Colonias y grupos humanos
El árbol de la ciencia. ·
Un grupo humano se comporta como un organismo multicelular o una coloniaUn organismo y una colonia son distintos. Un organismo grande se compone de millones de células individuales englobadas en un cuerpo, mientras que una colonia ... no es multicelular porque sus integrantes no constituyen un único cuerpo. En una colonia, como las algas o el limo formado por amebas, un organismo unicelular se adhiere a otro con quien se comunica segregando moléculas. Las colonias se forman porque vivir en grupo ofrece ventajas en seguridad (ataque de depredadores) y reparto de funciones (locomoción, nutrición y reproducción). Pero son alianzas de conveniencia y, para que todos sus componentes se beneficien, deben diversificar funciones y cooperar. Y aquí se genera un conflicto que depende de la dotación genética de sus miembros. Si no es idéntica, cada uno trata de conseguir lo mejor para sí mismo, con lo que muchos abandonan la colonia o gorronean. Si la dotación genética de los componentes es idéntica (clones), la colonia no sufre deserciones ni soporta una carga de gorrones, pero no puede diversificar funciones ni generar organismos distintos; es idónea para lograr un fin, pero no evoluciona.
La situación difiere en un organismo multicelular debido a la especialización que resulta en una diversificación de funciones, cooperación y evolución. Todas las células poseen los mismos genes, pero cada tipo celular activa un perfil de genes único. La activación está inscrita en un programa genético, es automática y otorga una función concreta a cada célula. Una neurona tiene los mismos genes que un hepatocito, pero su patrón de activación es distinto y realiza funciones diferentes. La supervivencia de una célula individual depende de la vitalidad de todo el organismo y, por lo tanto, la cooperación es obligada. Lo sabemos bien cuando enfermamos.
Esta realidad biológica tiene su correlato en las comunidades humanas. Así como los organismos cambian con el tiempo (crecen y se reparan bajo el control de sus genes y en función del entorno), un grupo aspira a evolucionar en un clima de convivencia. No obstante, algunos funcionan como colonias de clones genéticos y conductuales. Son sólidos y solidarios para sumar fuerzas y lograr sus fines, pero son inmutables e impermeables a la diversidad y la libertad individual. No buscan evolucionar, sino que su propio concepto encierra una involución intelectual y física. Son fanáticos, sectarios y, a veces, peligrosos porque «si son capaces de que creas en absurdos, te harán cometer atrocidades» (Voltaire).
Por fortuna, casi todas las comunidades se asemejan a organismos multicelulares o a colonias de individuos con diferente dotación genética, únicos, libres y que cooperan para lograr metas comunes, a veces loables, a veces indecentes. El respeto a la individualidad permite ver al resto como seres con dignidad, pensamientos y sentimientos comparables a los propios. Al fin y al cabo, un grupo es una red de cerebros soberanos que se pilota mejor con una compasiva racionalidad y que triunfa si su reglamento funcional contenta a todos sus miembros por ser justo, imparcial, equitativo para aupar a los más vulnerables, solidario e incentivador para premiar el esfuerzo y el mérito. El reto es acertar en el propósito.
La realidad humana es trinitaria: individuo, sociedad y especie (E Morin). En las culturas asiáticas prima el colectivo mientras que en los países occidentales, educados, industrializados, ricos y democráticos (WEIRD, por sus siglas en inglés) prevalece el individuo, con matices como el modelo europeo de estado del bienestar. (Hay culturas ancestrales enraizadas en la familia, el clan o la tribu de difícil encaje en este esquema).
Son diferentes modos de entender la vida que reflejan una (ficticia) lucha filosófica entre libertad e igualdad. A pesar del reconocimiento universal de las virtudes del trabajo en equipo, el individualismo extremo e insolidario crece, catalizado por las redes sociales y como reacción al colectivismo gregario, acrítico, polarizador y cancelador que asfixia al individuo. A veces es mejor ir solo que mal acompañado.
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