Los salmones desvelan sus secretos

Este año se va a poner en marcha una nueva acción que lleva por nombre 'Apadrina un salmón del Bidasoa', a través del proyecto Life Irekibai, que en la Comunidad Foral está coordinado por Gestión Ambiental de Navarra (GAN). Los pescadores podrán donar voluntariamente los salmones recién pescados, y tras colocarles un emisor de radio, serán devueltos al cauce fluvial. «Cuando pesquen un salmón deberán llamar al teléfono del guarderío. Se van a colocar en distintos puntos del río unas jaulas para que los puedan meter dentro y esperar a que lleguen los guardas. Dependiendo de las circunstancias se les colocará in situ el emisor o se llevarán a la piscifactoría de Oronoz-Mugaire para hacerlo», explica José Ardaiz, de Gestión Piscícola del Gobierno de Navarra. Otra opción que contempla este proyecto es donar los salmones para que se conviertan en reproductores.

Para que los salmones puedan sobrevivir se recomienda utilizar anzuelos sin arponcillo o con arponcillo atenuado, reducir el tiempo de pelea, mantener el salmón en el agua en todo momento y avisar al guarderío lo antes posible, a través del 686502833. Esta experiencia se realiza desde hace unos años en Asturias. Es el llamado 'Proyecto Arca', puesto en marcha en 2015 por la sociedad de pescadores Las Mestas del Narcea.

El año pasado, Medio Ambiente colocó radio emisores a 28 salmones en el Bidasoa. Como explica Josu Elso, del área de Gestión piscícola de GAN, «algunos datos nos han llamado la atención...». Por ejemplo, algunos salmones tras pasar por la presa de Bera, ese punto hacia la cabecera, descienden de nuevo y al cabo de unos días vuelven a pasar». También han comprobado que «de los que entran en primavera muchos no sobreviven al verano, en cambio de los que entran en otoño, prácticamente todos llegan a la freza. Se mueven mucho por el río y muy rápido, en función de las condiciones. Si llueve tienden a remontar hacia la cabecera y pueden recorrer entre 3 y 5 kilómetros en un solo día. Con más caudal y menos temperatura del agua se mueven mucho y bien. Llegan a las presas y paran unos 2 o 3 días antes de remontarlas». Cuando sube la temperatura del agua y hay menos caudal se refugian en los pozos.

Este año han podido constatar que hay salmones que remontan hasta Arraioz. «Sabemos que este año han llegado, en un caso, hasta Oharriz y que han frezado -puesta de huevos- en Arraioz». Otro de los datos que les ha llamado la atención es que «de los 28 marcados, tres han conseguido volver al mar tras haber puesto los huevos. Es bastante más de lo que nos imaginábamos. Con todo esto lo que intentamos es corregir los datos que teníamos y mejorar en la gestión. Tenemos que identificar los puntos más importantes para el salmón, porque en el río tiene que haber sitios intocables».

A la piscifactoría de Oronoz-Mugairi se destinan todos los años varios ejemplares de salmón del Bidasoa, machos y hembras, con los que se repuebla el río. Con mucho mimo los trata Gabriel Salaberri Bulman, de 56 años. Por sus manos han pasado miles de salmones, entre adultos y alevines. Habla con cariño de algunos de ellos, que hasta tienen nombre. «Xarma fue especial, la salmona más vieja que hemos tenido, porque llegó a realizar hasta 5 desoves».

Tras la freza, algunos ejemplares mueren. Tienen especial cuidado con las hembras reproductoras y tras unas semanas, intentan que vuelvan a comer. Si lo consiguen, continuarán viviendo y lograrán llegar a desovar otra vez el siguiente año. Para ello elaboran unas albóndigas con un preparado a base de gambas, pescado de temporada que suele ser verdel, vitaminas, proteínas y pienso de reproductoras. También les ofrecen chipirones.

Gabriel abre la tapa del gran tanque donde hay varios salmones. Coge una caña de bambú con un pequeño gancho en uno de sus extremos, donde coloca el chipirón. «Tienen el estómago cerrado. No hay que olvidar que en cuanto entran al río dejan de comer y sólo vuelven a hacerlo cuando regresan al mar». Son capaces de poner más de 10.000 huevos. «Aunque la mejor cifra la marcó una una que puso 17.612 huevos el primer año y 19.947 el segundo, todo un récord», subraya. «Mira esa, siempre se acerca del mismo lado, es que está ciega de un ojo», explica mientras no para de mirarlos. «Es la más grande de la piscifactoría en este momento, pesa 11 kilos y ya lleva tres desoves, uno en el río y dos aquí».