Jokin Bildarratz (Consejero de Educación): «El curso que viene tendrán los mismos recursos tanto los centros públicos como los concertados»

– ¿Cuándo empezaron los primeros contagios en las aulas llegó a temer que el virus se volviera ingobernable y se extendiera por todos los colegios?

– Yo fui nombrado el 8 de septiembre y lo que había entonces era mucha incertidumbre en la sociedad en general y muchos nervios en el ámbito escolar. Los profesionales se enfrentaban a una situación desconocida en la que no se sabía qué podía pasar y donde además había una opinión generalizada de que el alumnado podía tener que volver a las casas o se iban a cerrar las aulas de manera mayoritaria. Era una situación que preocupaba muchísimo.

– Usted siempre apostó por la presencialidad en los colegios.

– Un objetivo importante y básico como gobierno ha sido la presencialidad, que nos ha dotado como sociedad de estabilidad. Ha posibilitado la conciliación, que los padres y las madres que están trabajando puedan tener a sus hijos en los centros escolares. Sabíamos también que si un hijo se tenía que confinar alguien se tenía que quedar con él y eso tenía una serie de consecuencias.

– ¿Llegaron a ponerse en lo peor, en el caso de que tuvieran que cerrarse los colegios y los alumnos tuvieran que ir a casa?

– Yo esto no lo he conocido porque no estaba en el cargo, pero creo que el momento más traumático fue cuando en marzo se tuvieron que cerrar Labastida y un centro de Vitoria, los primeros colegios en todo el Estado. Eso supuso un punto de inflexión y un trauma para todas. Cuando en septiembre afrontamos el nuevo curso fue todo ir aprendiendo poco a poco. Al principio, los protocolos eran bastante genéricos y después, a través de los propios directores de los centros hemos ido mejorándolos bajo el criterio auspiciado por Salud. Ha sido un proceso sacado adelante con el esfuerzo de todos los miembros de la comunidad educativa, y aquí incluyo a todas las administraciones.

– ¿En qué estado han llegado los profesores a este final de curso?

– El profesorado se ha ganado el reconocimiento de nuestra sociedad, ese es el resumen. Yo he sido profesor y siempre llegas a junio agotado, pero si eso es lo que ocurre habitualmente, qué decir de este curso, que ha sido especialmente difícil y cansado para ellos.

– ¿Y los alumnos?

– Una preocupación del departamento y de la que nos vamos a ocupar de una manera especial el próximo curso es el aspecto emocional del alumnado.

– ¿Cómo están?

– Han tenido que convivir durante muchas horas con la mascarilla, han tenido que convivir con sus compañeros y profesores de una manera especial, que es casi sin contacto, con muchas reticencias, con muchos noes, con muchas negaciones y pocas certidumbres. Han sufrido una anormalidad que afecta a su ser y a sus sentimientos, pero no solo es un problema emocional de los alumnos, sino que también afecta a los profesores. Ellos también se encuentran emocionalmente cansados.

– ¿Qué efecto ha tenido la pandemia en los aprendizajes de los alumnos?

– Estamos en un proceso para evaluar la incidencia. Es evidente que si hemos vivido un año y medio de anormalidad, donde ha habido tres meses en los que han estado confinados y después un año en el que de una manera u otra la pandemia ha sobrevolado sobre todos los alumnos y los profesores, alguna consecuencia habrá tenido y es lo que vamos a tratar de objetivizar.

– En los próximos años las matriculaciones van a descender ¿Sobrarán profesores o será el momento de bajar las ratios de alumnos?

– La bajada de ratios muchas veces se utiliza como tótem. Le voy a poner un ejemplo: si tienes un aula de veinte alumnos con un profesor y si tienes esa misma aula con esos mismos alumnos y dos profesores, el ratio de alumnos por aula es el mismo, pero el de alumnos y profesor es diferente. Tenemos que ver cómo adecuamos las necesidades del sistema educativo a la realidad, pero una vez dicho esto es verdad que con la evolución que están teniendo las tasas de nacimientos va ser necesaria una readecuación. Lo que también vamos a hacer, sobre todo en el ámbito de la pública, es ver las necesidades de nuevas figuras que en estos momentos sí existen en la concertada.

– ¿Qué figuras?

– Personal administrativo o gerencia, por ejemplo. Se trata de ir enriqueciendo los diferentes perfiles para dotarlos de una serie de recursos que en estos momentos no tienen. Es evidente que el descenso de la natalidad no es bueno para un país, pero desde el ámbito de la educación queremos aprovechar esta circunstancia para mejorar la calidad de la enseñanza con los recursos que tenemos.

– ¿Todo esto en la pública?

– De cara al curso siguiente van a tener los mismos recursos tanto los centros públicos como los concertados. Entendiendo que la pandemia afecta a los alumnos que puedan estar en cualquiera de las dos redes, todos van a contar con los mismos criterios a la hora de establecer los recursos para cada red y centro.

– ¿Qué criterios son?

– Los que se han utilizado con respecto a los profesores han sido el número de alumnos y la complejidad del centro. A partir de ahí se han establecido una serie de criterios para la limpieza, los ordenadores, etcétera, que van a hacer que el año que viene tengan los mismos recursos con los que han contado el curso anterior. Si felizmente se supera la pandemia, estos recursos se utilizarán para superar todo lo que ha supuesto este año y medio.

– ¿De qué recursos hablamos?

– De todos aquellos que, además de los ordinarios, hemos establecido por encima de lo que es el día a día. El curso pasado supusieron 156 millones que también se van a poner para el próximo. Principalmente me refiero a recursos añadidos de profesores, personal para comedores, etcétera.

– ¿Se mantienen los plazos de la nueva ley vasca de educación?

– Sí, tenemos prevista aprobarla para el último trimestre de 2023, pero lo que nos marcamos en estos momentos como objetivo es conseguir un pacto educativo que, si se obtiene, será el que posibilite la ley. A la hora de establecer el pacto educativo, estamos hablando con muchos agentes pero no sobre el pacto en sí, sino sobre elementos que tienen que estar en ese pacto.

– ¿Cuáles son esos elementos?

– Sobre todo son todas las lecciones aprendidas como consecuencia de la pandemia. Tenemos claro que el alumno tiene que ser el norte de todo el sistema de enseñanza, que tiene que girar en torno a él. A su vez, tenemos que empoderar el centro, tenemos que descentralizar lo que son las competencias del Departamento de Educación porque es el centro el que conoce su realidad. Cada centro tiene que ser empoderado y a partir de ahí debe tener una serie de elementos importantes para gestionar ese empoderamientos con una gran autonomía desde todos los ámbitos. Está también todo el tema de la digitalización, de la formación del profesorado, de la evaluación y de los contenidos. Todas estas cuestiones están en el día a día y son consecuencia de las lecciones aprendidas en la pandemia.

– ¿La pandemia ha sido una escuela?

– Ha sido una escuela, una universidad y un máster. En este mundo globalizado cada vez se dan con más frecuencia situaciones disruptivas y eso es algo que tenemos que enseñar a nuestros alumnos. Hay que dotarles de conocimiento, de instrumentos y competencias para sean capaces de afrontar este mundo tan disruptivo, en el que tengan capacidad crítica, en un espacio de convivencia y respeto al otro a través del diálogo.