Macarena Baena: «El patriarcado ha encontrado en las redes un altavoz y es muy peligroso»
«Cada vez más jóvenes niegan la violencia de género como respuesta a los avances en igualdad», señala la experta, que habla hoy en Donostia
El último Informe de la Juventud de España, elaborado por el Ministerio de Juventud e Infancia y publicado en junio de este año, señalaba un ... cambio significativo en lo que los adolescentes entienden por feminismo e igualdad. El apoyo al movimiento feminista por parte de los chicos jóvenes ha descendido más de un 10% (de un 54% a un 41%) y, entre las adolescentes, de un 81% a un 67%. Además, desde 2019, el porcentaje de chavales que niegan la violencia de género ha crecido de un 12% a un 23%. Entre ellas esta creencia también se ha duplicado, pasando de un 6% a un 13%. «Esta ola reaccionaria está provocando más segregación, división, menos empatía y una mayor división entre sexos», lamenta la periodista Macarena Baena, directora del portal de Igualdad de la agencia Efe (Efeminista). Baena imparte hoy, a las 12.00 horas, una ponencia en la Universidad de Deusto sobre este «fenómeno» del negacionismo de la violencia de género como parte de la campaña 'Otoño Morado' de la Delegación del Gobierno en el País Vasco, que busca concienciar a la sociedad sobre la violencia machista.
– El Gobierno aprobó el martes tipificar la violencia vicaria como delito en el Código Penal.
– Sí. Es un paso enorme. El reconocimiento de las infancias y las adolescencias como víctimas directas de violencia de género no se produjo hasta 2013 y este es el siguiente paso. Una ley integral para tratar de proteger a niños, niñas y adolescentes de la violencia de género es fundamental. Desde 2013, 65 niños y niñas han sido asesinados a manos de sus padres o de las parejas de sus madres. Es una cifra que no podemos sostener como país.
– Sin embargo, cada vez más jóvenes niegan la violencia de género...
– Es una creencia que va en aumento. Cuando hablamos de negacionismo de la violencia de género hablamos de un problema mucho más complejo, con multitud de aristas que viene desde hace años y años y años. Ese negacionismo es una reacción natural que ha habido siempre al avance de las mujeres, solo que en este caso se ha ido potenciado de una manera que no conocíamos hasta ahora por las redes sociales. La extrema derecha ha capitalizado ese descontento y miedo de los jóvenes a perder derechos, a perder privilegios... Lo ha capitalizado y lo ha hecho fenomenal, he de decir. Además, el algoritmo de estas redes sociales premia este tipo de contenido porque genera mucho debate, muchos comentarios.
«Han capitalizado este descontento de forma fenomenal; además, es el propio algoritmo el que premia este contenido»
– ¿Por qué ha calado este mensaje?
– Se juntan muchas cosas. Se junta el descontento de los jóvenes con las falsas creencias que, repetidas infinidad de veces, les han llevado a convencerse de que para ellos la igualdad supone una pérdida de privilegios o una pérdida de poder. A esto se suma también movimientos tan bestias como el movimiento 'Incel' –del ingles, 'involuntariamente célibes'– que tiene miles y millones de seguidores. Esto no es una cosa fortuita ni espontánea. Esto es algo mucho más pensado y orquestado. Se crea una ola reaccionaria al avance de las mujeres; algo que siempre se ha producido en la historia del feminismo, pero hasta ahora no se contaba con ese altavoz que suponen las redes sociales.
– ¿Los datos no son suficientes para desmontar este discurso?
– Desmontar un sistema histórico de privilegios, que es lo que estamos intentando hacer, es muy complejo. Cuando hablamos de feminismo queremos un sistema que sea bueno para todos y todas;pero claro, si un hombre está acostumbrado a tener más facilidades o a ocupar un espacio y de repente algunos se empiezan a quedar fuera porque se les da ese espacio a más mujeres, los hombres se sienten amenazados.
– ¿Cómo y cuándo se forja ese sistema?
– Lo vemos desde pequeños, en nuestros cuentos, nuestras series... Desde que nacemos, a las mujeres ya se nos tiene que adornar y taladrar las orejas en los hospitales con poco minutos de vida. También con la ropa;ellos pantalones anchos y cómodos para poder escalar árboles y explorar, ellas con faldas y vestidos. A las niñas se les dice que no se manchen y que sean señoritas, se les da un muñeco para que aprendan a peinarlo, cuidarlo, cambiarle el pañal... Todo esto lo vamos interiorizando y aprendes a ser una 'buena niña'. Es muy difícil acabar con un sistema así, es un proceso muy lento en el que de vez en cuando se dan momentos reaccionarios duros, como en el que estamos ahora.
Hay que empatizar y tender la mano a estos chicos enfadados porque ellos son parte del cambio, solas no podemos»
– ¿Estos ejemplos pueden acabar representando una violencia estructural?
– Si te cuento la historia de una chica que es secuestrada por un tipo que le maltrata, que le separa de su familia y que ella acaba enamorándose de él por un síndrome de Estocolmo brutal, te echas a reír, pero ese es el guion de 'La Bella y la Bestia' y de cualquier otra película con las que crecen las niñas. Como 'La sirenita', que está dispuesta a perder su voz por irse con un hombre. Ellos, a su vez, tuvieron vaqueros, tuvieron héroes, la oportunidad de jugar y de ser poderosos... Nos enseñan que nuestro objetivo en la vida es distinto.
– El último Informe de Juventud en España de 2024 señalaba una bajada del apoyo al feminismo de casi el 10% entre los adolescentes y más del 20% consideraba que la violencia de género es un invento ideológico.
– Esa es otra de las patas que tiene el problema, que se politiza todo, los avances del movimiento feminista, los discursos... Han conseguido generar esa rabia, miedo y odio.
– ¿Cuál es el papel de estos chicos jóvenes, adolescentes, que tienen miedo o se sienten atacados?
– Hay que empatizar con ellos porque sentirte constantemente señalado no es agradable. El movimiento feminista tiene que tener cuidado y hacerles ver que ellos son parte del cambio, que nosotras solas no podemos terminar con este sistema y que les necesitamos. Hay que tender la mano a estos chavales enfadados o molestos porque tenemos la obligación de intentar que la adolescencia forme parte del cambio.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión