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Necesidad e imaginación son dos grandes factores para encontrar soluciones creativas en tiempos de crisis. La pandemia del coronavirus está obligando a todos los sectores de la sociedad a buscar alternativas para seguir desarrollando su actividad económica a pesar de las restricciones impuestas por las autoridades para evitar el incremento en el número de contagios.
El consumo en el interior los locales de hostelería en las localidades guipuzcoanas situadas en zona roja está limitado a la hora del desayuno y de la comida. Por lo tanto, en días en los que las inclemencias meteorlógicas se hacen notar -como este sábado- se hace imposible consumir en una terraza al aire libre.
Los iglús de plástico se han convertido en una alternativa para seguir manteniendo las terrazas abiertas. Así lo demuestra el hecho de que un buen número de establecimientos de hostelería de varias comunidades hayan optado por esta fórmula para mantener sus negocios abiertos a pesar de que el tiempo no acompañe. Uno de ellos el restaurante El Mirador de Suso, ubicado en la localidad cántrabra de Suances donde este viernes instalaron unos iglús que servirán, de ahora en adelante, de protección frente a las inclemencias del tiempo y también frente al covid. «Hemos buscado algo original, que no tuviera nadie», remarca Suso Gómez, propietario del negocio al periódico El Diario Montañes. «Es una inversión que nos viene bien ahora con el virus, pero que se quedará para siempre porque si da fuerte el viento del norte o llueve, en esta terraza no hay quien pare», explica el hostelero.
Quince espacios habilitados donde pueden celebrarse reuniones de convivientes, aunque la instalación también puede hacer las veces de carpa semiabierta en el caso de que los usuarios no pertenezcan a la misma unidad convivencial.
De momento, en Gipuzkoa no se tiene constancia gráfica de la existencia de una instalación similar.
El precio de esta instalación con PVC trasnparente es de 899 euros según el catálogo de la empresa Astreeigloo. El iglú tiene una capacidad para un máximo de 5 personas para estar sentado.
Una original idea para adaptar los bares en estos tiempos de pandemia que se le ocurrió a un emprendedor catalán. Robert Blad ha diseñado y comercializa, con su empresa Astreea, unos iglús transparentes para colocar en terrazas que permiten a los clientes disfrutar de su bebida y su comida en unos espacios seguros, con los grupos de personas máximos que permiten las actuales restricciones por el Covid-19. Blad es comercial de un modelo específico de dispensadores de gel hidroalcoholico que se activan con el pie y dueño de un restaurante de Móra la Nova en Tarragona. El pasado mes de noviembre, ante las dificultades del negocio, decidió ponerse en marcha y propuso al fabricante de dispensadores construir unos iglús transparentes para instalar espacios seguros en las terrazas de los bares. Esta claro que la necesidad, agudiza el ingenio.
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