«Es muy positivo, porque la perspectiva punitiva no tiene nada de educativa»

Orain, que hasta el año pasado dirigió el programa de sustitución de multas en el Ayuntamiento de Donostia, conoce de primera mano los efectos positivos de involucrar a los jóvenes en la reparación de las infracciones a través de la reeducación sobre los riesgos del consumo de tóxicos. Y más importante aún, la labor de detección de jóvenes que han comenzado o tienen ya instaurada una relación de riesgo con las drogas. «Con una multa no se detectan necesidades o riesgos de conductas en menores. En algunos casos hay consumos peligrosos o chavales que necesitan ayuda en centros especializados. Este tipo de programas nos permiten detectar quién tiene un consumo esporádico, ligado a la fiesta, o quién padece una adicción», explica Cerezo.

El decreto busca unificar el criterio de sustitución de estas multas en todo Euskadi, ya que hasta ahora muy pocos ayuntamientos lo aplican. Hacen falta medios, advierte Cerezo, para que los chavales puedan acceder a ese tipo de medidas, y no todos los municipios, especialmente los pequeños, pueden ofrecerlos. «En muchos casos las multas se quedan en apercibimientos, por lo que si no existe una multa no se pueden aplicar esas medidas alternativas. Eso tiene que cambiar, porque los chavales no se someterían a estos cursos o trabajos de forma voluntaria», insiste.

La pandemia ha provocado un efecto innegable en la conducta de consumo de sustancias de algunos adolescentes. Desde que terminó el confinamiento, tanto el verano pasado como este, los botellones se han multiplicado, y se ha confirmado un «aumento del consumo de alcohol, por encima del cannabis», señala el coordinador de Orain. Sobre la marihuana, indica que si bien la Ley 1/2016 no regula su consumo, «serán los propios ayuntamientos los que podrán decidir si aplican estas medidas sustitutivas también para estos casos cuando se den en menores de edad».