Ahora nos debería quitar el sueño India. Le juro que no me lo esperaba. En 15 meses de pandemia mundial el virus había pasado de ' ... puntillas' por allí. Saltó diez mil kilómetros. Se transformó en Reino Unido, en Sudáfrica y en Brasil, pero durante meses se olvidó de penetrar en uno de los países más superpoblados del mundo. Ahora, en apenas unas semanas se ha convertido en el punto negro de la pandemia en todo el globo. Cada dos días se contagia en el país una cifra de habitantes similar a la población de Gipuzkoa. Y cada 18 horas fallecen tantas personas como habitantes tiene Getaria. Para nosotros, parece que todo aquello de momento queda lejos y bastante tenemos con poner coto a nuestro medio millar de casos diarios. También parecía lejos Wuhan... solo por comentarlo.
Pero volvamos a Euskadi, donde las colas para la vacunación ya son largas y ordenadas y donde una vez han comenzado a llegar dosis a granel hemos perdido nuestra habilidad de contar con el ábaco cuántas han aterrizado y cuántas se han administrado. Pasó con los contagios, que se tuvieron que revisar las cifras. Pasó con los hospitalizados, que se tuvieron que revisar al no contabilizarse los ingresos por positivos por test de antígenos. Pasa cada semana con los fallecidos en el informe de resumen y, desde hace unos días, pasa también con las vacunas.
El informe del lunes señalaba que habían llegado a Euskadi 888.530 vacunas en total, de las cuales se habían administrado más de 882.000 dosis. ¿Cómo puede una administración actualizar el dato de vacunas inyectadas sin poner al día el de las dosis que han recibido? Según Salud se han inoculado el doble de dosis de las que han llegado de Janssen, y 52.000 más de las que han llegado de AstraZeneca, y aun así hay 50.000 vacunas de Pfizer y Moderna guardadas para segundas dosis.
Con toda la información sobre la mesa, Euskadi ya ha recibido más de un millón de vacunas desde que arrancó la entrega de dosis. Cuatro meses y una semana después del inicio de la vacunación en las residencias de mayores, más de 260.000 vascos ya han recibido la pauta completa y están inmunizadas contra el coronavirus, casi 100.000 personas más que las que se han contagiado durante la pandemia, cifras ya a tener en cuenta.
Entretanto, estamos a punto de llegar al abismo del día después del estado de alarma. Ya sentimos la sensación de resaca que tendremos el próximo domingo y eso que todavía no conocemos qué va a ser de nuestras vidas. Si podremos sacar a pasear al perro a las 23.00 horas y recuperar sus biorritmos originales. O no volver a casa como delincuentes a las 21.59 cada noche, o recuperar algo la movilidad para que la descompresión de restricciones no llegue de golpe en verano.
Revilla nos cuenta cosas que el 'lehenda' no nos cuenta y los jueces ya velan armas por el decreto vasco
Euskadi ya ha recibido más de un millón de vacunas, aunque la actualización de datos esté en 'stand by'
Hace un año comenzaba la desescalada de la primera ola, con el pueblo en chándal quemando suela a las seis de la mañana. Ahora estamos deseando patear las calles a las 00.01 del domingo, solo por la sensación de libertad, como diría Ayuso. Queremos nuestro cubata en una terraza después de cenar y que la alarma se convierta en calabaza. Sin toserle en la cara a nadie y con distancia de seguridad. Pero que no solo tengan ese privilegio en otras comunidades. Que lo hagan por los que se han quedado en casa en Semana Santa y se quedaron también en Navidad, cumpliendo a rajatabla las medidas restrictivas impuestas y cuidando del resto. Que no solo cumplamos el castigo de los que se han portado mal. Los cumplidores, merecemos nuestro respiro 15 meses después y que no venga el Grinch de la nueva normalidad.
De momento ha sido el presidente cántabro el que nos ha dicho que nuestro lehendakari no tiene intención de soltarnos la rienda esta semana. Un sainete de escenificación. Urkullu ni confirma ni desmiente y nos dejará un regalo en la puerta el viernes. Se lo dejará también a los jueces, y el paquete acabará en el Supremo en dos semanas. Como si lo viera. Y lo que debería ser su problema se convertirá nuevamente en el problema de todos y eso que ha tenido seis meses para buscar alternativas. Al final siempre llega el lobo y nos pilla en cueros, como al mal estudiante.
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