de 'twitch' que activan una sesión para hablar ante cero personas. Y hay otro grupo, formado por el doble de esas miles de personas, que realizan directos para un solo seguidor. ¿Adivinan para quién? Sí, para ellos mismos conectados con otra cuenta.
Ibai ha hecho ameno el confinamiento para miles de jóvenes que en breve recuperarán su rutina perdida
Ser 'youtuber' no será fácil para ellos, pero copiar su esfuerzo y talento les servirá para otras profesiones
Estamos dando los primeros pasos en la que puede ser la última desescalada en las restricciones de la pandemia del Covid, que más pronto que tarde acabará en una normalidad parecida a la que teníamos en 2019. Cantidad de menores han podido reflexionar durante este año qué quieren ser de mayor y han contemplado la posibilidad de ser 'youtuber' como una opción más del abanico. A algunos padres tampoco les importaría que su hijo tuviera éxito en una profesión de nueva creación que permite a sus gurús plantearse la opción de mudarse a Andorra para pagar menos impuestos. Corremos el riesgo de convertir el día a día de nuestros adolescentes en una suerte de televisión por cable en la que cada uno emite su próxima partida en el FIFA, reacciona a un vídeo gracioso o canturrea el último disco de Aitana.
Quizá tampoco sea recomendable encontrarnos con universidades preñadas de estudiantes que deciden embarcarse en un grado por seguir la corriente de que sin una carrera no eres nadie. Lo esencial es que el talento se promocione, se impulse y se trabaje, sea 'youtuber', electricista o profesional sanitario el joven en cuestión. Que los adolescentes comprendan que en algún ámbito de la vida con esfuerzo pueden llegar a ser los mejores, pero que la clave es el trabajo, como bien remarca Ibai en sus apariciones públicas cuando se le cuestiona por ello.
En breve llegará el momento de reactivar a esa generación que está hibernando a causa del Covid. Los que en su mayoría han cumplido las restricciones impuestas en el último año y han aprendido a estudiar a través de una pantalla, a comunicarse a través de una pantalla y a crecer a través de una pantalla. Que lleguen a ser 'streamers' quizá sea lo de menos, pero que su espejo sea un joven tan parecido a ellos, con unos valores marcados y una carrera basada en trabajo y en el talento es un buen punto de partida para la descompresión.