Cerramos 2020 enviando 'christmas' navideños e inauguramos 2021 rompiéndonos la crisma, dulce transición. Al menos, los madrileños. Hemos tenido constancia al segundo de cada ... copo que caía en la capital con el paso de Filomena y conocemos al dedillo los centímetros de nieve que se han acumulado en cada barrio. Desde Lavapiés a Vallecas, de la Castellana al Retiro. Y la lista de piernas rotas y brazos en cabestrillo no para de aumentar desde que se tuvo constancia de que bajo el precioso manto blanco se esconde el temido hielo y que a falta de coche no queda otra que desplazarse a pie o en metro. Ya hay dos filas diferenciadas en la entrada de las urgencias de los hospitales: afectados por la pandemia, por un lado, y lesionados por Filomena, por el otro.
Podría formarse una tercera hilera, engrosada por participantes de las otras dos filas, que se denominase 'Negacionistas de las medidas restrictivas'. En esto nos hemos convertido en campeones y merecemos todas las medallas que nos puedan colgar del cuello las autoridades, carentes ellas también de mano dura y a veces también de coherencia en las decisiones. Que faltan médicos, pues construimos un nuevo hospital de pandemias. Que faltan quitanieves y servicios que hagan posible despejar las calles, pues pedimos que los ciudadanos agarren sus palas y liberen de nieve las vías pese a que la recomendación sea la de no salir de casa. Y claro, al final la gente se lía tanto que antes de que se lo pidan acude a la Puerta de Sol a montar la conga que faltó en Nochevieja. Con Alaska y Los del Río a todo volumen: 'a quién le importa lo que yo haga...'.
Nos hemos convertido en campeones del negacionismo de las medidas restrictivas, merecemos medalla
Sin habernos divertido «en exceso», Euskadi ya duplica las cifras de contagios tras las fiestas de Navidad
La juerga acabó de una forma muy pacífica, con los concentrados organizando una guerra de bolas de nieve contra la Policía Local. Cuando a las fuerzas de seguridad les dio por cargar para dispersar a la multitud, la escena se pareció al arranque de un episodio de 'Benny Hill'. Los mocasines no son para nevadas.
Dice Simón que nos hemos relajado en Navidad. Que nos hemos divertido demasiado. ¿Quién podía imaginar que la gente aprovecharía la ampliación del toque de queda en Nochebuena y Nochevieja para divertirse? Sin llegar al extremo de la 'rave' ilegal de Llinars, quien más quien menos quemó todas las penas de 2020 con una copa junto a sus amigos, una cerveza a media tarde o un marianito antes de comer. Pese a que la recomendación era la de reducir al máximo los contactos, no mezclar burbujas y reducir la movilidad lo máximo posible, nadie se fijó en esa letra pequeña de la suavización de las medidas anunciada por las autoridades.
En Euskadi, algunas localidades se vieron obligadas a cerrar sus bares en los días señalados por registrar una alta transmisión comunitaria del virus, lo que no fue impedimento para que algunos de sus vecinos se desplazaran a otros municipios próximos a potear, gracias a la vía libre a la movilidad por toda la comunidad. Zumaia, por ejemplo, registró el día de Nochevieja una nutrida visita de vecinos azpeitiarras que se acercaron a tomar el vermú ante el cierre de la hostelería en su localidad. El pasado martes, la hostelería zumaiarra tuvo que echar la persiana de forma obligada tras superar el municipio los 500 casos por cada 100.000 habitantes y todo hace indicar que sus vecinos no podrán salir de la localidad a partir del viernes. De aquellos polvos...
El portavoz del Ejecutivo vasco, Bingen Zupiria, defiende aun así que la sociedad vasca «no se ha divertido más de lo que debería» en Navidades y destaca la responsabilidad con la que ha actuado la mayor parte de los ciudadanos durante las pasadas fiestas. Sin haber disfrutado en exceso, Euskadi ha duplicado en una semana la cifra de contagios diaria que registraba antes de que llegaran las fiestas navideñas. Quizá hubiese sido mejor haber montado una conga, como la de Sol, por lo menos para dejar constancia de que el incremento de casos y el aumento en 100 personas de los ingresos hospitalarios mereció la pena.
Ahora, toca correr hacia atrás nuevamente durante unas semanas sobre el hielo de la pandemia, como los que lanzaban bolazos de nieve en mocasines a la policía el pasado sábado.
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